Riesgo de contaminación en acuíferos

17 mayo 2012

* De los 653 que hay, 152 están sobreexplotados, 16 presentan intrusión salina, 30 ya tienen una mayor concentración de sales y nueve han sufrido la infiltración de aguas negras

17 de mayo de 2012
Fuente: El Universal

 

MÉTODOS. En la actualidad se dispone de, por lo menos, 10 métodos para calificar la vulnerabilidad de un acuífero. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )

En países como México, donde hay extensas regiones áridas, el subsuelo suele ser la principal o la única fuente permanente de agua. De ahí que sea muy importante, pero también muy difícil, mantener la calidad del agua proveniente de los acuíferos y evitar que se contamine.

“Ahora bien, la ubicación de las diversas poblaciones y de los principales desarrollos industriales en México está inversamente relacionada con la disponibilidad del agua”, dice la doctora Rosario Iturbe Argüelles, coordinadora de Ingeniería Ambiental del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional.

En las zonas centro, norte y noroeste, donde el clima es árido y/o semiárido, se encuentran las ciudades más grandes, así como las principales concentraciones de actividad industrial y agrícola.

Sin embargo, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la disponibilidad media de agua en las regiones administrativas de esas zonas del país alcanza niveles críticos de escasez: mil 821 metros cúbicos por habitante al año, en contraste con lo que sucede en las zonas sur y sureste, donde la disponibilidad del líquido es de 10 mil 292 metros cúbicos por habitante al año.

Identificación

La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) ha identificado 653 acuíferos distribuidos a lo largo y ancho del territorio nacional; de ellos, 453 se han estudiado a detalle.

“Las conclusiones a las que se ha llegado es que 152 están sobreexplotados, 16 presentan intrusión salina, 30 ya tienen una mayor concentración de sales a causa de su sobreexplotación, nueve han sufrido la infiltración de aguas negras y otros ya dan muestras de padecer problemas de hierro y manganeso”, comenta la investigadora universitaria.

Por lo que se refiere a los aproximadamente 81 mil millones de metros cúbicos de agua subterránea con que cuenta el país cada año, 61 mil 790 millones son utilizados por el sector agrícola; 11 mil 400 millones, por la red de tuberías de abastecimiento público; 4 mil 80 millones, por las termoeléctricas; y 3 mil 320 millones, por la industria.

El agua subterránea contiene una gran variedad de minerales cuyas características y concentraciones dependen de la naturaleza del material geológico a través del cual aquélla se mueve y, también, de la calidad del agua de recarga que llega a cada uno de los acuíferos.

Los acuíferos no confinados (es decir, los más cercanos a la superficie) son más vulnerables a contaminantes que los confinados.

10 métodos

En la actualidad se dispone de, por lo menos, 10 métodos para calificar la vulnerabilidad de un acuífero.

Los tres más utilizados en México y el resto de América Latina son el DRASTIC, el GOD y el AVI. No obstante, cuando se aplican los tres en un mismo sitio, los resultados son muy diferentes.

“La discrepancia entre los resultados se debe a la gran cantidad de parámetros que cada método considera y a la manera en que son aplicados en las condiciones reales de un acuífero determinado. Por eso sigo insistiendo en que la CONAGUA debería clasificar los acuíferos con un solo método”, señala Iturbe Argüelles.

Se sabe que las principales fuentes de contaminación de los acuíferos son las municipales (disposición de residuos en suelos y fugas en el drenaje de líneas de aguas residuales), industriales (derrames de químicos y combustibles, arrastre de residuos en minas, tuberías y tanques de almacenamiento subterráneos), agrícolas (uso de fertilizantes y pesticidas, derrame de químicos, arrastre de residuos de granjas, almacenamientos superficiales y subterráneos, tanques y pozos construidos inadecuadamente o abandonados) y residenciales (uso de detergentes, pinturas, productos de limpieza y sistemas sépticos ineficientes).

Así pues, es necesario contar con mapas de vulnerabilidad de los acuíferos (lo cual implica un pleno conocimiento hidrogeológico del sitio donde se localizan) y con información precisa de la calidad del agua natural y del agua de infiltración que contienen.

“Y para evaluar el riesgo de un acuífero determinado se debe establecer una definición de cada contaminante, medir sus concentraciones presentes y representativas, y calcular la dosis de ingestión que puede ser peligrosa para la población que la consuma.”

Más información, en el siguiente correo electrónico: ria@pumas.iingen.unam.mx. (Roberto Gutiérrez Alcalá)

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