Sequía agobia al sector agropecuario de Durango

22 junio 2011

* Productores reportan pérdidas de cosechas y cabezas de ganado; la tierra dura arruina la maquinaria, advierten

22 de junio de 2011
Fuente: El Universal
Nota de Mónica Perla Hernández

Las tierras duras y los surcos que un día fueron arroyos son la realidad diaria de los campesinos. El solo hecho de querer barbechar la tierra arruina las máquinas de lo resecas que están.

Durango enfrenta la peor sequía en los últimos 54 años, que ha dejado la muerte de unas 5 mil cabezas de ganado, denuncian los afectados.

Para pedir que acabe, los productores dicen no creer ni en santos, sólo confían en que Dios tenga el mejor pronóstico y que éste sea contrario a los cálculos de los especialistas que creen que el agua caerá en agosto.

En este estado donde los campesinos dependen del temporal —80% de las 716 mil 151 hectáreas que se siembran se riega con lluvia—, la falta de agua durante 10 meses provoca que las parcelas tengan una tierra dura y al meterle el barbecho éste bota los tornillos.

“Ni con el tractor las cosas mejoran, se descompone porque el esfuerzo es mayor y hay que comprarle refacciones a cada rato”, explica Bernardo Ceniceros, un productor del municipio de Guadalupe Victoria.

Recuerda que desde 1957 no se había presentado una sequía tan prolongada y al hacer comparaciones entre ese año y éste, apunta que cuando menos hace 54 años, cayó un aguacero en mayo, de ahí no volvió a llover hasta casi finales de septiembre, y la gente ya no sembró.

Ahora los pronósticos de los meteorólogos apuntan que lloverá hasta agosto, ya que ni el fenómeno Beatriz alcanzó a llegar a la entidad.

El frijol para ser sembrado, menciona, no puede esperar más allá del 28 de julio, si no llueve para esos días, ya sólo podrán sembrar forrajes o variedades de frijol precoces que son más costosas.

Los aguajes están secos, los bordos de abrevadero también, en pocos arroyos corre un hilo de agua. Los mantos freáticos bajaron y muchos pozos no tienen ni qué sacarles.

Al ganado hay que acarrearle agua hasta donde esté pastando, porque sino el ganado adelgaza si se le hace caminar largas distancias, dice Ceniceros, quien ha vivido desde que nació en esta región de Los Llanos —conocida como el granero de Durango—, y en la que cuando hay agua cosechan grandes cantidades de frijol.

Vivir al día

El estiaje no sólo afecta a los productores llaneros, los ganaderos del norte de la entidad padecen las mismas penurias, de las cuales responsabilizan a la primavera calurosa que ha alcanzado hasta 37 grados centígrados, cuando en esas tierras el calor no rebasaba los 32 grados.

La seca, como la llaman quienes viven al norte del estado, le pega más a la gente que vive al día: “Al más jodido se le cargan más las pulgas”, dice Pedro Toquero, un ganadero que vive en el municipio de Ocampo.

En la región de Los Llanos, que conforman seis municipios del estado, los campesinos que tienen unos cuantos animales se las arreglan moliendo paja, tazole, pastura con grano y a los que les alcanza para más le dan a sus vacas y becerros avena, cebada o alfalfa.

La mayoría de las vacas están flacas, pero aún aguantan. Otras —“unas cuantas”— ya se ven por ahí muertas, porque no se pudieron alimentar, asegura Bernardo Ceniceros. “Hay algo de mortandad para Peñón Blanco, Cuencamé, Guadalupe Victoria, Poanas, Pánuco de Coronado”. El dato de la Unión Ganadera Regional de Durango es que han muerto más de 5 mil animales a consecuencia de la prolongada sequía.

A los agricultores de Los Llanos que suelen cosechar más frijol porque tienen más hectáreas, al problema de la sequía se les agrega otro: han tenido que recurrir a los créditos para tratar de preparar la tierra, porque aun les deben las toneladas de grano que les vendieron a las comercializadoras, a razón de 8 mil pesos la tonelada.

A la gente que vendió no más de cinco toneladas ya le pagaron, pero a los que metieron a la comercializadora 40 nada más no, denuncian.

Ceniceros considera injusto que los gobiernos de todos los niveles no sancionen a las comercializadoras que recibieron el frijol desde noviembre del año pasado y a más de seis meses siguen sin pagarle a los productores.

Los créditos tan altos los afectan, pero insisten en preparar su parcela, en gastar en las refacciones para los tractores, en vencer la dureza de su tierra de labranza y dicen no confiar en los satélites, ni en la tecnología.

El mejor satélite para ellos es el del Creador, “es en el que tenemos la fe y esperemos que los otros se equivoquen”, dice Ceniceros, quien tiene sembrando medio siglo.

Con su acento norteño, el ganadero Pedro Toquero desconfía de los meteorólogos, “no les creo, nomás cuando Dios quiera… va a llover”.

Al igual que ellos otros campesinos y ganaderos no confían en los especialistas del tiempo. Algunos ya no le rezan ni a los santos, sólo creen en Dios, para que les mande agua para que puedan sembrar y que sus animales no se mueran.

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