¿Sabes qué es un Tsunami?
23 marzo 2011Universidades mexicanas y del mundo investigan estos fenómenos del mar que han devastado Japón recientemente, y que en nuestro país no se deben descartar
23 de marzo de 2011
Fuente: Vanguardia
¿Qué son los tsunamis? Haz escuchado esta palabra porque en Indonesia, y más recientemente en Japón, han sufrido los efectos de éstos. Pero de tanto oír hablar de ellos, es necesario que sepas un poco más sobre estos fenómenos del mar para que no te quedes con cara de “¿mande?” cuando se aborde el tema a tu alrededor.
Tsunami es una palabra japonesa que se divide en dos: tsu, que significa “puerto” o “bahía”; y nami, que significa “ola”. Y en realidad así se le conoce a un tsunami, como una “ola de puerto”.
El término ha sido utilizado mundialmente de unos años a la fecha, ya que durante el tsunami ocurrido en Asia en 2004, los corresponsables cayeron en cuenta que no tenían una palabra propia en idioma inglés para definirlo.
Eugenio Gómez Reyes, oceanógrafo físico de la Universidad Autónoma Metropolitana campus Iztapalapa, explica que un tsunami es consecuencia de un sismo en el fondo del mar, específicamente cuando ocurre un dislocamiento del suelo producido en las llamadas placas de subducción ubicadas en la zona del Pacífico, donde se ubica Japón.
El investigador del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Unidad Iztapalapa de la UAM comenta que el descenso repentino del mar en zonas costeras, y que deja al descubierto grandes extensiones del lecho marino, es uno de los fenómenos característicos de los terremotos que ocurren en placas oceánicas y la señal visible de alerta que antecede a un tsunami u ola de puerto.
“Resulta que las placas de la corteza terrestre están enfrentándose una contra otra, se produce una subducción, es decir, una se hunde con respecto de la otra; si ocurre en el fondo del mar, un bloque del lecho ‘se cae’ con respecto de otro, por lo que el agua tiene que responder a esta diferencia repentina de nivel, generándose un asentamiento y un movimiento de onda”, explica el especialista al periódico El Universal.
Al generarse este dislocamiento, continúa el experto, se tiene que propagar para “reajustar el nivel”, por lo que la onda viaja por todo el océano, y la fuerza y amplitud con la que llegue a la costa dependerá de la diferencia de altura y el hundimiento de la placa subducida.
Y en México, ¿hay peligro?
Para obtener más datos fidedignos sobre las olas de puerto en nuestro país, la Universidad Nacional Autónoma de México, en colaboración con la Universidad Anna de India, realiza estudios que permitirán conocer la intensidad, recorrido y hasta microorganismos que arrastraron eventos de otras eras.
“México recibe el impacto de un maremoto con olas de un metro cada cinco años, pero aquellos que provocan daños, tanto en comunidades como en el ecosistema, con oleajes de tres a cinco metros de altura, golpean nuestras costas con una recurrencia que va de los 25 a los 50 años”, explica Priyadarsi Debajyoti Roy, investigador del Instituto de Geología de la UNAM, al diario La Jornada.
El académico, junto con Elena Centeno, directora del instituto, se ha dedicado a investigar cómo se han registrado estos fenómenos en el pasado.
“Se trata de una labor muy importante porque, aunque estos fenómenos han ocurrido siempre, el país apenas tiene registros de hace poco más de un siglo, mientras naciones como Japón los han consignado desde hace más de mil 500 años”.
El también profesor de la Facultad de Ciencias de la UNAM ha explorado una serie de trincheras en Barra de Potosí, Guerrero, para estudiar uno de los maremotos más recientes ocurridos en el país, el de 1985, interesante “porque en México el primer movimiento importante de tierra, el del 19 de septiembre no produjo grandes olas, pero la réplica del día 21 sí”.
Ese fenómeno muestra la importancia de entender la relación entre el origen de un maremoto y el daño que puede causar, “pues al poblado guerrerense no le afectó el oleaje que produjo el primer sismo, mucho más potente, cuyo epicentro estuvo al norte de Lázaro Cárdenas, Michoacán. La réplica provocó una oleada que penetró medio kilómetro en tierra, se generó frente a Zihuatanejo y eso marcó la diferencia”.
Para entender lo sucedido, el académico se ha dedicado a investigar la zona mediante perforaciones y testimonios de los lugareños, igual de importantes que las mediciones.
“Con sus relatos, los habitantes permitieron conocer qué pasó aquel 21 de septiembre, cómo el mar se replegó para luego regresar con olas de cuatro metros que penetraron prácticamente 500 metros tierra adentro, y cómo los 100 pobladores huyeron a sitios elevados, con lo que evitaron pérdidas humanas.
“En esta tarea, las muestras de suelo dicen tanto como las crónicas de los locales, pues al analizar los registros geológicos y encontrar ciertos sedimentos, como granos pesados, fósiles marinos o bromo, hallamos una huella sumamente detallada que indica el momento de un maremoto, hasta dónde llegó, de qué tamaño eran las olas e incluso qué microorganismos traía consigo”, añade Debajyoti Roy.
Desastres mundiales
El 26 de diciembre de 2004, el terremoto de Sumatra-Andamán generó tsunamis que impactaron en prácticamente todos los países que bordean el océano Índico y provocaron la muerte de más de 200 mil personas.
“Esta tragedia fue una llamada de atención para los científicos, porque antes de esa fecha no nos habíamos ocupado a fondo de esos fenómenos. El mejor ejemplo es que si uno busca textos al respecto, antes de 2003 apenas hallará uno o dos por año, pero si se hace lo mismo en el lapso que comprende de mediados de la década pasada hasta el día de hoy, encontraremos cientos de publicaciones anuales, por lo menos”, indica Debajyoti Roy.
“Aquel desastre marcó nuevos parámetros en todos los campos, desde el científico hasta el social, porque ha sido el más destructivo del que se tenga memoria. De hecho, es el que ponemos en el nivel más alto de intensidad, concepto que depende del daño causado, no de la cantidad de energía liberada”.
El experto señala que los estudios que realizan la UNAM y la Universidad de Anna son muy importantes. “A partir de nuestras observaciones hemos desarrollado un mapa detallado de las zonas seguras en Barra de Potosí en caso de grandes olas y queremos hacer lo mismo a lo largo de la costa del Pacífico”.
Para los japoneses estos fenómenos son tan frecuentes que ya forman parte de su cultura. Sin embargo, los registros en México son pobres, aunque al revisar los datos históricos nos han revelado episodios interesantes, comenta. Por ejemplo, hay testimonios de que en 1787, uno con olas de 18 metros penetró cuatro kilómetros y azotó las playas de Corralero, Oaxaca.
Diez datos para saber más
1. Los tsunamis pueden chocar contra lugares de la costa en la cuenca del océano Pacífico, y por lo general suceden a consecuencia de terremotos.
2. Algunos tsunamis pueden ser muy grandes. En áreas de la costa pueden alcanzar una altura de hasta 10 metros o más (30 metros en casos extremos).
3. Todas las áreas costeras bajas pueden ser afectadas por tsunamis.
4. Los tsunamis son una serie de olas con crestas que llegan a la costa cada 10 o 60 minutos. Por lo general, la primera ola no es la más grande.
5. El peligro de un tsunami puede durar varias horas después de que ha chocado la primera ola.
6. Generalmente, las olas de los tsunamis no se rompen, de manera que ¡no trates de surfear sobre un tsunami!
7. Los tsunamis se mueven mucho más rápido de lo que puede correr una persona.
8. Muchas veces, cuando un tsunami se acerca, el agua de la orilla se retira y queda expuesto el suelo marino.
9. Los tsunamis pueden ocurrir durante cualquier momento del día o noche.
10. Un tsunami puede, fácilmente, cubrir islas enteras.