ONG: agua de la presa Valle de Bravo podría ser nociva

29 junio 2012

29 de junio de 2012
Fuente: La Jornada
Nota de Angélica Enciso

El director de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo, bebe un vaso de agua de una planta potabilizadora del sistema Cutzamala en el estado de México, e insistió en que, a pesar de los cambios de olor y sabor, el líquido que reciben el Distrito Federal y municipios conurbados es seguro

El mal olor del agua del sistema Cutzamala se debe a que la presa Valle de Bravo está cubierta de organismos similares a las algas, que pueden causar daños a la salud a largo plazo, de acuerdo con especialistas consultados por la Coalición de Organizaciones Mexicanas por el Derecho al Agua (Comda).

La Comisión Nacional del Agua (Conagua), responsable de vigilar el líquido en las presas, ha asegurado que la presencia de algas no es dañina para la salud, pero falta información.

Explicó que, de acuerdo con Marisa Mazari, del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, a quien la coalición consultó, la proliferación de algas en la presa Valle de Bravo es la respuesta a la presencia de materia orgánica en el agua, que también puede servir de sustrato a otros microorganismos, como bacterias, virus y parásitos, no solamente algas.

El problema, según la investigadora, no es solamente el olor y el sabor desagradables del agua, sino que puede causar irritaciones en la piel, los ojos y malestares estomacales.

Un artículo de Mazari y Luis Zambrano sostiene que el consumo prolongado de agua con toxinas producidas por algas puede derivar en efectos hepatotóxicos, es decir, daño en el hígado. En pocas palabras, podemos estar tomando agua con toxinas y no enfermar a corto plazo, pero tener graves problemas de hígado a largo plazo. Por ello, el argumento de la Secretaría de Salud del Distrito Federal de que el consumo del agua no afecta a los humanos porque no han detectado brotes epidémicos es una visión parcial.

Consideró que la Conagua debe explicar con mayor precisión las medidas que aplica desde principios de este mes para limpiar el agua, entre ellas uso de carbón activado y más cloro, ya que la sobrecloración del agua puede generar trihalometanos, es decir, cloroformo, bromoformo, clorodibromometano y diclorobromometano, que son cancerígenos a largo plazo.

En la presa Valle de Bravo, agregó, no sólo debe vigilarse la descarga de aguas residuales, sino también revisar y regular de manera más eficiente las actividades recreativas.

En semanas recientes ha habido quejas recurrentes de usuarios y autoridades del Distrito Federal y del estado de México porque el agua del Cutzamala tiene olor y sabor a tierra mojada, producido por una sustancia llamada geosmina, liberada por una microalga que prolifera en la presa de Valle de Bravo, principal alimentadora del sistema hidráulico.

Mientras, en el municipio mexiquense de Donato Guerra, el director de la Conagua, José Luis Luege Tamargo, sostuvo que el agua que se distribuye a través del sistema Cutzamala al Distrito Federal y 13 municipios mexiquenses es cristalina y pura y la de mayor calidad en toda la República, y reiteró que no existe riesgo alguno para la salud de quien la consume.

El funcionario invitó a las autoridades del Distrito Federal y el estado de México a dar mantenimiento a sus tanques de almacenamiento y redes de distribución, a fin de que el líquido no llegue sucio a hogares e industrias. A los usuarios les recomendó limpiar cisternas y tinacos al menos cada tres meses.

La Conagua insiste en que si bien el líquido tiene olor y sabor anormales, no contiene componentes tóxicos y es completamente apta para consumo humano.

Luege recorrió ayer canales y plantas del sistema Cutzamala para constatar el proceso de absorción de la geosmina, al cual se somete el agua antes de potabilizarla. Este procedimiento consiste en la aplicación de carbón activado en un canal que conduce el líquido de la presa de Valle de Bravo a la planta potabilizadora de Berros.

El agua tiene un color verdoso producido por la geosmina y llega muy turbia debido al bombeo. Tras la inyección de carbón, el agua adquiere una tonalidad negra. Así recorre unos siete kilómetros hasta la planta potabilizadora en aproximadamente 20 minutos, tiempo en el cual el carbón actúa.

Ya en la planta, se quitan sedimentos al líquido, se le aplica sulfato de aluminio y cloro para matar bacterias, y entra al último paso de purificación, del que sale cristalina. Así la entregamos al Distrito Federal y al estado de México, dijo Luege, quien bebió ante periodistas agua recién procesada en Berros.

Señaló que la Conagua sigue sacando microalgas de la presa de valle de Bravo, y se espera controlar el problema en tres meses.

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