Dios da el agua pero no la entuba

30 abril 2012

28 de abril de 2012
Fuente: Ecosistemas Urbanos Sostenibles
Nota de  Luis Zambrano


Tunel Emisor Oriente Foto: Conagua
Hace un par de meses surgió una crisis con el Sistema Cutzamala, sistema de infraestructura hidráulica que abastece del 30% del agua que se utiliza la Ciudad de México. Tanto el director de la CONAGUA, el Ing. José Luis Luege Tamargo, como el director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, el Ing. Ramón Aguirre, dieron entrevistas en todos los medios minimizando la crisis. Los escuché en una estación de radio, en entrevistas por separado, y ambos repitieron la frase que titula esta publicación: “Dios da el agua, pero no la entuba”.
Esta frase describe muy bien el porque estamos como estamos en cuanto al manejo de agua. En primer lugar, la frase adjudica a una deidad la responsabilidad por lo que le hacemos a la naturaleza. Si el río se desborda o el lago se seca, es por el capricho de una divinidad que está enojada porque nos comportamos como Sodoma y Gomorra, y no porque con nuestras acciones estamos destruyendo el Suelo de Conservación. Pero la segunda parte de la frase es más ilustrativa, habla de que lo único que podemos hacer los humanos sobre la provisión de agua es usar “el tubo”.

Desde hace 400 años, el tubo ha sustentado la filosofía en el manejo de agua en la ciudad. En la colonia se construyó el primer gran drenaje para evitar inundaciones: el Tajo de Nochistongo. La versión moderna es el Túnel Emisor Oriente (TEO) que es “el Gran Tubo”.  Pero es evidente que, después de 400 años, no ha funcionado tratar el problema del agua en la Ciudad  de México “a tubazos”. Nuestros problemas de agua empeoran día con día y ahora estamos concentrados en echarle la culpa a la basura en el drenaje. No vemos que el problema está en la filosofía con la que hemos tratado al agua. Para empezar a evitarlo, primero hay que identificar el problema, por ello a continuación enlisto los proyectos que buscan resolver la escases del agua bajo el paradigma del tubo:
Tajo Nochistongo. Fuente: Conagua
a) Traer agua del Golfo de México.
Esta idea busca abastecer a la ciudad de agua a partir de las zonas de donde sobra: el mar. Para lograr esto, el agua se tiene que desalinizar, potabilizar, transportar unos 300 kilómetros y elevar más de 2 mil 500 metros para que “brinque” la cordillera y llegue al Valle de México. Esto parece ser una buena idea, tan buena que la naturaleza lo hace gratis todos los años durante la época de lluvias. Toma el agua del mar, la evapora y purifica, la acarrea muchos kilómetros y la sube hasta nuestro valle en forma de lluvia. Y nosotros la regresamos contaminada, pues la juntamos con el drenaje, directo al Golfo de México, gracias al Túnel Emisor Oriente (el papá de todos los tubos). Sin embargo, este proyecto ya se imagina el diseño de las bombas que tendrían que subir esa agua desde el maravilloso puerto de Veracruz hasta el valle Tenochca. ¿Cuanta energía necesitaríamos para eso? No importa, eso lo resolverá otro aparente dios, el de la tecnología.
Tajo Nochistongo a principios de Siglo. Fuente: Conagua
b) Traer agua que se encuentra a 2 mil metros de profundidad.
El GDF está buscando científicos e ingenieros que le ayuden a obtener agua de un acuífero que está muy abajo. Al principio uno pensaría en la electricidad y el tipo de bombas que necesitaría  un proyecto así. Pero los geomorfólogos explican que en realidad esa agua se encuentra bajo una presión que la ayudaría a subir unos mil quinientos o mil setecientos metros, lo que reduciría el costo, pues “sólo” tendría que bombearse unos 500 metros. Sin embargo, las aguas que están a esa profundidad por lo general tienen metales pesados o sulfuros. Por lo que habría que gastar en purificarla, y si falla la planta purificadora, el riesgo no es una infección estomacal, sino problemas de salud más serios generados por este tipo de contaminación, como enfermedades autoinmunes o cáncer generado por estar expuestos a concentraciones altas de metales pesados o sustancias organocloradas.
Tunel Emisor Poniente. Fuente Conagua
c) Generar mecanismos a base de tubos para infiltrar el agua de lluvia.
El GDF ya está listo para comenzar a infiltrar mecánicamente el agua de lluvia, con un previo tratamiento, al acuífero. La lógica es, si el acuífero está sobre explotado, inyectémosle el agua de lluvia. Así, gastaremos dinero en: 1) Purificar el agua lluvia, 2) Inyectarla al acuífero y posteriormente 3) Extraerla del mismo y 4) Volverla a purificar. Me pregunto ¿por qué, en vez de bajarla a los acuíferos, no la dejamos arriba de una buena vez? La respuesta está en la falta de espacio, ya que este es uno de los recursos más importantes de la ciudad y ahora lo tienen acaparado líderes invasores y especuladores de tierra, para hacer condominios en el Suelo de Conservación. Volviendo así al proyecto de infiltración, es necesario purificar el agua antes de inyectarla, de lo contrario se contaminaría el acuífero. Pero si falla la purificación, se contaminaría todo el acuífero, el cual es tan delicado, que el problema se propagaría a toda la ciudad y a las siguientes generaciones, que también usarán el acuífero. No es por desconfiar, pero si el GDF inauguró una planta potabilizadora en el Río de la Magdalena hace más de 3 años y a la fecha no funciona, ¿quién nos garantiza que tipo de agua estaremos inyectando al acuífero?
Fuente: civilgeeks.com
El filósofo Abraham Kaplan tiene una frase para explicar porqué utilizamos sólo un concepto para resolver todo, y la llamó la ley de los instrumentos: Si lo único que tienes es un martillo, todo problema tendrá cara de clavo -traducción libre-.
Fuente: EasyVectors.com
Hemos dejado durante mucho tiempo la responsabilidad para resolver el problema hidráulico a las personas que en la cabeza sólo tienen tubos para solucionarlo, es momento de comenzar a pensar en la sustentabilidad de la cuenca implica muchísimo más que bombas y tubos, como lo dejo ver en “¿Cuánta agua le queda a la Ciudad de México?“. Tenemos que entender la dinámica ecosistémica para poder manejar el agua. Esto quizá limite el negocio de las constructoras de departamentos, pero en cambio beneficiaría a más de 20 millones de habitantes, asegurándonos así el agua y de paso, ahorrándonos el dinero de nuestros impuestos que se gasta en tantos tubos y energía.
Artículos relacionados
Compartir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

El agua es vida, pero ¿Qué pasa cuando no tenemos acceso agua de calidad?  ¿Sabes a qué enfermedades nos exponemos?   ¿Qué sabes sobre el tema?

¡Pon a prueba tus conocimientos en este tema! ¡Y diviértete!

 Ir a la trivia