Alcalde frustra la planta de aguas residuales más grande de América Latina

30 junio 2016

Foto: Independiente de Hidalgo
 

Resulta que, por increíble que parezca, la megaobra, que es considerada la planta tratadora de aguas residuales más grande de América Latina, se encuentra detenida desde noviembre de 2015 gracias a que el alcalde perredista de esa demarcación Edgar Reyes Martínez decidió clausurarla. Según el servidor público, el consorcio operador Aguas Tratadas del Valle de México (ATVM) no ha pagado al ayuntamiento que dirige el costo de la licencia de construcción.

Según José Luis Luege Tamargo, exdirector de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en tiempos de Felipe Calderón, cuando comenzó la obra en 2010, ATVM pagó al citado ayuntamiento 24 millones de pesos para obtener los derechos de licencia de construcción, además de otros permisos y derechos.

Pero de acuerdo con Reyes Martínez, ATVM no pagó lo que debía, por lo que ahora tiene que erogar 230 millones de pesos “más recargos e intereses”, según el artículo que escribió Luege Tamargo en marzo pasado para el diario El Universal y que tituló “Frena corrupción la planta de Atotonilco”. La cuenta total a cargo de ATVM para que la planta pueda funcionar asciende a ¡570 millones de pesos! Una vez que cubra esta cantidad, entonces el ayuntamiento quitará los sellos de clausura.

Eso sin contar que, según cifras proporcionadas por Luege en su artículo referido, cada día se pierde un millón de pesos como consecuencia de que maquinaria pesada esté parada y de que trabajadores se encuentren fuera de acción, además de otros conceptos que tienen que ver con el contrato de asociación pública-privada que el gobierno federal firmó con ATVM.

Recordemos que desde que llegaron los españoles al Valle de México comenzó la obsesión de desecar sus viejos lagos. Hoy esa titánica tarea continúa y parte de la infraestructura que sirve para desalojar el exceso de agua, no solo pluvial sino residual del Valle de México, se concentra en el sistema de drenaje profundo del Túnel Emisor Central y en el Túnel Emisor Oriente, desagües que justamente confluyen en el río Tula que hoy es, quizá, el drenaje más caudaloso del mundo.

Durante años así ha funcionado. El Valle de México ha expulsado sus aguas negras y pluviales hacia otro valle: el del Mezquital, donde los campesinos del distrito de riego 03 de Tula las aprovechan para sus cultivos. Y debido a los componentes orgánicos que contiene esa agua cruda, sin tratar, resulta hasta cierto punto benéfica para el crecimiento de las hortalizas.

Pero la llegada de esas aguas sin tratamiento también fomenta la presencia de otros contaminantes, entre ellos metales pesados como cromo, níquel y cobre, cuya concentración en suelos agrícolas del Mezquital rebasa los valores considerados normales, esto de acuerdo con la tesis titulada Determinación de metales pesados en suelos agrícolas del Valle del Mezquital (Acosta Álvarez Marcos Martín. 2007. Pachuca, Instituto de Ciencias Básicas e Ingeniería de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo).

Y pese a que la conducción del agua residual y su depósito en las presas Requena y Endhó la proveen de un tratamiento primario, según explica el mismo documento, lo ideal es que sea depurada en la PTAR, que por cierto ofrece tecnología de punta que prevendría aún más la contaminación del suelo del Mezquital.

Este caso es un ejemplo claro de cómo la voracidad de los políticos que nos gobiernan, sin importar el partido del que hayan emanado (el de Atotonilco de Tula es perredista), distorsiona el ejercicio de gobierno, da al traste con un esfuerzo, como el de la operación de la PTAR.

Si se pusiera a funcionar esa planta, que costó arriba de 10 mil millones de pesos construir, y que tiene capacidad para tratar 23 metros cúbicos de agua por segundo, los productores y habitantes del Valle del Mezquital tendrían mejores condiciones de vida.

Ese caso también puede explicar que gran parte de la crisis ambiental que vive la ZMVM y el país se debe a la corrupción. De nada servirán las medidas de mitigación si los políticos de todos los niveles de gobierno siguen considerando el cargo público como un medio de ascenso social. Si seguimos así, estamos perdidos.


29 de mayo de 2016
Fuente: El Independiente de Hidalgo
Nota de Jorge A. Romero

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