Aseguró que son las personas de escasos recursos y de la clase media baja las más afectadas por esta situación. Expresó que este panorama es una de las muchas consecuencias de las graves condiciones ambientales de la cuenca del río Nexapa. “La problemática, a grandes rasgos, comprende una serie de factores, y uno de los más importantes está relacionado con el agua usada por la gente. Es claro; ese líquido contiene mucha contaminación microbiológica”, soslayó.

Explicó que recientemente realizaron un estudio con la idea de obtener un diagnóstico real del Nexapa. Señaló que parte de los resultados indican que es indispensable, de parte de las autoridades correspondientes, apoyar la limpieza de las márgenes de ese lugar porque el mayor impacto negativo en esta zona es consecuencia de los agentes negativos del Atoyac.

En cuanto a las descargas, admitió que de igual forma es urgente crear una red de colectores y plantas de tratamientos y estudiar los mecanismos de limpieza de los residuos a nivel de pequeñas comunidades, e incluso hasta de las viviendas familiares.

En el caso de Atlixco, sostuvo, la relación con las enfermedades del Nexapa está directamente ligada a las pésimas condiciones de higiene de las aguas empleadas para el riego de hortalizas; además, señaló que no es recomendable olvidar que mucho del líquido residual de ese río termina en los sembradíos de San Félix Hidalgo y Almazan, dos de las comunidades de mayor producción agrícola.

Para nadie es un secreto, recordó el investigador, que dentro del Cantarranas el ambiente es muy sucio, y a pesar de eso las legumbres crecen con ese tipo de agua. “No habría mayores problemas sí terminará en los cañaverales, pero la realidad es bastante desalentadora”, alertó.

–Quizá otro de los conflictos más recurrentes es el hecho de usar ese mismo líquido para consumo humano, ¿eso ocurre con familias de Atlixco e Izúcar de Matamoros?

–Ahí existe un grave problema. Realizamos 500 encuestas en una parte significativa de ambos municipios y encontramos, para sorpresa de muchos, a un número considerable de familias tomando, sin proceso de por medio, agua de la llave.

–¿Cuál es el porcentaje?

–40 por ciento de los entrevistados.

Sobre todo, expresó, los datos refieren a gente de escasos recursos y parte de la clase media baja como los “clientes” más frecuentes de ese tipo de prácticas. “En casi todas partes existen sistemas y pozos, y aun así prefieren abrir la llave y entrarle, a pesar de la venta de garrafones o de botellas”.