Colombia: La deuda con el agua

13 agosto 2012
13 de agosto de 2012

Fuente: ElUniversal.com.co

Por Eduardo Durán Gómez
Se dice que Colombia es el tercer país del mundo con mayor riqueza de fuentes hídricas, lo que nos hace pensar que somos unos verdaderos privilegiados con este recurso vital.

Contrasta esa noticia con la poca cultura que se ha logrado sembrar entre los colombianos, para aprender a apreciar esa riqueza que tenemos y para saber cuál debe ser su aprovechamiento idóneo e ideal.

Estos fenómenos climáticos irregulares que nos están asistiendo en los últimos años, son el resultado de un manejo torpe y brutal contra nuestro ecosistema, pues abusamos de esas preeminencias que nos ha dado la naturaleza, hasta el punto de atropellar de manera descarada todas las fuentes de riqueza ambiental.

El agua se desperdicia, las fuentes se contaminan, a los cauces se les despoja de sus montes y bosques y los instrumentos de conservación nunca se compadecen con el daño que habitualmente se causa.

Todo concluye en que en nuestro país hace falta una inversión muy importante en dinero, para sembrar la educación que se requiere, contemplando un plan estratégico que identifique todas las acciones que es necesario poner en marcha, para que el ciudadano sea consciente de su responsabilidad y para que el Estado pueda asistir con los elementos indispensables que se necesitan, para actuar de manera efectiva sobre lo que realmente se requiere.

En el país vemos la presencia de muchas organizaciones sin ánimo de lucro que tratan de actuar con todo lo que pueden para contrarrestar los efectos negativos de este flagelo, pero sus esfuerzos nunca son suficientes porque no cuentan con los recursos indispensables para emprender campañas de verdadero impacto que signifique combatir el problema de manera determinante y con resultados apreciables.

Es lamentable que muchos municipios ya están perdiendo sus inversiones en materia de acueductos, porque sus fuentes se han agotado o están próximas a desaparecer. Todo ello porque nunca se les dijo cual era su responsabilidad en la conservación de esos recursos y en lo que tiene que ver con las acciones complementarias para poderlos enriquecer, apelando a instrumentos de conservación, de cuidado de los caudales y de fomento de siembras de árboles que permitieran determinar el enriquecimiento del ambiente.

Hoy, podemos afirmar, ningún municipio de Colombia tiene suficientemente claro ese papel que debe desempeñar y el resultado está a la vista: un país que padece ya efectos dramáticos sobre la población, en donde las futuras generaciones tendrán que sufrir las consecuencias de la desidia de sus antepasados.

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