Volteemos la cara hacia el Atoyac

18 octubre 2010

* La navegación en balsa sobre un tramo del cauce del poblanísimo Río Atoyac, practicado por un grupo de entusiastas jóvenes con la intención de hacer conciencia sobre la necesidad de rescatarle sus valores ecológicos originales, deja al descubierto un serio inconveniente en materia ambiental, pero que es distinto a la contaminación del río.

18 de octubre de 2010
Fuente: e-consulta
Nota de Juan Manuel Aguilar de la Peña*

Es preciso exponer el antecedente que la calidad de las aguas que conduce el Atoyac es la consecuencia directa, física, material de la calidad de los vertidos que a su cauce van incorporando con toda conciencia las poblaciones dentro de su cuenca, desde el nacimiento de los afluentes. La referencia en el tiempo de esta práctica se remonta a más de cuatro siglos.

La estrategia gubernamental para enfrentar el problema de la contaminación de los cuerpos de agua fue la emisión de normatividad técnico-ambiental, que ecologizaría las prácticas de vertido de aguas residuales a partir de parámetros de calidad, dejando al tiempo y a la naturaleza los procesos de autodepuración de lo vertido con anterioridad a la norma.

La estrategia no fue mala. La falta de recursos financieros hizo inoperable la disposición de dar tratamiento previo a las aguas residuales de los asentamientos humanos, mientras la falta de responsabilidad de autoridades y empresarios omitió el cumplimiento del obligado tratamiento de las aguas residuales de comercio e industria. Sólo las comunidades urbanas y empresas más importantes invirtieron en equipos de tratamiento y políticas de racionalidad, pero sus niveles de eficiencia en el vertido no son conocidos, mientras continúan vertiéndose las aguas sin tratar de una gran cantidad de comunidades asentadas en la cuenca.

El problema de la contaminación de las aguas del rio Atoyac, es cada día más complicado y costoso para ser solucionado. El gobierno de la administración federal actual incluyó en su Programa Nacional de Infraestructura 2007-2012, la asignación de tres mil millones de pesos para el saneamiento de la presa de Valsequillo, que incluye las corrientes que le aportan agua, en acciones que incluyen la construcción colectores y de plantas de tratamiento con capacidad de 6 m3/seg, por lo que los recursos financieros se encuentran en el presupuesto de la federación y una parte ya habría sido ejercida por el gobierno del estado.

El inconveniente, el más serio obstáculo para devolverle la función ecológica original al río Atoyac está representado por la falta de conocimiento de la complejidad de nuestra realidad ambiental. De ahí se justifica una pobre asignación de valores al medio ambiente en la planeación de los presupuestos públicos y privados.

De esta forma a la corriente del río se le han destinado conscientemente los usos más degradantes de su condición de cuerpo de agua, sin considerar los efectos que ello podría traer a la misma sociedad en primera instancia, y a la sustentabilidad del desarrollo de la región.

Darle la cara al Atoyac hoy, significa que la sociedad aprenda a entender el complejo problema ambiental y se despoje de la identidad consumista; que las universidades poblanas sobre todo la universidad pública, cuestionen su propia oferta académica que sigue ignorando a la naturaleza y la complejidad del ambiente en la formación de profesionales; que los gobernantes asuman su responsabilidad de identificar el problema ambiental de su circunscripción geopolítica y priorizar su atención en la propuesta y ejecución de sus programas públicos; que la iniciativa privada no simule la internalización de sus externalidades ambientales y promueva actividades de desarrollo limpio.

Una gran parte del estado de Tlaxcala le ha dado siempre la cara al río Zahuapan vertiendo sin el menor recato todo tipo de residuos y contaminantes a su cauce, tanto como lo vienen haciendo a los afluentes poblanos del río Atoyac, las comunidades asentadas en la zona poniente del estado de Puebla.

Ningún presupuesto podrá alcanzar para revertir los daños ambientales de nuestra actividad económica, porque el problema no está en los niveles de contaminación del río. El problema de la contaminación está en la falta de conocimiento e interés por conocerlo. Esa es la cara que debemos darle al río.

*Miembro del Colegio de Profesionales en Medio Ambiente y Desarrollo, A.C. y Secretario Ejecutivo del Consejo Estatal de Ecología del Estado de Puebla.

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