Lluvias e inundaciones en la Ciudad de México

18 septiembre 2017 Agua

Por su ubicación geográfica y  su vocación lacustre, la Ciudad de México está en un permanente riesgo de sufrir inundaciones. Su establecimiento en el centro de un enorme lago, marcó el destino de lo que hoy estamos viviendo.

México-Tenochtitlan fue construida a dos metros promedio sobre el nivel del lago de Texcoco, lo que provocaba afectaciones e inundaciones durante la época de lluvias. Así, desde su fundación ha existido la preocupación de desalojar el agua que se acumulaba en esas temporadas.

En 1446 a raíz de una inundación de la ciudad completa, antes de la llegada de los españoles,  se construyó el abarradón de Nezahualcóyotl, con una longitud de 16 km que iba desde el cerro de Atzacolco hasta Iztapalapa, y cuyas compuertas permitían verter las aguas del lago de Texcoco en época de estiaje y contenerlas en época de lluvias (a la porción occidental del albarradón se le llamó lago de México).  Ejercía una función de regulación de las crecidas.

 

Isla de Tenochtitlan vista desde el Cerro de la Estrella, Tomás Filsinger.

 

Posteriormente, después de la guerra de conquista, inició el proceso de desecación del lago; en 1579 hubo una inundación luego de que se sustituyera el antiguo albarradón de Nezahualcóyotl por otro más cercano, que llegaba al centro de la ciudad. Posteriormente, el Virrey Martín Enríquez realizó una obra de restitución de diques y calzadas, pero la Ciudad se volvió a inundar en 1604.

A consecuencia de otra inundación en el año de 1607 se optó por ejecutar la  propuesta de Enrico Martínez, consistente en desaguar el valle mediante una zanja que uniría el lago de San Cristóbal o Xaltocan, y el lago de Zumpango; este a su vez  se conectaría  por medio de un desagüe a través de una galería subterránea practicada en el cerro de Nochistongo,  al río Tula,  y desembocaría hasta terminar en el Golfo de México (1). Esta obra tuvo muchos contratiempos, estuvo muchos años  en construcción y terminó convirtiéndose en lo que hoy se conoce como el Tajo de Nochistongo; actualmente forma parte del Sistema Emisor Poniente. Durante su período de construcción se presentaron numerosas inundaciones en la Ciudad, destacando la de 1629. Su construcción culminó en julio de 1788, con una longitud de 12.9 km. (2)

En 1866 inició otro proyecto: la  construcción del Gran Canal del Desagüe, proyectado por Francisco de Garay, quien fue nombrado por el emperador Maximiliano de Habsburgo como “Director exclusivo y responsable e inspector de todos los trabajos en relación con la cuestión de las aguas en el Valle de México”. Dicha obra se vio interrumpida por la guerra de Reforma, y Porfirio Díaz la inauguró hacia el año 1900. El proyecto consta de un canal de 47.5 kilómetros que inicia al oriente de la ciudad y concluye cerca del pueblo de Zumpango, en dónde se conecta con un túnel de 10.2 kilómetros hacia Tequixquiac y al final  con un tajo de 2.5 kilómetros que se une al río Tequixquiac.  Debido al crecimiento poblacional, el Gran Canal ha perdido su capacidad de desalojo, limitándose a un máximo de 40 m3/s;  asimismo por el hundimiento de la ciudad, se tuvo que recurrir a la construcción de una Estación de Bombeo ubicada en el km 18+600 para su operación.

Ante la presencia de nuevas inundaciones, de 1937 a 1942 se contruyó el Túnel de Tequixquiac II: con 11 km de largo, 4 de diámetro y 100 metros de profundidad.

Nuevas inundaciones se sucedieron en la Ciudad, destacando la de julio de 1951, que tuvo grandes proporciones.

En 1971 se inició la construcción del Drenaje Profundo y Emisor Central, una obra consistente en 153 km de túneles de 5 metros de diámetro, con una profundidad de 240 metros y un colector de 6.5 metros de diámetro que desemboca en el río Tula.

En seguimiento a estas obras para drenar el Valle de México, en agosto de 2008  inició  la construcción del Túnel Emisor Oriente, otra obra de drenaje profundo, con 62 km de longitud, 7 metros de diámetro y una capacidad de desalojo de hasta 150 mil litros por segundo. Esta obra aún  en construcción, inició sus trabajos con un presupuesto aproximado de 15 mil millones de pesos, pero ahora tiene un costo estimado de 32 mil 911 millones 275 mil pesos. (3).

Paralelamente, se realizan obras complementarias en el área conurbada de los municipios de Chalco, Ixtapaluca, Los Reyes-La Paz, Chicoloapan de Juárez, Nezahualcóyotl y Chimalhuacán, los cuales drenan sus aguas residuales y pluviales hacia el Río de La Compañía, mediante 21 plantas de bombeo que se ubican en sus márgenes.

El Gobierno Federal, a través de la Conagua y el Fideicomiso 1928, que fue creado para proyectar y construir las obras para el Saneamiento de la Cuenca del Valle de México, está construyendo el Túnel Río de la Compañía, que da inicio en la Planta de Bombeo 12, ubicada aguas arriba.  Este cauce confluye con la Autopista México-Puebla, y termina en la lumbrera 6 del Túnel Río de los Remedios (actualmente también en construcción). En el sitio de confluencia de ambos túneles, se tiene proyectada una planta de bombeo que descargará su caudal a la Laguna Casa Colorada, donde se regularán los escurrimientos para posteriormente regresarlos al Dren General del Valle, y de esta manera conducir los escurrimientos a través del Canal de la Draga, hasta el Gran Canal del Desagüe.

En síntesis, el Sistema Principal de Drenaje está formado por diferentes elementos, entre los que figuran presas y lagunas de regulación, colectores, estaciones de bombeo, colectores semiprofundos, cauces, canales y túneles profundos, entre otros.

Ante el régimen de lluvias del Valle de México y su vocación lacustre, parecería que cualquier obra será insuficiente para desalojar el agua; sin embargo, la cantidad de habitantes que tiene la cuenca de México hace indispensable contar con una planeación de obras que contribuyan a mantener un equilibrio entre la cantidad de agua que recibe esta región, sea por lluvias y/o por la importación de agua de otras cuencas y el volumen que se canaliza al Estado de Hidalgo en la cuenca del Río Pánuco.

La inversión en infraestructura por sí sola no soluciona el problema, en tanto se sigan desatendiendo temas como:

  • El crecimiento de la ciudad y su planeación;
  • la conservación de áreas naturales que permiten la filtración del agua hacia los mantos acuíferos (reduciendo con ello: la presión que se ejerce sobre la red de alcantarillado y el hundimiento de la ciudad) y que evitan la erosión del suelo y el deslizamiento de tierra;
  • la ampliación de la red de drenaje con base en el incremento de la densidad poblacional y a los requerimientos de interconexión de las diferentes zonas;
  • el aprovechamiento del agua pluvial y su reúso, además de la reducción del consumo per cápita del agua que disminuya su sobreexplotación, particularmente la proveniente del subsuelo;
  • concientización de la población para evitar que la disposición de desechos sólidos obturen el drenaje; el desazolve del drenaje;
  • coordinación entre los diferentes órdenes de gobierno.

Toca a los gobiernos Federal, del Estado de México y de la Ciudad de México dar un mantenimiento adecuado a los sistemas de drenaje y alcantarillado para reducir al máximo su colapso. La transparencia en el manejo de los presupuestos destinados a dichas obras es vital para su éxito y desarrollo.

Por otra parte, la participación de la ciudadanía es muy importante para contribuir a que las inundaciones sean de menores dimensiones: el hecho de no arrojar basura a barrancas y coladeras reduce significativamente la posibilidad de que tapen los sistemas de alcantarillado.

Bibliografía

1. Ernesto Aguilar Garduño, Javier Aparicio y Alfonso Gutiérrez López. Sistema de drenaje principal de la Ciudad de México. Gaceta IMTA Número 4, agosto de 2007.

2. Sistema de Aguas de la Ciudad de México. EL GRAN RETO DEL AGUA EN LA CIUDAD DE MÉXICO. 2012.

3.  Excelsior 21/07/2016, http://www.excelsior.com.mx/comunidad/2016/07/21/1106237 )

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