Los Triquis piden lluvia

09 mayo 2008

 

     

Fuente: Voz e Imagen de Oaxaca

Friday, 09 de May de 2008

Los humanos en el mundo "civilizado" están peleando y luchando por el agua, comprando y vendiendo el vital líquido que hace de los hermanos su discordia por obtenerla; pero se han olvidado que existen nuestros dioses ancestrales a quienes recurrimos año con año, para pedirle que llueva; con respeto, cariño y por sobre todas las cosas, la bendición que despliegan sobre un pueblo que los venera.

 

SIMITRIO ROBLES IBÁÑEZ/CORRESPONSAL
HEROICA CIUDAD DE TLAXIACO

Los años podrán pasar, los siglos consumirán las costumbres, cambios y formas de pensar; sin embargo, para los indígenas de la Triqui alta de la población de Santo Domingo del Estado, Putla de Guerrero, Oaxaca, el tercer domingo de abril, al filo del medio día, se marca una ceremonia prehispánica.

Hombres, mujeres, niñas y niños, subieron a la cueva del dios del Rayo, con un sólo objetivo: rendirle culto, entregando por ofrenda la vida de un gallo, manchando de rojo el piso por el sacrificio, la sangre de la tierra (el pulque) que vuelve a ella y huevos de gallinas y guajolotas, esparcidos por todos los rincones de la cueva; al mismo tiempo fueron encendidas velas y veladoras, y se dejó escuchar la voz de los niños en su idioma Triqui, y las palabras del encargado de la ceremonia que resonaban: "Toma este regalo de sangre, porque es vida de la vida que nos das, no te enojes con nosotros"; todos envueltos en el humeante olor a copal desprendido del sahumerio de barro.

Este rito ancestral, despierta el interés de nuestro dios, quien escucha las plegarias de un pueblo que vive del campo, que siembra y cosecha para el dios y para sus hijos (el pueblo); pronto caen las lluvias para la buena producción de la tierra que dará alimentos a los pobladores y a los animales y con ello las buenas cosechas.

La Ceremonia o fiesta del Rayo, como los pobladores le conocen, es un culto que se celebra desde hace más de cinco siglos y que los habitantes habían dejado de realizar y fue hasta hace ocho años que retomaron esta celebración, pues narran en el pueblo que debido a la población migrante únicamente acudían los ancianos, y se estaba perdiendo, sin embargo se ha vuelto a celebrar este culto para pedir la lluvia.

Los habitantes del lugar, como la señora Soledad Avendaño Ramírez, recuerda que desde muy niña subía a la cueva con sus hermanos y algunas niñas y niños de la población para jugar y tomaban agua fresca que se juntaba en un pocito, y que aún existe; veían que de este lugar nacía un rayo, una inmensa luz blanca que salía de lo más profundo de la cueva para llegar hasta el cielo, para que a los pocos minutos empezara a llover; este fenómeno también fue visto por varias personas muchas veces.

Pedirle la lluvia al dios del Rayo no sólo significa pedirla y ya; no, había días muy cerrados de agua, tempestades o vientos fuertes que tiraban las milpas, lo cual nos obligaba nuevamente a volver a la cueva y pedirle al dios del Rayo que no se enojara con su pueblo y dejaran tener buenas cosechas; este pedimento se agradecía con tributos que la propia naturaleza daba como una ofrenda de su gentil gracia.

Después de la ceremonia, los pobladores, quienes transportaron alimentos en burros y en sus propias manos, degustaron de los tamales, jarros de barro con tepache, varios garrafones de pulque, dejando escuchar la música tradicional de violín y guitarra, la banda de música de viento y los cohetones; no importó el cansancio del largo transitar del pueblo a la cueva, la larga asoleada y la subida.

EL APUNTE

Marcos Sandoval, del Centro Cultural de Chicahuaxtla, en entrevista con NOTICIAS, dijo que esta es una costumbre que tiene su relación con otras celebraciones al Señor del Rayo que llevan a cabo en diversas comunidades los pueblos Triquis.

Esta costumbre, ahora tuvo un cambio en su celebración, ya que en días pasados la asamblea acordó llevarla a cabo cada tercer sábado del mes de abril y ya no el 25 como se acostumbraba, porque consideran que esta última fecha era una imposición de la región católica con el fin de distraer la costumbre de los pueblos originarios.

Esta tradición de la Fiesta del Rayo, es una costumbre que se ha mantenido en los pueblos de la Triqui alta, como son: San Martin Itunyoso y Concepción; sin embargo, en San Andrés Chicahuaxtla y Santo Domingo del Estado, hasta hace ocho años que volvieron a retomar esta costumbre ancestral, considerada una necesidad y que día a día se consolida entre el pueblo Triqui.

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