Llegan las lluvias a Haití; un millón 200 mil viven en calles de la capital

12 febrero 2010

* Hoy se cumple un mes del devastador terremoto; en la vía pública, charcos de lodo y heces
* Sin techo y letrinas adecuadas, se encuentran en grave peligro sanitario y ante un segundo desastre.
* Miles protestan frente al destruido Palacio Nacional y acusan al presidente René Préval de incapaz

12 de febrero de 2010
Fuente: La Jornada

Se le esperaba en Haití para fines de febrero. Se le temía. Y llegó anticipándose unos días a su temporada habitual que se inicia a fin de mes, principios de marzo. Este jueves, a las 4:50 de la madrugada, cayó el primer aguacero del año. Con un millón 200 mil personas viviendo al aire libre sólo en Puerto Príncipe, sin abrigo ni letrinas adecuadas, los charcos y ríos de lodo y desechos humanos que empezaron a correr por las calles y plazas anuncian un segundo desastre en la capital haitiana: la crisis sanitaria.

Haitianos sobrevivientes del terremoto bloquean la avenida principal al aeropuerto de Puerto Príncipe para exigir alimentos, refugios y ayuda. Foto Reuters

Así, en la víspera del primer mes del terremoto del 12 de enero y a pocas horas de que se inicie la semana de duelo nacional decretada oficialmente, la ciudadanía damnificada volvió a recibir un golpe a su precaria existencia. Apenas amainó la lluvia, cubiertos de lodo, miles de los pobladores de estas nuevas villas miseria se lanzaron al Campo Marte, frente al colapsado Palacio Nacional, para protestar. Las radioemisoras Metropole y Kiskeya reportan que hubo gritos hostiles contra el presidente René Préval por su incapacidad para hacer frente a la crisis.

Los organismos, que emprendieron una carrera contra el tiempo para distribuir carpas y tiendas de campaña antes de la llegada de las lluvias al millón 200 mil personas que quedaron sin techo hace un mes, perdieron por mucho. Según cifras proporcionadas por Charles Clermont, de la subcomisión de campamentos provisionales, las agencias de ayuda internacional se habían comprometido a hacer llegar 50 mil carpas –apenas una fracción de lo que realmente se requiere–, pero sólo lograron distribuir 22 mil. Esta madrugada 15 mil se habían desplegado. El compromiso es distribuir, de aquí al sábado, 400 mil lonas más para poner al mayor número posible de personas bajo un techo provisorio.

Eso, para proteger de la lluvia a la ciudad sin techo. Pero hay un problema más complejo y maloliente. De éste los medios haitianos hablan muy poco.

Un excusado al aire libre

Antes del terremoto Puerto Príncipe era, de por sí, una letrina al aire libre, sin un sistema de drenaje mínimamente aceptable, señala Alban Nouvellon, asesor técnico de la Dirección Nacional de Saneamiento y Agua Potable (Dinas).

El desafío es gigantesco, aun para este equipo que en un mes logró algo que en Haití era inimaginable hace tres años. El actual director de la Dinas, Gerard Jean Batiste, recibió una dependencia en bancarrota. Apenas habíamos empezado la rehabilitación de la red cuando sobrevino el temblor. A pesar de todo, él demostró liderazgo, se puso frente a las agencias internacionales, se coordinó con el sector privado y con organizaciones sociales y sindicales. Hoy 800 mil damnificados reciben agua potable en la capital. Más de lo que se distribuía antes del día 12, explica Nouvellon, quien reconoce que ésta es apenas una etapa de la contingencia y que queda mucho qué hacer para soluciones a largo plazo.

Pero si resolver la distribución del agua fue posible, el saneamiento es harina de otro costal. Imposible por el momento y bajo estas condiciones, dice el técnico francés que llegó a trabajar en el área hace tres años, si se tiene que atender a más de un millón de personas en 700 campamentos dispersos.

Otros riesgos; suma y sigue

Dormir a la intemperie y chapotear entre las avalanchas de aguas negras no constituyen los únicos riesgos de esta segunda fase de la catástrofe. El jefe de la misión de Naciones Unidas en Haití (Minustah), Edmond Mulet, citó ayer otro peligro más: muchas casas y edificios que no se desplomaron hace un mes, pero que están seriamente dañados, terminarán por desplomarse con los aguaceros y la humedad. Sin mencionar los derrumbes que no han cesado con las pequeñas réplicas que se siguen sintiendo.

Una de ellas, ocurrida el martes, de cuatro grados Richter y 28 segundos de duración, alcanzó notoriedad. Ocurrió en las ruinas del Caribbean Market, el supermercado de moda de la calle Delmás 95. Alrededor de las cinco de la tarde la nueva sacudida hizo desplomarse una sección de la tienda donde se ha localizado un gran número de cadáveres. En segundos los escombros se tragaron una grúa que trabajaba allí. Su operador logró saltar. Pero aún no se sabe el destino de entre ocho a 10 socorristas que estaban allí en ese momento.

Hay otro riesgo adicional. Durante las últimas semanas, las excavadoras y camiones de volteo han estado arrojando toneladas de escombros –se calculan 93 millones de toneladas de concreto destrozado y varillas retorcidas, hasta el momento– en las barrancas y laderas de la accidentada topografía de Puerto Príncipe. Lo cual –advierten ingenieros y urbanistas– ha obstruido muchos de los cauces naturales que toman las avalanchas de agua en tiempos de lluvias. Se teme, pues, que las inundaciones y derrumbes sean mayores este año que de costumbre.

¿Es todo? No. Desde Miami se advierte que este año la temporada de huracanes, ciclones y tormentas tropicales será más activa en el Caribe. William Gray, experto de la Universidad de Colorado, indicó a Afp que en 2010 se formarán entre 11 y 16 tormentas, por encima del promedio de nueve o 10; entre seis y ocho huracanes (cinco-seis es el promedio). De éstos, de tres a cinco pueden ser de gran envergadura.

Duelo masivo por el desastre

Este viernes 12 de febrero, cuando se cumple el primer mes de uno de los desastres más letales del mundo, con una cifra aún inacabada de 217 mil muertos contabilizados, se inicia una semana de duelo nacional. En ceremonias religiosas y cívicas de todo tipo, los haitianos sobrevivientes podrán dar un adiós ceremonial a los miles de seres queridos que tuvieron que se arrojados en fosas comunes masivas.

Será la oportunidad de hacerles procesión, encenderles sirios, entregarles las ofrendas y rezarles, en todos los credos y colores, a los que se fueron de golpe en los 60 segundos que duró el sismo de 7.3 grados. Y a los que no pudieron ser rescatados los días siguientes.

Una ceremonia oficial tendrá lugar en la Escuela Nacional de Enfermería de Puerto Príncipe, a donde acudirán miembros del gobierno haitiano. Distintas congregaciones católicas harán una misa masiva, la tercera desde el temblor, frente a las ruinas de la catedral de Notre Dame, en el arrasado centro de la ciudad.

A pocas cuadras, hay una convocatoria ecuménica para iniciar un ayuno de tres días. Están invitados todos los sectores religiosos de Haití, católicos, evangélicos y de la iglesia popular afrohaitiana (vudú) a participar en la Plaza del Carnaval. Y a pocos pasos, en el Campo Marte, un conglomerado de 10 parques que rodean las ruinas de lo que fue el Palacio Nacional, habrá otro acto masivo.

Ayer mismo, los periodistas adelantaron su homenaje a los 23 trabajadores de la información, principalmente radiofónicos, que perdieron la vida en la iglesia de Santa Teresa, en Petion Ville.

Por el momento, estas expresiones eclipsarán los incipientes brotes de inconformidad social hacia algunos sectores del gobierno.

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