Prueban en Tabasco alerta de inundación

29 noviembre 2007
Ciudad de México  (29 de noviembre de 2007).-   El Sistema de Alerta Hidrometeorológica (SAH) para Villahermosa, Tabasco, fue probado por primera vez en condiciones extremas cuando el 80 por ciento del estado quedó bajo el agua en octubre de este año.

"Algo que no contemplábamos era una interacción con las presas; nosotros pensábamos que con éstas era más que suficiente para una regulación. Pero este récord en la precipitación dificultó bastante la operación de ambas presas y aportó una entrada extraordinaria al sistema de alerta que no teníamos contemplada", aseguró Miguel Franco, especialista en instrumentación del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).

Ante esto, los investigadores consideran que aunque la alerta general funcionó, debe hacerse una revisión de los umbrales con los cuales opera el sistema, que el Cenapred —órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación— entrega a los gobiernos locales para su operación.

Diseñado en México como una herramienta de bajo costo para auxiliar a las autoridades en la toma de decisiones ante inundaciones, el SAH representa la tercera fase de alertamiento (la más local) por inundaciones después de dos sistemas meteorológicos que lo anteceden, uno a nivel estatal y otro municipal, que usan imágenes satelitales y boletines meteorológicos.

"En términos generales, para este evento en particular lo que tiene que ver con alertamiento en varios niveles fue bueno. No hubo muertos y las víctimas fueron indirectas", aseguró el responsable del área de riesgos hidrometeorológicos del organismo, Martín Jiménez.

Aún así, el SAH, que puede estimar lluvias y escurrimiento con estaciones de medición colocadas en puntos críticos, necesitaría una revisión ante el aumento de fenómenos hídricos extremos proyectados por escenarios de cambio climático en próximas décadas.

El SAH se basa en información procesada por estaciones pluviales e hidrométricas —que calculan las lluvias obtenidas y el nivel del agua en los cauces—, la cual es recibida por una estación que hace los cálculos hidrológicos para determinar los escurrimientos esperados y decidir si se activa o no la alarma local.

Dichos cálculos se basan en un modelo de lluvia escurrimiento que detecta cada 10 minutos la cantidad de lluvia recibida, la capacidad del arroyo, río o presa para contener el agua, y el posible volumen de agua que se desplazará en caso de rebasarse este límite.

Aunque los sistemas de alerta y otros instrumentos de pronóstico no evitan la inundación, enfatizan los expertos, sirven como medidas de prevención afines al contexto mexicano. Tienen la capacidad de estimar las intensidades de las lluvias y los escurrimientos con 20 a 120 minutos de anticipación.

Una primera tarea para mejorar el sistema, específicamente para el caso de Villahermosa, sería aumentar el número de estaciones colocadas en las cuencas, además de contar con mejores instrumentos de pronóstico que complementen el sistema.

Según Enrique Guevara, especialista en instrumentación del Cenapred, esto se lograría con radares hidrometeorológicos, de los cuales México cuenta con 3, cada uno con un costo aproximado de 2 millones de dólares, que sirven para anticipar lluvias más de 2 días antes de que ocurran.

"En el caso de Villahermosa no va a bastar con el alertamiento; es necesario continuar con las obras, terminarlas, y enfatizar el tema de la ubicación de los asentamientos humanos. En paralelo con los sistemas de alerta insistimos en que haya una infraestructura adecuada", dijo Jiménez.

Junto con sistemas de alerta temprana cada vez más precisos, aseguró, se debe contar con una buena cultura de la prevención, que implica además de inversión en infraestructura, mayor capacitación de los actores claves y de la propia población.

Una parte clave, asegura Enrique Guevara, es la propia información que se deriva de los mapas de riesgo. La actualización constante del Atlas Nacional de Riesgos, por ejemplo, es vital para mantener información real sobre los cambios demográficos y de desarrollo económico que afectan los índices de riesgo de la población ante inundaciones.

Por: Cecilia Rosen
Fuente: Reforma
 
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