Desertificación: gran tema, poco interés

18 junio 2013

“En este Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, insto a la comunidad internacional a que responda al llamamiento que se hizo el año pasado en la Conferencia sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20) de evitar y revertir la degradación del suelo”, dijo el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon.

Bajo el lema “no dejemos que se seque nuestro futuro”, este año, el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía está dedicado a poner de relieve los riesgos mundiales que entrañan la sequía y la escasez de agua.

En un comunicado de prensa, Ban Ki-Moon dijo: “Es difícil evitar la sequía, pero sí se puede mitigar sus efectos. Dado que la sequía rara vez respeta las fronteras nacionales, exige una respuesta colectiva. El precio de estar preparados es mínimo en comparación con el costo del socorro de emergencia”.

Así, en vez de gestionar las crisis, la sugerencia es dar prioridad a prepararnos para las sequías y aumentar la resiliencia, poniendo en práctica plenamente los resultados de la Reunión de Alto Nivel sobre las Políticas Nacionales de Respuesta a la Sequía, celebrada en Ginebra el pasado mes de marzo.

 

EL MEXICANO, SUELO OLVIDADO

 

En México, “se calcula que 45% de las tierras están afectadas por la desertificación y la degradación, lo que representa aproximadamente 90 millones de hectáreas”, declaró el presidente del Consejo Mexicano para el Combate a la Desertificación, Gonzalo Chapela.

El investigador aseguró que México ha llevado a cabo esfuerzos para tratar el tema y que se han creado programas en distintas instituciones, pero que éstos están regados, sin una institución que los agrupe, “de ahí la propuesta de crear una instancia especializada en el tema, algo así como Conabio (Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad)”.

Y ya que México tiene convenios internacionales firmados en el asunto, casi de la misma fecha que el cambio climático, “creemos que es necesario que los funcionarios conozcan la importancia del tema, para luego avanzar a políticas concretas y con metas muy puntuales”.

“Hay 120 millones de hectáreas de tierra a las que se les puede y se les tiene que hacer algo y 60 millones se encuentran en grados avanzados de degradación”, sostuvo Chapela.

Esto es grave porque involucra temas de pobreza, seguridad alimentaria, regulación del flujo en las cuencas y vulnerabilidad frente al cambio climático. “Nosotros estamos convencidos de que con pequeñas iniciativas se pueden lograr grandes cambios y tener consecuencias positivas en la agricultura, ganadería y aprovechamiento forestal”.

Las principales formas de desertificación de las 120 millones de hectáreas son: 18% de pérdida de fertilidad en zonas agrícolas, principalmente entre la península de Yucatán; 12% pertenece a la erosión hídrica, referente a la pérdida del suelo, resultado del agua de lluvia o la de riego, que afecta principalmente a zonas de sierra.

Un 11% es causa de la erosión eólica, la pérdida del suelo por causa de los vientos extremos y se da entre los estados del norte (San Luis Potosí, Zacatecas, Guanajuato, Sonora, Baja California y Tamaulipas, principalmente), en los que la causa es la mala administración ganadera. Por último, se sabe que 8% de pérdida es por la salinización, dada entre los estados de cultivo como Oaxaca, en los que se afectan los productos y el suelo pierde potenciales.

“Las causas de la degradación de las tierras en el país son por una mala agricultura, 38.8%; mala ganadería, 38.4%; mala silvicultura, 16.4% y manejo insustentable, 93%”, añadió Chapela.

Ante la problemática en el país y en el mundo, el investigador consideró que lo primero es conocer y reconocer que la desertificación debería estar ocupando una agenda importante de acciones, “al mismo nivel que la de cambio climático”, porque están conectados entre sí.

Además, expresó que es urgente comunicar a los programas que existen para tratar el tema, así como alinear las reglas de operación para que los recursos aplicados al desarrollo rural tengan como efecto el incremento de la productividad de las tierras.

Y sin quitar el dedo del renglón, dijo: “Hay que establecer una instancia que atienda la problemática de la degradación de tierras”, pero también se tienen que revisar los temas de agricultura, silvicultura y ganadería, porque ya hay datos que nos dicen que las cosas se están haciendo mal.


18 de junio de 2013
Fuente:  El Economista
Nota de Elizabeth Ruiz Jaimes

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