Ante indiferencia del municipio, tlacotalpeños levantan campamentos

31 agosto 2010

30 de agosto de 2010

Por Rodrigo Barranco

Unas 150 personas de Tlacotalpan que no pudieron llegar a los albergues, dado que el elevado nivel del río Papaloapan les impide llegar a la cabecera, se instalaron con improvisados campamentos sobre un carril de la carretera Tlacotalpan-Veracruz, a la espera de ayuda.

A pesar de que llevan 5 días con sus casas bajo el agua, hasta el momento no han sido atendidos y están molestos contra la alcaldesa priísta Esperanza Burela Villegas. Por donde uno se pare, brotan con facilidad los comentarios contra Burela Villegas, quien recientemente declaró que sus paisanos están acostumbrados a las inundaciones y por eso no representaban una desgracia.

Los colonos, la mayoría pescadores y trabajadores de la ganadería, gente de escasos recursos, confiaron que no pudieron trasladar sus pertenencias a un lugar seco y por eso mejor las colocaron sobre la carretera.

De la vialidad mencionada, de hecho, únicamente opera un carril, ya que la gente se apoderó de la otra mitad para estar en una parte alta sin ser alcanzados por las corrientes del Papaloapan, que fluye al Golfo de México a unos 30 metros.

Esta gente, por años ha vivido en humildes viviendas edificadas en la planicie en medio de la carretera citada y el río Papaloapan, rumbo a la cabecera municipal. Al comenzar los desfogues en las presas Cerro de Oro y Temascal, en Oaxaca, fueron los primeros en ver el agua dentro de sus moradas.

Mientras hay luz de día, a toda persona que pasa en vehículo frente a sus campamentos, le solicitan apoyos. Cuentan que se la han pasado comiendo frijoles enlatados, tortillas y agua.

Solicitan comida, cobertores y plásticos para taparse de las lluvias las cuales no cesan en la región.

Lanzaron un llamado al gobernador Fidel Herrera para que les envíe despensas, ya que sospechan que la edil se está quedando con los apoyos canalizados desde el DIF estatal.

En un recurrido por el lugar, el olor a putrefacción golpea el olfato. Docenas de cerdos, aves domésticas y algunas cabezas de ganado yacen muertas en medio de las aguas. Los colonos lamentan que por el estado de descomposición, no pueden aprovechar su carne.