La gestión del agua en México ha cerrado la llave a miles de ciudadanos que padecen escasez, pero ha potenciado el flujo del líquido a concesionarios que, a pesar de apegarse al abasto con el que se cuenta, son centenares y han llegado a hacer un uso coercitivo de su cesión, razón por la que especialistas y activistas pugnan por una nueva ley de aguas, soterrada en la agenda legislativa.
La sobreconcesión es un problema histórico que, tras la sequía extrema y el cambio climático, ha tensado el ambiente tanto el norte del país como en estados sureños, donde organizaciones civiles aseguran que hay un ejercicio abusivo.
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