Abunda en Texas el agua salina, pero no es sencillo aprovecharla

14 enero 2014

Se calcula que bajo la superficie de Texas existen cientos de trillones de galones de agua salina, cantidad que según algunos, podría solucionar de una vez por todas la sed del estado. Sólo hay algunos problemas con el agua: contiene demasiada sal y otros sólidos disueltos como para que resulte segura de beber, mientras que tratarla implica un gasto significativo y regular su extracción –lo mismo que en el caso de toda el agua subterránea texana– ha resultado complicado. ‘Nunca se nos ocurrió que los reguladores debieran tener autoridad sobre el agua salobre’, dijo el senador estatal republicano por Horseshoe Bay, Troy Fraser, director del Comité de Recursos Naturales del Senado. ‘Determinar esto va a tomar tiempo… se trata de una frontera completamente nueva que no estamos seguros cómo vamos a manejar’. Si bien hasta ahora en Texas generalmente se bombean los mantos acuíferos para obtener agua dulce, la mayoría contienen asimismo una cantidad considerable de agua salina.

A menudo esta agua salina es localizada en una capa distinta de la formación del acuífero. Pocos cuestionan que el tratamiento a escala masiva de dicha agua salobre, a través de una técnica conocida como desalinización, serviría mucho para resolver el problema del agua en el estado.

Algunos, incluyendo la compañía química Dow Chemical de Freeport, han aprovechado desalinizando agua de mar cercana, pero para la mayoría de los sistemas de agua pública, la opción más práctica consiste en extraer del subsuelo agua salina. Dicho recurso no es tan salado como el agua de mar y, por lo tanto, su tratamiento resulta menos caro.

Sin embargo, persisten dudas en torno a cómo lograr acceso y utilizar los aproximados 880 trillones de galones de agua salobre que existen bajo la superficie estatal.

Las leyes estatales estipulan que los distritos para la conservación de agua subterránea establezcan objetivos para los mantos acuíferos cuya regulación está a su cargo, a efecto de asegurarse de que el exceso de extracción no los agote. Pero la regla sólo existe de manera explícita en lo referente al agua dulce del subsuelo.

Fraser señaló que el hecho de si los distritos deban tratar igual el agua subterránea salina y el agua fresca constituye una pregunta abierta, a pesar de que abunda mucho más el agua salobre. ‘¿Existe alguna razón para tratar de conservarla, de hacer que perdure?’, cuestiona. Además, en numerosas zonas de Texas hay grandes inquietudes de que bombear las capas de agua salina del subsuelo pueda provocar que ésta se mezcle con el agua dulce.

‘No es como si tuviéramos una tina de baño con agua salina separada y una tina separada con agua dulce’, explicó Stacey Steinbach, directora ejecutiva de la Alianza de Distritos de Agua Subterránea de Texas. En ciertos mantos acuíferos, podrían existir a niveles distintos fuentes de agua salobre y de agua dulce sin probabilidades de mezclarse. En otras, podrían fluir juntas en el mismo nivel.

‘Si uno extrae el agua salina, definitivamente va a tener impacto en la dulce’ en ciertas áreas, dijo Robert Mace, subadministrador ejecutivo en el Consejo para el Desarrollo de Agua de Texas (TWDB, por sus siglas en inglés). Más cerca de la Costa del Golfo, los efectos podrían ser severos debido a que ambos tipos de agua fluyen en la misma capa o en capas que se localizan muy cerca una de otra.

Pero en otros mantos acuíferos, la situación es distinta. El TWDB ha identificado el acuífero Carrizo-Wilcox como uno de los que poseen mayor potencial para producir agua superficial salina. En dicha capa, el agua salobre y dulce se hallan a cientos de pies de distancia. ‘Cuando uno extrae esa agua salina más profunda, los efectos tienen que alcanzar hasta ese esquisto y arcilla antes que se afecte el agua dulce’, agregó Mace.

Pero el Distrito de Conservación de Agua Subterránea Evergreen del sur de Texas, uno de numerosos distritos que regulan el Carrizo-Wilcox, parece diferente. El Sistema de Agua de San Antonio (SAWS) tenía la esperanza de aprovechar el agua salobre del subsuelo en los límites del distrito Evergreen, pero los planes se vieron obstaculizados por las advertencias de que el distrito podría suspender a criterio la extracción, si es que surgiera alguna inquietud en el sentido de que dichas actividades pudieran afectar la dotación de agua dulce del manto acuífero.

La regla del distrito pudo haber causado que ‘cientos de millones de dólares en infraestructura se detuvieran prácticamente de la noche a la mañana’, dijo Steve Kosub, abogado del Sistema de Agua de San Antonio. ‘El agua salina es una fuente distinta del agua dulce, y se debe tratar de diferente manera’. El SAWS tuvo que extraer agua superficial salobre del sur del Condado Bexar, donde no hay distritos de conservación del agua en el subsuelo.

Para complicar aún más el asunto, todavía no existe un consenso científico en lo relacionado a exactamente cuánta agua salina existe en la superficie de Texas y dónde se encuentra. Ni siquiera está claro cómo definir ‘agua salina’. Durante la sesión 2013, varios legisladores estatales presentaron proyectos de ley que codificarían el agua salobre como cualquier agua con un nivel de Sólidos Totalmente Disueltos (TDS) –entre los que se incluyen minerales, sales y metales– de entre mil y 10 mil miligramos por litro. (En cambio, el agua de mar por lo general contiene un nivel de TDS superior a los 35 mil miligramos por litro).

No todos están de acuerdo con dicha definición. Steinbach señaló que una amplia proporción de agua de los mantos acuíferos a la cual los distritos consideran ‘agua dulce’ posee un nivel por encima de los mil. Si súbitamente lo anterior se conociera como agua superficial salina, y los legisladores permitieran que su regulación fuera mucho menos estricta, podría haber consecuencias.

‘¿Perdemos nuestra capacidad para proteger realmente esta agua de la contaminación? Ya sean 900 o mil 100 miligramos por litro, sigue siendo agua valiosa que se puede beber’, dijo Steinbach.

Debido a que ninguna de las iniciativas claves relacionadas con el agua salobre de la superficie se aprobaron en el 2013, la definición aún está debatiéndose. Asimismo continúa habiendo esfuerzos, todos los cuales fracasaron en el 2013, para destinar más fondos a efecto de estudiar la cantidad y ubicación de los abastecimientos subterráneos de agua dulce, así como la viabilidad de la desalinización a gran escala, un propuesta cara. En el estado de Texas solamente existen en la actualidad unas cuantas docenas de plantas desalinizadoras, en su mayoría pequeñas.

El método exige mucha más electricidad que el tratamiento convencional del agua dulce, y las instalaciones desalinizadoras deben deshacerse también de enormes montos de desechos salados –en ocasiones inyectándolos al subsuelo, precisamente como disponen de su propia agua de desecho muchas extractoras de petróleo y gas.

Pero sea cual sea el costo ambiental o económico, muchas personas involucradas aún creen que los beneficios superan con mucho el costo y que la extracción de agua subterránea salina y las plantas desalinizadoras se volverán la norma en los decenios por venir.

‘Se trata de fuentes enormes, enormes, de agua’, dijo Kosub. Si resulta que extraer del subsuelo agua salobre afecta ciertas fuentes de agua dulce, agregó, existen medios para contener el problema, como tratar a gran escala el agua contaminada; descontinuar cualquier extracción de agua salina subterránea no es la solución.

‘No es algo que vaya a causar estragos’, indicó Kosub en torno a los costos de la extracción de agua salina del subsuelo. ‘Es algo que va a tener que ser abordado’.


14 de enero de 2014

Fuente: El Diario de El Paso / Neena Satija

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