Tarahumaras, en riesgo alertan que ‘viene lo peor’ de la sequía

14 marzo 2012

* Recibieron ayuda en gran cantidad, pero se acabará pronto; ‘se atacó a los efectos, no a las causas’

14 de marzo de 2012
Fuente: Vanguardia

Indefensos. Los rarámuri sobreviven de la agricultura y el pastoreo, por lo que la falta de lluvias les afecta en gran manera.
Foto: vanguardia-especial

MÉXICO, D.F.- La Sierra Tarahumara, en el estado de Chihuahua, saltó en enero a las primeras planas de los medios por una noticia espeluznante: decenas de indígenas se habrían suicidado desesperados por la hambruna causada por la sequía. La información era falsa, pero contribuyó a llamar la atención sobre una sequía y una hambruna muy reales que afectaba sobre todo a la etnia rarámuri, de 70 mil a 100 mil personas.

El país se volcó generoso con la región. La ayuda alivió la emergencia alimentaria, pero dos meses después, acallados el ruido mediático y la avalancha solidaria, las ONG que trabajan sobre el terreno avisan de que sólo se han puesto parches y que lo peor está por llegar.

“Las bodegas se llenaron, pero ya se están vaciando. Y lo más grave vendrá a partir de mayo, cuando haya que comoprar más grano. Sigue sin llover. Hemos puesto parches pero sólo hemos atacado los efectos, no las causas”, dice Javier Ávila, sacerdote jesuita y presidente de la Comisión de Solidaridad y Derechos Humanos que trabaja en la localidad de Creel.

Ávila enumera algunas de medidas a largo plazo: evitar la erosión de la tierra, hacer zanjas, limpiar los bosques para evitar los incendios. Y sobre todo, intentar retener el agua, ya que se calcula que el 95% de la que cae se evapora o se pierde, y conservar el suelo. Con esta finalidad, Oxfam financió un proyecto demostrativo, llevado a cabo por la Fundación Tarahumara José A. Llaguno entre 2010 y 2011, de construcción de estructuras hidráulicas a modo de represas en las barrancas de un paraje llamado Táscate. Diecinueve comunidades replicaron la idea y han podido afrontar la sequía en mejores condiciones. Ahora hay otras 25 solicitudes.

Necesidades

Los rarámuri —“los de los pies ligeros”— mantienen modos de vida tradicionales dedicados a la agricultura, el pastoreo o la caza. También, están orgullosos de su identidad. “Nos han enviado, de forma bienintencionada, mucha ropa usada”, cuenta el sacerdote Héctor Fernández, “pero ¿quién la pidió? Hacen falta mantas pero esas prendas viejas son para ellos una ofensa. Su vestimenta es su dignidad. Es mucho más enaltecedor enviar telas, para que se hagan sus trajes”.

Es una constante: las organizaciones agradecen la ayuda, pero lamentan el desorden en los envíos. “La prioridad siguen siendo los alimentos no perecederos como el maíz o el frijol”, dice Fernández, “pero hay que escuchar a las ONG, porque a ratos falta aceite, jabón…”.

Los Gobiernos federal y estatal han respondido a la llamada pero ¿qué pasará cuando se relaje totalmente la presión mediática? ¿Y cuando pasen las elecciones de julio? Ávila no es optimista: “Los políticos vienen a pedir el voto. Se acuerdan de los indígenas cuando están en los medios y ahí aparecen siempre arropados de hambre, pobreza, miseria, muerte, enfermedad. No se les tienen en cuenta para proyectos mineros o forestales que les afectan. Pero sí los necesitan para dar color a un proyecto turístico, los ponen muy planchaditos”.

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