Aumentan en 90% su consumo de agua los tapatíos

04 abril 2008

 

Milenio.com; viernes 04 de abril de 2008
El lago de Chapala se mantiene como principal resevra de agua de la ZMG. Foto: Tonaituh Figueroa

Más líquido en fuentes de abastecimiento, modernización de infraestructura y nuevos desarrollos favorecen mayor gasto. Pasó de 112 litros diarios por persona en 1999 a 212 en 2007. 

Guadalajara.- El año de 1999 es oficialmente el que registró el menor consumo de agua en la historia moderna entre los moradores de la zona metropolitana de Guadalajara: 112 litros diarios por persona.

Desde un año antes, y durante los siguientes cuatro, la política de aplicar tandeos (cortes parciales del suministro durante los meses de sequía) se hizo de forma progresiva parte de la vida cotidiana en la urbe, que por entonces se acercaba a 3.8 millones de personas y crecía a 40 mil habitantes por año, sumatoria aproximada entre nacimientos y migración.

Público, 11 de abril de 2002. “Los cortes de agua quincenales que padece 90 por ciento de las colonias de la zona metropolitana se prolongarán por lo menos otros seis meses; su eventual cancelación dependerá de los resultados que arroje el próximo temporal que se cierra en octubre, y de la consecuente asignación del líquido para el ciclo 2002-2003, destacó ayer el gerente de distribución del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), José Julio Agraz”.

Según el reporte del diario, el funcionario “dijo que hay actualmente un déficit de mil litros por segundo porque se extrae menos de las fuentes de abastecimiento: de Chapala, cinco metros cúbicos por segundo; apenas unos 300 litros de la presa Calderón y de tres a 3.2 m3 del sistema de pozos de los valles de Atemajac, Tesistán y Toluquilla. En total, entre 8.3 y 8.5 m3 por segundo, cuando las necesidades de los moradores de la urbe ascienden al menos a 9.5 m3 por segundo”.

“Los tandeos son la forma como se ha debido enfrentar esta escasez, pero se ha tratado de perjudicar lo menos posible a cada ciudadano, y debo decir que en su mayoría entienden el problema y han recibido bien la medida”, abunda el texto.

En esas fechas, el corte del suministro se vivía una vez cada quince días, aunque los problemas de fugas y mantenimiento en la red de distribución a veces los prolongaban horas o días más. Pero la situación cambiaría pronto, en buena medida porque llovió copiosamente.

En 2007, la publicación Situación del subsector Agua potable, alcantarillado y saneamiento, de la Comisión Nacional del Agua, reveló un vuelco en el consumo del líquido en la metrópoli: 212 litros por persona al día. Un crecimiento o recuperación de 90 por ciento en comparación con 1999.

Las causas no son difíciles de entender, pero arrojan una estela de preocupación ante la oportunidad aparentemente perdida de generar una cultura del uso de agua más racional y mesurada. Hoy, el riego en jardines privados y públicos vuelve a ser común a pleno mediodía, mientras la ciudad ya tiene 4.2 millones de inquilinos, y continúa su crecimiento.

Qué sucedió

Público, 2 de noviembre de 2004. “El lago de Chapala luce como en sus mejores tiempos, aunque el nivel de agua registrado ayer apenas ocupa el número 68 de todos los ciclos medidos desde el año 1900. Eso significa que, antes de 1980, la constante era un embalse por arriba de la cota 96.13. De hecho, así fue en 67 de 80 años. Después de 1980 la situación se descompuso al grado que en 2004 los jaliscienses festejan como excepcional lo que era un almacenamiento común para los abuelos e incluso los padres de la actual generación”.

¿Cambio climático, derroche agrícola, destrucción de bosques y zonas de recarga, sobrepoblación? Los expertos ven en una mezcla de estos elementos la causa de la profunda crisis que se ha vivido en la cuenca Lerma-Chapala en las últimas décadas.

Abundaba el texto: “Desde hace más de dos decenios, sus ciclos de sequía se han extendido y sus periodos de recuperación son más cortos. Tan sólo en mayo de 2002 estuvo en el segundo nivel más bajo del siglo [cota 91.07], algo que fue borrado en 2003 por el mejor temporal que se ha registrado desde 1958: la alzada de nivel fue de 3.23 metros, sólo inferior a los 5.02 metros registrados hace 46 años”.

Ese mismo año, el entonces director del SIAPA, Antonio Aldrete Flores, aseguraba que la política de tandeos era cosa del pasado, pues las copiosas lluvias también habían traído un sustancial incremento del volumen almacenado en la presa Calderón, mientras los pozos de agua de Tesistán, Atemajac y Toluquilla aumentaban sus aportaciones.

También en esa época se terminaron los trabajos de restauración del acueducto Chapala-Las Pintas y del viejo acueducto que pasa por Atequiza, lo que permitía extraer al tope la concesión de agua que tiene la ciudad en el mayor lago del país.

El caso Toluquilla merece mención aparte: sus 27 pozos, aflorados y equipados desde 1987, no podían ser aprovechados debido a su elevada contaminación por diversos metaloides (arsénico, boro, fierro y manganeso). En agosto de 2006, con la puesta en operación de una planta potabilizadora de alta tecnología, se pudo dotar a la ciudad de mil litros por segundo extra.

La bonanza evidente hizo que se eliminaran restricciones en las “factibilidades” otorgadas por el SIAPA. Si, a finales de los años noventa, la política era restrictiva ante la incertidumbre de poder dotar del líquido, ahora se trataba de eliminar esa mesura ante la abundancia del agua y la aparente certeza de que los nuevos proyectos de dotación, centrados en la construcción de la presa Arcediano, daban un panorama halagüeño al desarrollo citadino.

Los datos oficiales confirman ese optimismo: cuando entre en operación el sistema Arcediano, habrá alrededor de diez m3 por segundo más de agua, sin que por ello se cierren las otras fuentes de abasto. En quince o 20 años, la variedad de fuentes dará sustento a una ciudad de más de seis millones. ¿De verdad alcanzará?

No hay un político del gobierno jalisciense que lo ponga mínimamente en duda.

De dónde vienen los datos

La evolución del consumo de agua en las grandes metrópolis de México ya tiene registros más o menos confiables desde hace casi un decenio. En el caso de la CNA, la primera publicación de la Situación del subsector Agua potable, alcantarillado y saneamiento fue en 1999. La edición de 2002 ofrece un histórico de consumos en su anexo 1e, denominado “volumen de agua suministrada, gasto familiar por servicio de agua potable”, en todas las capitales estatales del país.

Para Guadalajara, reporta la siguiente evolución del consumo: 180.6 litros por persona al día, en 1997; 114.5 litros en 1998; 112 litros en 1999; 123.7 litros en 200 y 113.5 litros en 2001. El dato no toma en cuenta el amplio volumen de pérdidas de agua que se da antes del ingreso a los domicilios.

De estas cifras deprimidas de los noventa, se pasó al aparente reinicio de un ciclo de alto consumo: la publicación de 2007 reporta para Guadalajara, en su anexo 2a, un per cápita diario de 212 litros, que todavía puede calificarse de moderado, pero ya corresponde a un momento de abundancia del recurso.

Los siguientes años demostrarán si la posibilidad, que la crisis de escasez trajo, de crear una “cultura del agua” para su consumo racional, no fue simplemente otra oportunidad perdida.

Agustín del Castillo/Milenio.com

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