Manglares y selvas mexicanos están devastados

20 mayo 2008

 

 El Sol de México

18 de mayo de 2008

Arturo Gómez Salgado 

Ciudad de México.- La devastación acelerada de bosques, selvas y manglares ha dejado sin protección natural a más de una tercera parte de la población en México directamente expuesta a los fenómenos hidrometeorológicos -huracanes y tormentas tropicales- que este año se presentarán en el Atlántico y el Pacífico con similar magnitud a la temporada de 2005, considerada una de las más intensas y destructivas de los últimos 20 años.

Aún con el recuerdo de la fuerza demoledora de "Emily", "Stan" y "Wilma", miles de habitantes en zonas de riesgo de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Chiapas, Oaxaca y Guerrero, donde se ha acabado con los humedales costeros y las selvas bajas, se preparan como pueden, para la presente temporada de huracanes en que se prevé que 7 de los 14 eventos meteorológicos previstos superen las categorías 3 a 5 en la escala de Saffir-Simpson, lo que implica lluvias torrenciales y vientos de más de 200 kilómetros por hora.

El Centro Nacional de Huracanes reporta que la situación más difícil se presentará en la Costa del Atlántico con 13 tormentas tropicales, cuatro huracanes moderados y cuatro más con categoría de intensos, cuyo efecto devastador dependerá de la energía que absorban de las cálidas aguas oceánicas y fuerza de los vientos.

Para la zona del Pacífico las estimaciones son once tormentas tropicales, cuatro huracanes de baja intensidad y dos de categoría 3 a 5 que podrían afectar nuevamente las costas de Chiapas y Oaxaca, donde aún se tiene a cientos de damnificados por "Stan" y es mínimo el avance en el desazolve de los afluentes y los ríos.

La organización Greenpeace-México expone que ante la fuerza de los fenómenos hidrometeorológicos y la destrucción de los ecosistemas que representaban una barrera natural ante los fuertes vientos y lluvias, hay una situación de extrema vulnerabilidad de la población que debe ser seriamente considerada por los servicios de protección civil.

Establece que, de acuerdo al Atlas de Riesgos Naturales que elabora la Secretaría de Desarrollo Social, se tienen 37 millones de personas que están expuestas a las acometidas de fenómenos meteorológicos: De ellos, 12 millones se localizan en la trayectoria de huracanes y ciclones, 20 millones en zonas potencialmente inundables y otros 5 millones en zonas de corrimientos de tierra como son laderas y montañas.

Greenpeace señala que la situación es preocupante si se considera que México ha perdido la mitad de sus bosques en los últimos 50 años y ocupa el deshonroso quinto lugar en deforestación mundial con una tasa promedio anual de 1.1 por ciento. Chiapas es uno de los cuatro estados más afectados con una cobertura forestal degradada en 76 por ciento lo que agudiza el proceso de erosión de los suelos y los escurrimientos de agua y de tierra, lo que se comprobó con el sepultamiento de parte importante de Motozintla y Tapachula ante las intensas lluvias causadas por "Stan" en octubre de 2005.

Además, aunque oficialmente existen 886 mil 760 hectáreas de manglares en México, éstos desaparecen a un ritmo de diez mil hectáreas por año, acentuando la vulnerabilidad de la población que habita en las zonas costeras como es el caso de Cancún, en Quintana Roo, donde "Wilma" causó estragos inusitados. En el Caribe mexicano se registra la tasa de deforestación de manglares más alta del país con casi 12 por ciento, principalmente por la construcción de nuevos desarrollos turísticos y expansión de la mancha urbana.

Alejandro Calvillo, director ejecutivo de Greenpeace, expone que entre las razones por los que hay que proteger los bosques, selvas bajas y manglares está el hecho de que atenúan las inundaciones y minimizan los efectos del oleaje provocados por los huracanes.

Sin manglares y selvas bajas -indica- la población está abiertamente expuesta a los embates de los huracanes que ahora son más frecuentes y potentes como consecuencia del calentamiento de las aguas oceánicas que favorece su formación y fuerza destructiva.

En un informe evaluatorio el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), anota que prácticamente en todas las naciones costeras donde los fenómenos meteorológicos han cobrado miles de vida, se presentan altas tasas de deforestación, erosión del suelo y desaparición de manglares.

Caso específico fue Nueva Orleáns donde desde hace años se acabó con la barrera natural de bosques lo que permitió que "Katrina" impactará frontalmente a esa población hasta casi desaparecerla del mapa.

El PNUMA señala que la devastación que provocó "Stan" en los estados de Chiapas, Oaxaca y Veracruz, fue acrecentada precisamente por la desaparición de los manglares, bosques y selvas, la erosión del suelo y el asentamiento de poblaciones en los cauces naturales de los ríos.

La destrucción de esos ecosistemas ha aumentado la vulnerabilidad de la población frente a los fenómenos hidrometeorológicos que, en el caso de los huracanes y ciclones, son 50 por ciento más intensos y prolongados por los efectos del calentamiento global, precisa el PNUMA en su informe "Destrucción de los Ecosistemas y su Impacto Social".

Lo más preocupante -apunta el PNUMA en su informe- es que los fenómenos meteorológicos tienen mayor impacto entre la población de escasos recursos económicos que se asienta en las zonas bajas y en los cauces de los ríos y que al presentarse una contingencia opta por quedarse en sus hogares para proteger sus pertenencias.

El PNUMA subraya que ante el cambio climático que se traduce ya en huracanes y ciclones de gran potencia, es necesario preparar a la población para actuar a tiempo y evitar pérdidas humanas. "Se debe comprender que el efecto invernadero no es una predicción sino una realidad que causará un sufrimiento humano creciente y una mayor carga económica".

La organización Greenpeace advierte que los impactos climatológicos se resienten muy particularmente en México por estar en la ruta de los huracanes y porque es uno de los países que más aceleradamente destruye sus bosques, selvas y manglares con una tasa de deforestación de 800 mil hectáreas anuales que ha provocado la desaparición del 70 por ciento de las selvas altas y cerca de la mitad de la superficie de bosques templados.

CONFABULACION GUBERNAMENTAL

Greenpeace explica que a pesar de la importancia de los ecosistemas, en mayo de 2004 la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales modificó la NOM-022-Semarnat-2003 relativa a la protección de humedales costeros en zonas de manglar, dejándola sin efecto.

Esa modificación establece que mediante el pago de una compensación económica se puede proceder a "readecuar" la zona de manglares para proyectos productivos lo que explica la destrucción irrefrenable de humedales en las costas de Veracruz, Chiapas y Quintana Roo donde además se presenta desaparición de costas por el aumento en el nivel de las aguas oceánicas.

Diego Cobo Terrazas, presidente de la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la Cámara de Diputados, sostiene que no obstante que el presidente Calderón ha manifestado su interés en proteger los ecosistemas y ha solicitado un diagnóstico al respecto, funcionarios como Ernesto Enkerlin, director de la Comisión Nacional de Areas Naturales Protegidas, acepten llanamente que sí hay tal destrucción y nada hagan al respecto.

Héctor Magallón, coordinador de la campaña de bosques y selvas de Geenpeace, expone que más de un 80 por ciento de la deforestación en México se debe a la impunidad con que trabajan las empresas madereras al amparo de funcionarios a quienes se les paga por proteger los ecosistemas.

Precisa que además de que se continúan otorgando concesiones para la explotación maderera sin mediciones previas de impacto ambiental, inexplicablemente sólo se destina el 0.11 por ciento del presupuesto federal a la actividad forestal, lo que mantiene en el abandono a 36 millones de hectáreas de bosques que al actual ritmo de explotación podrían desaparecer en un lapso no mayor a los 20 años.

Estimaciones de Greenpeace señalan que en México se pierden cada año 200 mil hectáreas de tierra agrícola a causa de la erosión y la conversión a otros usos y hoy en día 48 por ciento del territorio nacional es altamente vulnerable a la desertificación que implica mayor pobreza y consecuentemente mayor desplazamiento de "damnificados ambientales" a zonas de riesgo como son laderas, cauces de ríos y cañadas.

Carlos Gay García, director del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), precisa que sin el escudo natural que se tenía hace apenas 20 años, la población está prácticamente inerme ante la fuerza de los huracanes y la prueba es que cada año es mayor el número de muertos y damnificados por este tipo de eventos meteorológicos.

El investigador y catedrático expone que de las mil 300 vidas por semana que ocasionan los desastres naturales en el mundo, el 90 por ciento se debe a los efectos de huracanes, ciclones y tsunamis lo que habla de la necesidad imperiosa de proteger los ecosistemas y contar con un eficiente programa de protección civil.

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