Crisis del agua = crisis alimentaria

09 junio 2008

Fuente: La Crónica de Hoy, 8 de junio de 2008

La crisis alimentaria actual es más una resultante de la especulación de los “brokers” de granos que de una falta real de los mismos. La producción de biocombustibles a partir del maíz es muy incipiente todavía como para afectar globalmente la distribución de otros alimentos humanos como el arroz o el trigo, o para animales como el sorgo.
La duplicación reciente de los precios no es porque se haya reducido súbitamente a la mitad la disponibilidad de granos, sino por la percepción de los grandes intermediarios de que la oferta no va a cubrir en el futuro la demanda a la vez tanto alimentaria como energética.
Esta semana que termina se llevó a cabo la cumbre de la Organización de Alimentos y Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas, en Roma, para analizar precisamente esta crisis. El presidente de Brasil, Lula da Silva, enfrentó con claridad esta supuesta falta de oferta al criticar a los Estados Unidos por ligar los alimentos con los biocombustibles, haciendo la comparación entre el colesterol “bueno” y el colesterol “malo”.
Los subsidios al agro y la producción de biocombustibles a partir del maíz amarillo producen un etanol “malo”, y en cambio la producción de etanol a partir de la caña de azúcar es un etanol “bueno”. Pero ¿cómo justifica Lula esta diferencia?
En primer lugar porque el etanol gramíneo1 (a partir de granos) produce sólo 1.5 veces la energía fósil utilizada para producirlos, en tanto el etanol de caña produce 8.3 veces la energía que se aplicó para producir la caña.
Contraatacando a sus críticos en Norteamérica que afirman que la producción de etanol de caña para producir biocombustibles causa la deforestación del Amazonas, afirmó con razón que únicamente el 1% del área cultivable de Brasil está dedicada al cultivo de caña de azúcar para la producción de etanol, y que todos estos cultivos se realizan en el sureste del país, cuando la principal deforestación ocurre en el noreste. Es evidente que la crisis alimentaria tiene dos causas ineludibles:
Primero la muy baja productividad en los países con mayores índices de mal nutrición. La producción de granos en estos países es entre una y una tonelada y media por hectárea.
Y la otra es el rápido incremento poblacional en las regiones más pobres del planeta: de los 850 millones de personas que hoy sufren de hambre, 820 millones viven en países en vías de desarrollo.
Esta Cumbre de la FAO, en Roma, falló en ratificar que el etanol y los biocombustibles producidos celulósicamente pueden ser una fuente de riqueza para muchas naciones del planeta. Ganó otra vez la ideología sobre el medio ambiente.
Existen desarrollos tecnológicos hoy día que nos abren una enorme cantidad de oportunidades para resolver esta crisis alimentaria, como es el incremento de la productividad, como es el manejo racionado de los organismos genéticamente modificados para incrementar la producción a la vez que se disminuye el uso de los agroquímicos, como plaguicidas y fertilizantes. Se tienen nuevos desarrollos para la producción de etanol de desperdicios agrícolas como los esquilmos del arroz.
Científicos chinos, por ejemplo, publicaron un nuevo método que incrementa dramáticamente la producción de un biogás limpio a partir de la paja del arroz. China es el mayor productor de arroz del mundo y esta industria da como resultado doscientos treinta millones de toneladas al año de paja de arroz de desperdicio, que son las hojas y el tallo que se abandonan después de la cosecha, Los campesinos chinos usualmente queman esta paja, incrementando la contaminación atmosférica y las emisiones de bióxido de carbono.
Otro desarrollo dado a conocer a principios de este año por la Universidad de Costa Rica, es la producción de biocombustibles cultivando algas marinas en el mar en grandes cantidades. Los océanos son el resumidero activo de carbono más grande del planeta, nuestros mares también reciben una proporción más grande de radiación solar planetaria de la tierra firme, particularmente en el cinturón tropical y subtropical en donde curiosamente la tierra firme es más escasa y la mayor parte de los hambrientos del planeta viven.
El potencial completo de los cultivos en el mar (la maricultura) ha sido reconocido apenas recientemente. La “Revolución Azul” de la acuacultura y la maricultura está creciendo exponencialmente al grado de que la FAO reconoce que de los años cincuentas a la fecha la producción ha crecido sesenta veces hasta 60 millones de toneladas en el 2004.
Las macroalgas que se usan para los biocombustibles no requieren de suelo y crecen simplemente atándolas a cuerdas flotantes, y como ya tienen toda el agua que necesitan no se ven sujetas a los cambios de la disponibilidad de agua para riego como los cultivos en tierra firme.
La preocupación de que cosechar grandes cantidades de algas para bioenergía podría tener efectos comparables en el bióxido de carbono atmosférico que la deforestación en tierra firme no tiene razón de ser si entramos al cultivo dirigido sin tocar las poblaciones naturales.
Como ejemplo del avance de este desarrollo, la línea aérea KLM ha lanzado oficialmente su programa de combustibles para avión alternos llamado AlgaeLink para producir keroseno a partir de algas cultivadas en el océano. Este otoño AlgaeLink abrirá dos plantas una en Holanda y otra en España para producir este tipo de combustibles.
Como comenté el domingo pasado, la crisis alimentaria tiene sus orígenes en el mal uso y desperdicio del agua, la baja productividad y la politización de un tema cuyas raíces vienen de hace décadas y que son estructurales.
El desarrollo sustentable implica que nos desarrollemos con conocimientos y nuevas tecnologías amables con el ambiente para satisfacer nuestras necesidades actuales, sin poner en riesgo la viabilidad de los ecosistemas, sin satanizar nuevos desarrollos, analizándolos a la luz de la razón.
Te invito a ver el día de hoy a las 11:30 am el programa “Vida Verde” que se transmite por el canal 412 de cable.
quimicoguerra@quimicoguerra.com
1 “etanol gramíneo” = etanol a partir de maíz, trigo, arroz, según L.M. Guerra, a diferencia del “etanol celulósico” a partir de esquilmos, rastrojos, aserrín, desperdicios madereros.
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