Trípoli se queda sin agua

30 agosto 2011

30 de agosto de 2011

Fuente: El Espectador.com

Foto: AFP Se han repartido 23.000 botellas de agua en Trípoli, en donde el líquido escasea y la situación sanitaria se complica con el paso de los días

Uno de los más grandes temores de los habitantes de Trípoli era que Muamar Gadafi en su huida los dejara sin agua. Libia es una de las regiones más secas del mundo y sus recursos hídricos son escasos, por lo que el dictador fue quien administró el líquido vital para los 5,5 millones de habitantes del país durante sus 42 años de gobierno.

Uno de los grandes proyectos que estaba desarrollando Gadafi, antes de que comenzara la rebelión libia en febrero, era la construcción de un río artificial. Haciendo exploraciones petroleras en el desierto, cerca del Chad, se encontraron grandes acuíferos. El gobierno del coronel abrió más de 1.300 pozos, de los que comenzó a extraer cerca de 6,5 millones de metros cúbicos de agua dulce, que llegaban a las ciudades de Trípoli, Sirte y Bengasi, a través de 4.000 kilómetros de grandes tuberías subterráneas, algunas de las cuales todavía están en construcción.

Según un portavoz del Consejo Nacional de Transición (órgano político de los rebeldes), los leales a Gadafi cortaron esas tuberías por donde llegaba el agua potable a la capital libia y hay técnicos que están revisando los depósitos de agua alternativos en el desierto, porque temen que el coronel los haya envenenado para “acabar con las ratas”, como llama a los rebeldes.

“Ya son cinco días sin agua, pero lo mejor es esperar y entregar un producto seguro a los habitantes de la ciudad”, explicó Fayçal Gergea, encargado del CNT de los aspectos técnicos del problema. En sólo Trípoli, el 70% (2 millones de personas) no tiene agua potable, problema que se agrava por las altas temperaturas y la falta de suministros. Los barcos con ayuda humanitaria no han podido llegar a puerto por los enfrentamientos entre gadafistas y rebeldes. Ayer se esperaba el arribo de un carguero con 4.000 galones de líquido.

Mientras tanto, las mezquitas están repartiendo agua. Una botella por familia, mientras la situación mejora. “Los libios siempre hemos tenido problemas de agua, ahora no tenemos el líquido, pero esto será pasajero. Ahora gozamos de lo más importante: libertad”, decía un rebelde en la fila para recibir su ración de agua.

A esta preocupación se le suman los altos precios en los productos básicos: la gasolina cuesta 20 veces más que antes de la insurrección y la leche vale el doble y es difícil de conseguir.

“La guerra en Libia no ha terminado y es necesaria más ayuda para derrotar por completo al régimen”, estimó el CNT, a pesar de que el dictador ha enviado varios mensajes para iniciar una negociación. “La propuesta de Gadafi, teñida de desesperación, es síntoma de que se siente derrotado, ya es tarde”, señaló el CNT.

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