El acueducto río Pánuco-Monterrey

27 febrero 2014

UNA NUEVA GEOGRAFÍA DEL AGUA EN EL NORESTE
El tema en cuestión fue el anuncio hecho por los mandatarios de Tamaulipas y Nuevo León de acordar un pacto para la disponibilidad y aceptación de una “vía de paso” para la conducción de agua desde la cuenca del río Pánuco hasta el inicio del sistema hidráulico Monterrey VI, lo que viene a representar una redefinición hidráulica en una extenso espacio de la geografía mexicana, cuya obra es la de mayores dimensiones de la que hasta ahora se tenga memoria en el país y aun en la propia América Latina.
Y es que la sola conducción del líquido, a través de 500 kilómetros, desde algún punto de la Huasteca hasta la presa Cerro Prieto, implica atravesar a lo largo al estado de Tamaulipas, lo que será sin duda un trabajo complejo de la ingeniería hidráulica, que orientará hacia un nuevo paradigma en cuanto a la utilización del agua de que disponemos en el territorio nacional. Casos similares son el sistema del río Cutzamala, que abastece nada menos que a la Ciudad de México, con una extensión de 200 kilómetros, al que se ha sumado recientemente el Macro Circuito de Agua Potable del Estado de México. Otro caso de transporte colosal de agua es el abasto de líquido que tiene Tijuana, con aguas del río Colorado, que es entregado por los Estados Unidos como parte del Tratado Internacional de Aguas de 1944, cuya conducción recorre unos 240 kilómetros.
Para el caso del Noreste el propio estado de Nuevo León ha sido pionero en la construcción de grandes obras de infraestructura hidráulica, para satisfacer la demanda para consumo humano e industrial regiomontano. De ahí la construcción en la década 1960 de la Presa de La Boca o “Rodrigo Gómez” en el cañón del Guajuco, veinte años más tarde la Presa Cerro Prieto y para 1994 la polémica Presa de “El Cuchillo”; y ya antes, en los años setentas, se había considerado que la Presa Vicente Guerrero tamaulipeca también aportara sus aguas hacia Nuevo León, lo que no llegó a concretarse. Pero las necesidades de agua para Monterrey son incesantes, de ahí las continuas negociaciones a nivel federal del gobierno de Nuevo León para buscar un abasto de agua seguro y permanente, que su propio entorno ecológico le es imposible de aportar, al ubicarse en una región semidesértica, y si bien la Sierra Madre Oriental es un captador de agua, no lo es con la suficiente capacidad como para cubrir la enorme necesidad de líquido que tiene la metrópoli norestense.
Fue entonces que su objetivo se centró en los torrentes del río Pánuco y sus afluentes. Ya antes habían obtenido un favor presidencial deliberado, para remansar a su favor las aguas del río San Juan, inspirados en un regionalismo basado en que su cuenca alta se localizaba justamente en territorio nuevoleonés, la que a su juicio era dilapidada por los agricultores del bajo río Bravo. Eran tiempos de la firma del TLC y del fin del paternalismo a ultranza en el agro así como de la liberalización del régimen de propiedad ejidal, de ahí que se sacrificara una productiva comarca agrícola en aras del consumo urbano de Monterrey; al cabo los granos que allí se cosechaban podían ser importados libres de aranceles, se dijo, e incluso así se lo escuché yo mismo al propio mandatario tamaulipeco de aquella época, en una conversación privada. Y así se hizo.

NADA ES NUEVO BAJO EL SOL
La escasez del agua en el distrito de riego del bajo río Bravo fue señalada en forma premonitoria por su constructor, el ingeniero Eduardo Chávez, quien con gran visión proyectó la construcción de varias obras hidráulicas para asegurar la productividad agrícola de esa región, que a mediados del siglo XX era el principal centro algodonero del país y que más tarde se transformaría en un importante productor de granos básicos.
La realización de algunas presas ya anteriormente contempladas por la Compañía Agrícola La Sauteña, a fines del Porfiriato, eran opciones viables, como las que habría que situar en los llanos de La Llorona Nueva y sobre el río de las Conchas o San Fernando. Pero lo más importante era realizar un trasvase de agua desde la cuenca del Pánuco hasta el bajo Bravo.
El proyecto no resultaba inaudito, a pesar de la tecnología de aquel tiempo. El ingeniero Chávez era experto en el quehacer de la ingeniería civil especializada en obras hidráulicas, como lo había demostrado con la construcción de la presa derivadora de El Retamal, en 1936, al lograr extraer agua del Bravo y así iniciar el diseño del emblemático distrito de riego, en medio del hostigamiento diplomático estadounidense, que el presidente Lázaro Cárdenas pudo eludir con gran dignidad, y que al final determinó la firma del tratado de aguas aún vigente.
El caso era hacer una serie de escalas hidrológicas que beneficiaría a todo el territorio de Tamaulipas.
De haberse construido el acueducto propuesto por Chávez nuestra entidad hubiese experimentado un notable desarrollo en el campo de la agricultura de irrigación, al beneficiarse las principales extensiones arables de la entidad (región del Mante-Llera, centro del estado, valles de San Fernando, etc..), que debieron quedarse a merced del cultivo de temporal.
A esta altura estuviéramos en pleno desarrollo de una agricultura de vanguardia, de alto valor agregado y de demanda mundial, como sí sucedió en el Pacífico Norte mexicano en el lapso transcurrido.

LOS RECURSOS DE LA ‘COSECHA DE AGUA’ AÚN POCO VALORADOS
El anuncio antes referido nos lleva a realizar una seria reflexión sobre la protección que debemos hacer de nuestros recursos naturales y en especial de la necesaria captación pluvial que se debe procurar en el propio espacio geográfico de que disponemos. Ya vemos el ejemplo de Nuevo León, que ha debido “saltar” Tamaulipas para acopiarse del vital líquido.
Se dice que con esta obra, en compensación por la nueva “autopista hidráulica” nuevoleonesa que cruzará Tamaulipas, su capital recibirá una entrega de esa misma agua. Eso no debe hacernos bajar la guardia. No hay que esperar solo esa cuota o ir por más líquido a Las Adjuntas o picar pozos por doquier, sino más bien, y de manera sistemática, proteger y renovar nuestros bosques serranos y procurar su plena salud ecológica, que no es muy buena; un tema del que poco se habla y del que solo opinan a las instancias burocráticas correspondientes, cuando debería ser una labor constante de toda la sociedad. Si eso no pasa, un día el destino adverso nos alcanzará; y ya lo vemos con los efectos caprichosos del cambio climático…


25 de febrero de 2014
Fuente: El Diario de Ciudad Victoria
Nota de Octavio Herrera Pérez

Artículos relacionados
Compartir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

El agua es vida, pero ¿Qué pasa cuando no tenemos acceso agua de calidad?  ¿Sabes a qué enfermedades nos exponemos?   ¿Qué sabes sobre el tema?

¡Pon a prueba tus conocimientos en este tema! ¡Y diviértete!

 Ir a la trivia