Río Tónachi: un paraíso inexplorado en Chihuahua

29 junio 2010

29 de junio de 2010

Fuente: Akro Noticias

Guachochi, Chih.- Con sus grandes montañas cubiertas de “penachos verdes”, pilares -tónachis- inmensos con diversas figuras petrificadas, colosales cuevas y profundas como la “Del Diablo” y “El Millón”, el “puente de piedra”, el gran río de aguas y cascadas permanentes -El Salto Chico y Grande “que nunca se secan”, y las tradiciones culturales y trabajos de los indígenas, Tónachi esta considerado como un paraíso natural enclavado en el sur de la Sierra Tarahumara de Chihuahua por sus inmensos y bellos paisajes que impresionan a todo visitante.

El pueblo de Tónachi y sus decenas de comunidades indígenas dispersas en el ejido, se localiza a una hora de camino por terracería, partiendo de Guachochi, atravesando bosques y terrenos agrícolas y ganaderos comunales y privados, como se observó en el transcurso del viaje hacia la Cascada Grande y Satérachi el pasado 25 de junio en esta época de lluvias.

La última actividad deportiva de extremo y turísmo en este bello ejido, fue el pasado 17 de mayo, “Rally 4×4: desafío Guachochi”, donde 27 vehículos de siete municipios de Chihuahua, México, DF, El Paso, Texas, EUA, recorriendo105 kilómetros entre lo alto y abrupto de la Sierra, durante más 7 horas, tendiendo como meta El Salto Grande de Tónachi.

A cuarenta días del evento deportivo, apunta don Ramón Pérez Ruiz, oriundo de la región y vive junto al El Salto Grande, se han incrementado las aguas del río; “aguas rebotadas” en esta época de lluvias. Hoy la cascada grande se ve impresionante por la abundante agua que se precipita desde una altura de 20 metros. “Nunca se seca la cascada, siempre lleva agua”, precisó el indígena de 75 años de edad.

Don Ramón Pérez Ruiz ha vivido siempre junto a la cascada con su esposa doña Guadalupe Cruz Nevares de 79 años de edad y sus dos hijos, que laboran la tierra donde siembran fríjol, maíz, papas, trigo y chicharos. Tiene una partida de chivas, un burro y tres vacas para “el sostén de la vida” diaria, expuso contento don Ramón en entrevistado al borde la de la ribera del río, que en 2007 “se desbordó y subió hasta nuestro terreno”, recordó.

Para llegar a la catarata de El Salto Grande, los vehículos o personas, tienen que atravesar el terreno de don Ramón Pérez, casi junto a su casa y patio, ya que bordear la ribera del río, es peligroso porque las arenas atascan los vehículos e impiden el rodaje de las llantas, dijo el señor Pérez Ruiz, quien precisó que el día de la travesía de los vehículos de 4×4 -que fueron más de 27 auto- “no les cobre, pero para la otra si les voy a cobrar”, dijo.

A las 12:45 horas nos dirigimos a la comunidad de Satérachi que significa en rarámuri “Lugar de arena”, como explicó por su parte don Crucito Chaparro Rodríguez, indígenas de 64 años de edad, oriundo de esa bonita -semati- región de Tónachi. Satérachi es una comunidad puramente indígena de cerca de 20 casas de adobe, maderas y láminas -algunas-, construidas a lo largo de la ribera del río Tónachi, en donde se pueden apreciar en sus aguas cristalinas -hoy rebotadas- “espejos móviles” al reflejar nubes, desfiladeros, montañas y árboles o el rostro de un rarámuri, junto al afluente. En él se bañan, lavan, caminan y se “resolanean” -asolean- los rarámuris, como se atisbó.

La Cascada Grande, es la segunda, pero más impresionante, como se puede apreciar en las fotografías. La primera cascada, la “chica” esta a 5 minutos del pueblo de Tónachi, en donde, después de varios años de proyectos “turísticos”, están construyendo dos cabañas frente al panorama natural de piedras gigantes, agua y montañas, y que hasta la fecha, no han informado las autoridades ejidales cuando van a dar servicio a los turistas. Están construidas, pero de “oquis”, así como varios estanques varados construidos desde hace muchos años, como se apreció.

En el trayecto del pasado 25 de junio, se atisban a lo largo de la ribera indígenas labrando la tierra para sembrar sonuko-maíz, muní-fríjol, chivas, caballos, vacas y burros pastando, o gallos y gallinas con sus polluelos picoteando la tierra. Todo un paisaje de la provincia rural mexicana; o, familias indígenas, caminando por la ribera del río, mujeres-tewekes lavando sobre la ribera del río, acompañados del inseparable y fiel amigo: el perro.

La región de Tónachi, es un lugar paradisíaco y tradicional donde se respira aire puro y se encuentra la tranquilidad en los murmullos del río y el rugido permanente de las cascadas que parecen estáticas sobre un estanque profundo, con una brisa que desplaza entre el eco de las barrancas; o en el canto de las pájaros y el graznido de alguna garza, gris o blanca; o en el canto del viento que se entrelaza entre los pinos, pero sobre todo, la hospitalidad de los rarámuris, como lo demostró la familia de don Ramón Pérez, cuya cultura es milenaria. Un territorio recomendable para todo turista que busca de aventuras emocionantes y perdurables en la Sierra Tarahumara.

Tónachi tiene una iglesia muy antigua construida en 1756 por los primeros misioneros jesuitas que arribaron a esta comunidad indígena que guarda sus tradiciones y costumbres ancestrales, combinadas con la cultura cristiana, mestiza-chabochi. En esa iglesia, los rarámuris, realizan sus rituales cada año para agradecer a Onoruami-Dios, por la vida, los alimentos y la lluvia. Realizan los Nawésare-consejos cada semana de acuerdo a las leyes y tradiciones ancestrales indígenas, indicó a su vez, la directora del DIF Municipal, la indígena Juanita Sotelo.

La gran ribera del río es un hermoso paisaje cubierto de montañas y pilares que se pueden disfrutar, desde el primer momento en que se entra a la Cuesta del Toro, hasta bajar a Satérachi, en un día de descanso -sábados y domingo-, cruzando el primer puente que va a Sibárachi -Lugar de Tripas-.

Luego se atraviesa el aserradero San Silvestre; cerca de ahí una de las Cuevas más impresionantes de la Sierra: la “del Diablo”, rumbo al pueblo de Tónachi. Para los caminantes, es recomendable caminar de San Silvestre hasta Tónachi. Son 7 kilómetros de distancia, y en una hora se llega al pueblo, en donde se observará dos puentes de concreto sobre el ancho río. Antes de penetrar al pueblo, en la casa de Eleazar Ramos, hay una desviación, hacia una montaña donde se localiza un puente gigante de piedra, poco explorado.

Paisaje rural con aguas y cascadas permanentes; piedras enormes y puentes como “huevos prehistóricos”, rodeados de bosques cobijada de una cultura rarámuri ancestral, una bella-semati región serrana atractiva para conocer

* Un corredor turístico con bellezas naturales que se puede disfrutar en un día

* Cascadas, montañas, puentes de piedra, cuevas, cabañas y un río de aguas cristalinas permanentes que se desliza como serpiente entre bosques, acantilados y piedras prehistóricas

Artículos relacionados
Compartir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

El agua es vida, pero ¿Qué pasa cuando no tenemos acceso agua de calidad?  ¿Sabes a qué enfermedades nos exponemos?   ¿Qué sabes sobre el tema?

¡Pon a prueba tus conocimientos en este tema! ¡Y diviértete!

 Ir a la trivia