Estudio oceanográfico del Golfo de México

31 marzo 2015

Más de un centenar de científicos estudiarán a fondo aguas mexicanas con la finalidad de desarrollar mejores planes de contingencia en caso de derrames de hidrocarburos.

Las costas del Golfo de México son algunas de las más resentidas en nuestro país por este fenómeno, pero poco estudiadas a profundidad, pues en el mundo se ha desarrollado más investigación sobre el impacto de los accidentes petroleros en zonas frías, pero hay menos datos sobre las zonas tropicales y subtropicales, según informes del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), que calcula que tres millones de barriles son movilizados diariamente en esta área.

Además de la contaminación generada por el intenso tráfico de buques-tanque con actividades cotidianas como descargas y lavado, el riesgo de un accidente mayor es constante.

Incluso hay peligro latente más allá de nuestras costas, como lo evidenció hace cinco años el accidente ocurrido en la plataforma petrolera Deepwater Horizon que explotó frente a las costas de Louisiana lanzando 4.9 millones de barriles de petróleo al océano, según cifras de Greenpeace.

Este hecho fue uno de los detonadores para que se comenzara a gestar en nuestro país un magno proyecto de investigación oceanográfica en el Golfo de México que pretende conocer mejor sus condiciones para poder desarrollar planes realistas de mitigación de daños frente a un derrame de petróleo.

Como sus objetivos, el nombre del proyecto es largo: "Plataformas de observación oceanográfica, línea base, modelos de simulación y escenarios de la capacidad natural de respuesta ante derrames de gran escala en el Golfo de México".

Está liderado por el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) y cuenta con recursos del CONACYT y la Secretaría de Energía por mil 500 millones de pesos.

El doctor Federico Graef Ziehl, director del CICESE, señala que para el mundo de la ciencia en México, un proyecto de estas dimensiones significa el desarrollo de infraestructura, transferencia tecnológica, formación de recursos humanos y la posibilidad de innovar en diferentes áreas.

"Es inédito. Normalmente los proyectos de ciencia básica no exceden los cinco millones de pesos. Este proyecto va a permitirnos conocer más y de manera holística el Golfo de México. Conocimiento es poder y este es un esfuerzo monumental que conjunta las capacidades de las instituciones más importantes que hacen oceanografía en México para abordar un tema complejo pero de gran interés para PEMEX y de quién quiera explotar las reservas de hidrocarburos en este lugar".

Otras de las instituciones participantes son: Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV), unidad Mérida; cuatro dependencias de la UNAM (el Centro de Ciencias de la Atmósfera y los institutos de Ciencias del Mar y Limnología, de Biotecnología y de Geofísica); el Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial (CIDESI); la Universidad Autónoma de Baja California (UABC); el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), así como otras instituciones internacionales.

En el texto Los derrames de petróleo en el ambiente marino (Alfonso V. Botello, Susana Villanueva F. y Leonardo García Hernández), publicado por el INECC, se señala que "el destino de un derrame en el mar estará determinado por la acción de procesos físicos, químicos y biológicos complejos e interrelacionados como son: la acción del viento y las mareas, la corriente litoral, la intensidad luminosa, la dispersión, la evaporación, la disolución, la degradación física y microbiana, la emulsificación y la sedimentación".

Es así que mediante un mejor conocimiento de las condiciones naturales de un ecosistema como el del Golfo de México, se puede saber con mayor certeza qué ocurre con los componentes del petróleo al llegar al mar, cómo se degradan y hacia dónde se dirigen, o se pueden dirigir.

Ventanas de conocimiento científico

"Nos estamos metiendo en la odisea de abrir ventanas de observación y conocimiento para poder entender cómo funciona el Golfo de México, cómo funciona la circulación y ecología de este gran ecosistema para en un momento determinado, analizar el impacto de un derrame de gran escala", señala el Doctor Juan Carlos Herguera, responsable técnico del proyecto.

Dividido en cinco líneas de investigación, el especialista explica que este estudio está proyectado con muchos componentes. Uno de ellos son las plataformas de observación que trabajan mediante instrumentos como boyas, que están en la superficie del mar y miden viento, oleaje y diferentes cuestiones relacionadas con el intercambio entre océano y atmósfera.

"Un gran avance en esta área son los planeadores submarinos, instrumentos que pueden sumergirse hasta mil metros de profundidad y volver a emerger tres días más tarde. Envían información vía satelital de lo que han registrado en ese viaje en profundidad. También reciben las ordenes de cuál es la ruta que tienen que emprender en su siguiente misión", señala.

Este tipo de instrumentos de observación, según Herguera, permiten estudiar las variaciones de mesoescala en la circulación de las corrientes marinas.

"Son fenómenos contenidosa lo largo de decenas de kilómetros, grandes vórtices que transportan la biología del mar: nutrientes, carbono, energía. Es muy importante entenderlos para saber, por ejemplo, como interaccionan con las plataformas de petróleo o en el momento de que ocurriera un derrame, saber cómo se puede dispersar esa pluma del derrame de petróleo".

Entre las múltiples preguntas que se formulan en el proyecto, está, por ejemplo, cómo funcionan exactamente los grandes remolinos que viajan con la corriente de Lazo y que se desplazan desde el canal de Yucatán.

"Tamaulipas es el gran cementerio de estos grandes remolinos, pero qué sucede en el camino, que tan predecibles son en relación al tiempo", cuestiona Herguera.

Otra forma de visualizar este magno proyecto a través de sus instrumentos, son los sistemas de radares que se planean colocar sobre la superficie marina.

"Lo que hacen es observar el oleaje, la piel del océano, eso es muy importante en la zona litoral que atrae la mancha de petróleo hacia la costa. Conocer en todo momento cuál es la dirección de estos movimientos, va a ser muy importante para entender el Golfo de México".

Además de las plataformas de observación, el proyecto va a estar complementado con otro tipo de estudios más tradicionales, como las llamadas campañas oceanográficas. Mediante ellas se toman muestras de agua a distintas profundidades que luego se estudian en laboratorio para medir sus propiedades.

"Es como si examináramos un paciente. En este proceso, el termómetro solo nos dice si tiene temperatura o no, pero si queremos saber exactamente lo que le pasa se deben hacer otras pruebas. Eso es lo que se hace con estas aguas, observarlas multidimensionalmente, variable por variable".

Modelos más realistas

Las observaciones de las campañas y de las plataformas van a alimentar modelos matemáticos que hasta ahorita no tienen la precisión de los meteorológicos para predecir, por ejemplo, cuáles serán las condiciones climáticas de aquí a cuatro días.

Pero aunque no tienen esta capacidad predictiva, con todos esos datos se pretende corregir fallas de los modelos matemáticos actuales que mediante ecuaciones intentan reproducir cómo se mueve el océano y cómo funciona.

 

"El banco de pruebas al que se va a someter todo esto es lo que llamamos 'los escenarios', serán pruebas de campo donde se posicionaran, por ejemplo, boyas a distintas profundidades, que se van a detectar la dispersión de manchas de tinta en el océano. De esta forma intentaremos reproducir el fenómeno para ver cómo es capturado por los modelos de simulación".
 
Otra gran línea de investigación es el potencial microbiológico del Golfo de México para degradar hidrocarburos.

 

"Cada bacteria tiene una función, una especialización y entre todas degradan el crudo. En un nivel más profundo, podremos saber cuál es la información genética que tienen esos consorcios de bacterias para poder descomponer estos elementos". 

Paralelamente a este proyecto van a surgir más herramientas para el cuidado medioambiental de la zona, como por ejemplo un mapa probabilístico de los lugares que son puntos críticos para mantener la vida en el Golfo y de las comunidades que dependen de él.

"Por las corrientes dominantes que hay en esta zona marina, hay lugares de anidación de tortugas, cunas de pesquerías y otros lugares especialmente vulnerables ante un derrame", señala Herguera y agrega que dependiendo la profundidad del daño, la época y el tipo de vientos se evalua el impacto.

Otro de los alcances de los diversos estudios que se realizarán es la generación de herramientas tecnológicas, que incluso pueden dar origen a diversas patentes.

"Los derrames de hidrocarburos son eventos que esperamos que no ocurran, pero para los que necesitamos estar prevenidos con mejores planes de mitigación y contingencia. Es como el cinturón de seguridad que deberíamos ponernos todos cuando subimos a un auto", concluye Herguera.

 

30 de marzo de 2015

Fuente: El Universal

Nota de: Berenice González Durand

Foto: Archivo El Universal

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