Sequía y colapso en el mundo maya

09 noviembre 2012

Durante mucho tiempo se atribuyó el derrumbe a una sequía prolongada, pero era más bien una conjetura. No se conocía el clima de la época con suficiente precisión para afirmarlo, además de que siempre ha sido difícil relacionar fechas del calendario maya con fechas del calendario moderno. Así pues, había que buscar maneras de leer el clima con más detalle. Los paleoclimatólogos leen el clima del pasado en los anillos de crecimiento de los árboles y los sedimentos de lagos y mares someros. Sin embargo, la lectura no es suficientemente precisa. Es como leer un texto borroso y entrecortado. Por si fuera poco, los estudios no se habían hecho suficientemente cerca de los grandes centros de población.
Desde hace unos seis años los paleoclimatólogos estaban probando una nueva forma de extraer datos sobre el clima del pasado usando los depósitos calcáreos de las grutas, es decir, estudiando la formación de estalactitas y estalagmitas.
El 8 de noviembre la revista Science publicó un nuevo estudio que muestra los patrones de lluvias de la región de Belice para los últimos 2000 años con resolución de menos de un año. El estudio lo llevó a cabo un equipo de científicos de Estados Unidos, Suiza, Belice, el Reino Unido y Alemania. Lo dirige Douglas Kennett, del Departamento de Antropología de la Universidad Estatal de Pensilvania.
En 2006 Kennett y sus colaboradores se procuraron una estalagmita (columna calcárea que crece desde el suelo de la gruta) muy bien conservada proveniente de la cueva Yok Balum, Belice, que está a menos de 200 kilómetros de centros de población importantes del mundo maya antiguo como Calakmul, Tikal y Caracol. Los investigadores midieron la concentración de cierto isótopo del oxígeno a lo largo de los 56 centímetros de la estalagmita en incrementos de 0.1 milímetros (¡uff!). Este isótopo se relaciona con la cantidad de lluvia que cayó sobre la cueva. Kennett y sus colaboradores usaron estos datos para reconstruir lo que pudo haber sido el informe meteorológico de la época. Para determinar la fecha de cada sección de estalagmita que analizaron, una parte del equipo de investigación examinó la concentración de uranio-234 y torio-230. El uranio-234 se convierte en torio-230 por desintegración radiactiva a un ritmo bien conocido.
El equipo encontró patrones de lluvia y sequía consistentes con fenómenos climáticos como El Niño (durante el cual la superficie del océano Pacífico se calienta más de la cuenta y afecta la distribución de peces y el clima). Otra parte del equipo se puso a buscar estelas mayas fechadas que contuvieran referencias a guerras, lo que se notaría en frases como “vasallaje tras derrota”. Comparando su reconstrucción del clima con los acontecimientos históricos, Kennett y sus colaboradores observan que la civilización maya floreció durante un periodo húmedo que se extendió del año 400 al año 640, aproximadamente. En ese periodo surgieron nuevas ciudades y dinastías a montones. Después vino un periodo de sequía de 340 años, durante el cual los investigadores observan episodios de guerras entre ciudades-estado mayas y periodos de construcción monumental que los gobernantes usaban como señal de su poderío. Las cosas no iban bien entre las naciones mayas. El colapso final de la civilización maya durante el siglo IX coincide con una sequía aún más intensa que duró un siglo.
La investigación de Kennett y sus colaboradores no es prueba concluyente de que el clima haya sido una causa importante del colapso de la civilización maya, pero sí es una contribución de peso al gran cúmulo de estudios que indican esta tendencia. Quizá lo más interesante sea que se está estableciendo una relación más firme entre los científicos que estudian el clima del pasado y los que descifran la historia del ascenso y caída de las civilizaciones.


9 de noviembre de 2012

Fuente: Imagen en la Ciencia / Sergio de Regules

 

 

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