Humedales: Un continente a disposición

16 agosto 2011

16 de agosto de 2011

Fuente: Ecoperiodismo

Por Gabriela Guerra Rey

Gran parte de la población mundial, 95 de cada 100 personas, desconoce total o parcialmente el significado del término humedal. Y de humedales está sembrado el planeta. Convocamos a la humanidad, entidad que en sus interacciones percibe, disfruta, salva o arruina. Precisamos: el conocimiento salva, la ignorancia arruina.

La Convención Internacional sobre Humedales se firmó hace más de 30 años, en 1971, a orillas del mar Caspio, en la ciudad iraní de Ramsar. Es un tratado intergubernamental relativo a la conservación y el uso racional de los humedales, que entró en vigor en 1975 y ha sido suscrito por 150 países.

A pesar de anteceder a otras convenciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hoy más famosas, tales como la del Cambio Climático y la Diversidad Biológica, los humedales de Sudamérica necesitan ahora una protección más urgente que nunca.

Se incluyen desde los espléndidos ecosistemas de páramos en Colombia y los sorprendentes manglares de Ecuador, hasta los remotos esteros del Gran Chaco. El propósito es siempre enfrentar las múltiples amenazas de degradación.

La Convención definió los humedales como “extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de agua, de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres, saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros”.

En los humedales, el agua desempeña, más que en cualquier otro lugar, un papel primordial. La cantidad de líquido en tales parajes es determinante tanto en la estructura como en la especificidad de las funciones ecológicas, lo que provoca, lógicamente, características diferentes a las que imperan en los ambientes terrestres.

Por ejemplo, es alta la incidencia en la variabilidad del tiempo meteorológico que influye decisivamente en la diversidad biológica. Las especies de la flora y la fauna se ven obligadas a constantes adaptaciones para sobrevivir, incluso a grandes contrastes: períodos de gran sequía o incontenibles inundaciones.

Los humedales sustentan una variada, ancestral y propia diversidad biológica. Dada su alta productividad pueden albergar pródigas poblaciones de innumerables especies. Constituyen además hábitats indispensables para criaturas de singular atractivo o seriamente amenazadas de extinción.

Las actividades humanas básicas de un continente en desarrollo, como es América, requieren de los recursos que proveen los humedales. Y los humedales dependen permanentemente del mantenimiento humano de sus condiciones ecológicas.

En el listado de tales mantenimientos, se incluye reparar los daños que provocan la pesca, la agricultura, la actividad forestal, el manejo de vida silvestre, el pastoreo, el transporte, la recreación y el turismo, razones suficientes para concienciar a la humanidad en general y al individuo en particular con respecto a la necesidad impostergable de la conservación y uso sustentable de los humedales.

Si esos elementos no fueran suficientes, se deben mencionar hechos tan básicos como los que siguen: proveen agua potable, previenen y regulan inundaciones, disminuyen los impactos de la erosión, actúan como sumidero global de carbón atmosférico y son fuente importante de productos minerales como la sal y el litio.

Imposible no referirse al valor de los humedales de América del Sur como reserva genética, cuyo valor total aún desconocemos a falta de investigaciones concluyentes. La ciencia estima ahora, todavía empíricamente, que este valor es mucho más elevado de lo que hasta hoy se sospechó.

La riqueza de los humedales en América del Sur es realmente formidable.

Desde la Patagonia hasta el norte de Colombia, grandes lagos y humedales se ubican en los bosques del Cono Sur. Lagos, lagunas y salinas cubren las Pampas y la Patagonia. Vastas sabanas inundables se extienden, entre otros territorios, por el Pantanal Sudamericano y el Chaco Oriental.

Lagos fríos montañosos y cataratas se encuentran a lo largo de los Andes. Lagos y salinas de gran altitud cubren el altiplano de la Puna.

Dentro de la cuenca del Amazonas se incluyen selvas inundables, selvas de pantanos, lagos y lagunas en cursos abandonados, así como colosales manglares.

Los humedales interfase, entre los cauces principales de los ríos y los valles de inundación, alcanzan enormes proporciones, algunos de dimensiones fantásticas, como la Varsea Amazónica, los llanos de Venezuela y Colombia y los pantanales brasileños.

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