Tras el paso de Karl y Matthew emerge la tragedia

11 octubre 2010

11 de octubre de 2010
Fuente: Prensa Latina
Nota de Carlos Fazio

México (PL) Como ocurre cada año, después que pasan las lluvias y bajan las aguas sobreviene la tragedia de miles de damnificados que han perdido el patrimonio de toda una vida y se topan con la desolación.

Esta vez no fue distinto. A la temporada de lluvias se sumaron dos huracanes, Karl y Matthew, y las afectaciones causadas por los desastres naturales, incluidos deslaves y el desbordamiento de ríos, se hicieron sentir en varios estados del país.

El saldo provisional ha sido de casi medio centenar de muertos y pérdidas millonarias. Además, según Cáritas, una organización de socorro de la Iglesia católica, las declaratorias de emergencia abarcaron a dos millones de personas damnificadas.

En Veracruz, el balance oficial del paso del huracán Karl fue de al menos 15 personas fallecidas y un millón de afectados, ante el desbordamiento de las cuencas de los ríos Panuco, Papaloapan y Coatzacoalcos.

En Tlacotalpan, una ciudad veracruzana considerada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, sus 14 mil habitantes tuvieron que migrar temporalmente por el desbordamiento del río Papaloapan y la inundación de sus calles.

Durante varios días, mil 500 inmuebles históricos, muchos de ellos construidos en los siglos XVIII y XIX, quedaron expuestos la inundación en una “ciudad muerta” , mientras miles de personas clamaban por agua y comida en el muelle La Ganadera.

Otras poblaciones devastadas en la entidad fueron La Antigua, Minatitlán y Cardel, donde Karl arrasó más de 400 casas y sólo quedaron escombros. Pero como suele ocurrir ante los casos de desastres naturales, 15 días después del suceso colonias y rancherías quedaron en el abandono y la ayuda sólo emergió en el discurso de los gobernantes.

A su vez, el paso de la depresión tropical Matthew afectó los estados de Chiapas, Tabasco, Veracruz, Oaxaca y Guerrero.

En Chiapas, las intensas lluvias provocaron dos deslaves y aludes que ocasionaron al menos 27 muertos.

En el municipio de Amatán, tras el desgajamiento en un cerro, toneladas de lodo cayeron sobre el poblado Reforma y murieron 16 personas.

Otros 11 lugareños fueron sepultados por un alud de lodo y piedras en el poblado de Santa María Tlahuitoltepec, en la Sierra Mixe de Oaxaca.

En Tabasco, siete ríos rebasaran su escala crítica tras el paso de Matthew.

El número de damnificados superó los 180 mil en decenas de comunidades ubicadas en las zonas ribereñas del Carrizal y Samaria, incluida la ciudad de Villahermosa.

En Veracruz, el azote de Matthew provocó que la población de Tlacotalpan tuviera que ser desalojada por segunda vez y ubicada en albergues.

Las aguas volvieron a alcanzar más de un metro de altura.

Muchos habitantes habían regresado a sus casas hacía apenas 10 días.

En el centro del país, las fuertes lluvias también provocaron desgajamientos de cerros.

En la comunidad Porfirio Díaz, estado de México, un alud de tierra, lodo y piedras dejó ocho muertos.

Otras dos personas murieron en el estado de Guerrero.

Ante la tragedia, autoridades locales, estatales y federales se pasan la “pelota” y todos buscan eludir responsabilidades por la falta de previsión de desastres.

Tal fue el caso de José Luis Luege Tamargo, director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), quien rechazó cualquier responsabilidad ante las inundaciones y abogó por cambios legales en el ordenamiento ecológico territorial.

Según Luege, existe falta de cuidado y mala planeación en los municipios.

El problema, dijo, reside en “la anarquía del crecimiento urbano en los cauces de los ríos”.

Una forma poco sutil de lavarse las manos.