El jugo de una fruta: disputa cotidiana

09 julio 2014

El agua es el clima del útero materno que fue nuestra primera casa. El agua es la lágrima recorriendo el rostro de una sirena que una niña pintó sobre madera. El agua está en la leche materna, en los mocos del bebe, en el sudor de la familia campesina trabajando. Benditos los ojos humanos que son testigos del nacimiento de un arrollo en la montaña, del correr tempestuoso de un río ancho, limpio, color verde esmeralda que se deja caer entre las rocas a través de una catarata. Maravilloso espectáculo es la gota de rocío en la punta de una hoja de maíz entre la milpa. Un regalo de la naturaleza es cada gota de agua jugo que se derrama al morder un durazno, una manzana, un mango, una sandía. Milagro cultural son las onzas de agua que se mezclan con chiles, tomates, cebollas y condimentos para cocinar caldos, sopas, recados, moles, pepianes. El agua es cosa sagrada y cotidiana a la vez. Es la vida de cada día.

Siendo el agua elemento fundamental para la vida misma de cualquier cultura y pueblo del mundo, hoy se ve en peligro por visiones y actitudes que la reducen a mercancía y activo productivo. Desde la visión capitalista del mundo, el agua sólo tiene valor cuando genera ganancia. El agua, en esta perspectiva, no tiene importancia como generadora de vida y de cultura. Por lo mismo, el tema de la contaminación de los cuerpos de agua se vuelve asunto del capitalismo sólo cuando impacta en la tasa de ganancia.

Asistimos en los territorios rurales de todo el mundo al avance de grandes proyectos extractivos y de generación de energía. América Latina, en particular, es lugar de avanzada del gran capital trasnacional, para instalar proyectos de muerte como la minería a cielo abierto, grandes hidroeléctricas, extensas plantaciones de monocultivo, mega carreteras. Para fortuna de toda la especie humana, miles de comunidades resisten y defienden su lugarcito de vida, su territorio. En todo el continente los pueblos rurales, campesinos, indígenas, e incluso poblaciones urbanas le dicen “no” a la instalación de estos proyectos. En Guatemala se han realizado 65 consultas municipales impulsadas por las comunidades, en las que de forma rotunda y contundente han manifestado su desacuerdo con proyectos mineros o hidroeléctricos. Estas consultas de buena fe se han realizado en 20 por ciento de los municipios del país. El argumento principal de las pobladoras y pobladores es el peligro inminente de contaminación de las fuentes de agua: “si se acaba el agua, se acaba todo”.

En México la resistencia a los proyectos de muerte también crece; el motivo es el mismo: la defensa del agua y de los recursos naturales asociados. La oposición a decenas de proyectos hidroeléctricos en Veracruz, la negativa popular a la construcción de un gasoducto entre los estados de Puebla, Tlaxcala y Morelos, las manifestaciones de descontento contra empresas mineras en San Luís Potosí, el Estado de México y Jalisco son progresivas. Los pueblos se mueven en defensa del agua, en defensa de la vida.

Hay en el planeta grupos humanos que ya han sufrido o sufren escasez de agua. El sufrimiento es grande. Los padecimientos de salud derivados de esa limitante van minando las capacidades de hombres, mujeres y niños de vivir una vida en plenitud, física y emocionalmente. Tanto en el campo como en la ciudad es imposible vivir sin agua. Las mujeres tienen necesidades particulares para acceder al agua, es necesario tomar en cuenta esas particularidades en el momento de tomar decisiones familiares y sociales respecto al uso del recurso. Hasta el momento las decisiones sobre el uso del agua han sido asunto de colectivos masculinos, negando la participación a los grupos de mujeres.

El agua es pues objeto sagrado y cotidiano, pero a la vez es un elemento en disputa. La lucha por el agua es un cuadrilátero, no entre técnicos y rudos, pero sí entre proyectos de muerte asociados al capitalismo y proyectos de vida ligados a la reproducción de los pueblos y la construcción de vida buena para todos y todas. ¿Aplaude usted desde el graderío del coliseo a alguno de los sujetos y su proyecto? ¿Relevos australianos? Mientras termina usted de leer estas letras, busque una manzana o una mandarina en la canasta del mercado, muérdala y agradezca ese chorro de jugo agua que baja hasta sus labios.


090 de julio de 2014
Fuente: La Jornada del Campo
Nota de Pablo Sigüenza Ramírez*
* Investigador del Colectivo de Estudios Rurales IXIM

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