¿Vivir sin plaguicidas?
28 marzo 2016El uso de plaguicidas ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, y si bien ha permitido aumentar la producción de los sistemas agrícolas, el estudio sobre sus efectos en la salud humana y en el medio ambiente ha llenado de preocupación no sólo a sectores relacionados con el estudio de los problemas que causan, sino también a gran parte de la población.
La información científica nos da a conocer la presencia de residuos de pesticidas en los alimentos, la contaminación de aguas subterráneas superficiales -como ocurre en el Mar Menor, según se ha informado en un estudio reciente- y sus efectos negativos sobre las abejas y otros insectos polinizadores, fundamentales para la agricultura. También se conocen las graves intoxicaciones que afectan a las personas que los utilizan si no toman estrictas medidas de protección y los problemas de salud de diverso tipo (cáncer, alteraciones del sistema inmunológico y hormonal, problemas neurológicos…) de la población en general que se asocian, cada vez con más evidencias, a la contaminación química de las más de 100.000 sustancias de síntesis que se utilizan en nuestras vidas diarias, entre ellas los plaguicidas de síntesis.
Esta situación ha hecho que exista un consenso para reducir el uso de plaguicidas y la utilización de sustancias con menor efecto negativo, y así se propone desde las administraciones públicas. Sin embargo, las medidas tomadas por las administraciones no están a la altura de la gravedad de los problemas, como señalan distintas organizaciones de defensa de la salud y del medio ambiente que proponen reducir el volumen de pesticidas en un 30% para el año 2020, en la línea de lo que ya se ha aprobado en Francia y en Dinamarca.
Las medidas tomadas por las administraciones no están a la altura de la gravedad de los problemas, como señalan distintas organizaciones de defensa de la salud y del medio ambiente
La acción activa de las administraciones, de los grupos políticos y de los propios ciudadanos es fundamental para llegar a esos objetivos. Así, en las elecciones autonómicas y municipales hasta 15 organizaciones ambientalistas solicitaron a los partidos políticos que se comprometieran con una reducción en el uso de pesticidas de síntesis en las comunidades autónomas y ayuntamientos. Algunos, como los de Barcelona y Madrid, ya han tomado medidas para evitar el uso de herbicidas con la materia activa Glifosato en consideración a sus efectos toxicológicos y sobre el medio ambiente.
En Murcia, el Servicio de Medio Ambiente del Ayuntamiento, siguiendo la normativa del R.D. 1311/2012 sobre el marco de actuación para conseguir el uso sostenible de los productos fitosanitarios, declara apostar por la reducción del uso de plaguicidas en jardines y parques urbanos, y obliga a la empresa concesionaria a informar sobre las materias activas, dosificación, toxicidad y forma de aplicación.
Sin embargo, esto no es suficiente: el mayor conocimiento de los problemas que causan los productos fitosanitarios, el aumento constante de su utilización y la necesidad de aplicar el principio de precaución, debe llevar a este ayuntamiento a dar un paso más y a proponer su sustitución progresiva por plaguicidas autorizados en agricultura ecológica, además de realizar campañas de sensibilización para un uso cada vez menor y más adecuado por parte de agricultores y ciudadanos en general.
A los ciudadanos nos queda informarnos sobre la situación actual del uso de plaguicidas, sobre sus ventajas y sus problemas, conocer si hay alternativas y cómo conseguirlo, y si pensamos que su reducción es una necesidad que redundará en el bien de la sociedad y del medio ambiente, pasar a ser ciudadanos críticos y activos con los medios más adecuados, tanto individual como colectivamente. ¿Vivir sin plaguicidas? Sí se puede.
Rafael Cordón Aranda es activista anticapitalista y miembro de Cambiemos Murcia
21 de marzo del 2016
Fuente: El diario.es
Rafael Cordón Aranda