Inundaciones: mal recurrente sin resolver

23 agosto 2010

22 de agosto de 2010

Fuente: La Crónica de Hoy

Por Luis Manuel Guerra

Más que una dificultad de recursos financieros, “el problema del agua es, antes que nada, cuestión de administración adecuada, de coordinación y de movilización de todos los actores en una cadena compleja”.

Estos últimos días han traído una serie de tragedias relacionadas con el agua que nos obligan, querida, querido lector, a reflexionar acerca de qué es lo que verdaderamente está pasando con el manejo del recurso más preciado, sobre todo en el área metropolitana de la ciudad de México.

Verdaderamente me encogió el corazón ver a tantas parejas jóvenes de habitantes de la zona metropolitana, abrazadas frente a sus casas ante el desastre de las inundaciones.

Para poder evitar las tragedias hídricas pronosticadas por los expertos en los próximos 20 años, el grupo de trabajo del Proyecto del Milenio de Naciones Unidas, del cual he escrito desde Chicago en este espacio, propuso más de 80 medidas, algunas de ellas innovadoras y confrontacionales, pero que están al alcance de nosotros los mexicanos. Estas medidas se basan todas en una verdad muy sencilla: Más que una dificultad de recursos financieros, “el problema del agua es, antes que nada, cuestión de administración adecuada, de coordinación y de movilización de todos los actores en una cadena compleja”.

Esta propuesta seria e innovadora corre, sin embargo, el enorme riesgo de caer en oídos sordos aquí en México si no se hace una difusión amplia, a todos los niveles; por eso hago este esfuerzo una y otra vez en La Crónica, de tal manera que los “Gestores Sociales” en cada una de nuestras sociedades humanas la adopten y promuevan el cambio en sus propios países, enlistando el apoyo de los tomadores de decisión de los cinco actores que conforman la gestión ambiental de esas mismas sociedades humanas:

Los gobiernos a niveles nacionales, provinciales o estatales y municipales o locales.

Los empresarios tanto pequeños como grandes.

Las comunidades académicas y científicas.

Las Organizaciones No Gubernamentales de la Sociedad Civil.

Los Medios de Comunicación.

En nuestras democracias modernas las reformas estructurales necesarias para abandonar los derroteros suicidas sólo se dan cuando estas reformas son adoptadas por una parte significativa de los cinco actores arriba mencionados, generando así la tenaz presión de la opinión pública. Por mejores intenciones que se tengan, sin esta presión de la opinión pública las reformas que requerimos implementar los seres humanos no se llevarán a cabo, ya que estas reformas necesariamente afectan intereses enquistados en la vida administrativa inercial y en los intereses económicos y políticos de muy corto plazo.

Es por esto querida lectora, querido lector, que te invito a difundir el trabajo de este grupo encabezado por Michel Camdessus para que el cambio suceda.

A continuación me permito presentarte un resumen sintético de las propuestas que podrían cambiar el destino de la humanidad.

EL ESTADO QUE GUARDAN LOS RECURSOS HÍDRICOS DEL MUNDO. El agua, la bomba de tiempo. El total de agua que tiene nuestra Tierra es de 1,440 millones de kilómetros cúbicos, de los cuales sólo 40 son de agua dulce y el resto es agua salada. Si nos imaginamos un vaso lleno de agua, el agua dulce disponible para nosotros los humanos es de apenas el grueso de una uña de nuestros dedos en el fondo del vaso. Y esta poca agua está además muy desigualmente distribuida en el planeta: 47% lo tenemos nosotros en el continente americano por los volúmenes que desplazan el Amazonas y el Mississipi y el agua contenida en el Lago Superior entre Estados Unidos y Canadá; 32% lo tiene Asia; 9% África; 7% Europa y 5% Australia y Oceanía. Si analizamos el agua dulce que le toca por habitante a los diferentes países, veremos que esta distribución desigual se hace aún más evidente: mientras que a la India le tocan apenas 2,300 metros cúbicos por habitante cada año, a Canadá le tocan 90,000 metros cúbicos por habitante cada año. A México le tocan 4,500 metros cúbicos por mexicano, más que a Japón, que le tocan 3,400 metros cúbicos por habitante cada año, pero en Japón todos sus ciudadanos tienen acceso al agua potable, y en México 10 millones de mexicanos no tienen aún acceso al agua potable. A estas desigualdades se le tiene que sumar el aumento de la población del mundo, que dentro de tan sólo 40 años agregará 3,000 millones de seres humanos más, que requerirán de agua potable, principalmente en Asia y América Latina, creando situaciones de “estrés hídrico” en muchas regiones del planeta. Se estima que transcurrido este lapso de 40 años, 60% de los humanos del planeta estarán en esta situación.

Un objetivo importante del Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos, creado en 2000 a petición de los gobiernos que forman parte de la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, es asistir a los gobiernos en el desarrollo y en la implementación de sus planes nacionales de gestión hídrica. Así, se han llevado a cabo e incluido en el Informe numerosos estudios de caso. En el primer Informe se incluyeron siete estudios de caso que implicaban a 12 países, con el fin de ilustrar la variedad de circunstancias que se dan en diferentes regiones del mundo. Desde entonces, el número de estudios de caso ha aumentado a 16, involucrando a 42 países.

La gobernabilidad de los recursos hídricos debe evaluarse teniendo en cuenta los cambios en el número de seres humanos que existen (nacieron en 2006, 250 mil niños diariamente), en la construcción de infraestructura, en la creciente urbanización de la sociedad humana, cambios, en algunos casos rápidos y notorios y, en otros, insidiosos y persistentes. El segundo Informe, “El Agua, una Responsabilidad Compartida”, trata los temas relacionados con el agua en este contexto cambiante y hace especial hincapié en los asuntos de gobernabilidad.

Para muchos gobiernos, afrontar de forma efectiva los numerosos aspectos conexos que afectan al agua está siendo realmente difícil. Esto no sólo es complicado en materia de colaboración entre los departamentos de los gobiernos nacionales sino también en aquellas ocasiones en que las decisiones de gestión se deben tomar a niveles inferiores ya que, en el mejor de los casos, la relación y la cooperación entre los diferentes niveles gubernamentales son mínimas. Además, el desafío que para las instituciones gubernamentales supone asociarse con las ONG y con el sector privado para resolver determinados problemas relacionados con el agua complica todavía más la gestión y la toma de decisiones.

El cambio climático está trastocando los patrones pluviales en forma importante y presentan estas lluvias catastróficas que han causado tanto dolor en miles de familias mexicanas.

Es urgente, y hago aquí un llamado a los diputados a construir escenarios climáticos con base científica para cada uno de los municipios del país para los próximos cinco, diez y veinte años.

Es una tarea urgente que no podemos soslayar. México se lo merece.

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