Trabajan a marchas forzadas para liberar el cauce del río Grijalva
03 diciembre 2007Juan de Grijalva, Chiapas (2 de diciembre de 2007).- La Comisión Federal de Electricidad (CFE) informó que este domingo concluyó la primera de tres etapas para abrir un canal y franquear el “tapón” que se formó en el río Grijalva el pasado 4 de noviembre por el derrumbe del cerro Encantado, en el ejido Juan de Grijalva.
Funcionarios de la paraestatal dijeron que los trabajos avanzan conforme lo programado, y se espera que a más tardar para el día 15 de este mes quede listo el canal, para que corra de manera normal el agua que desde el 4 de noviembre está detenida por un tapón de más de 4 millones de metros cúbicos de tierra que cayeron sobre el cauce.
Más de 700 trabajadores, entre técnicos, operadores y de servicio laboran las 24 horas en dos turnos de 12 horas cada uno, con la única meta de abrir lo antes posible el canal, para evitar que el nivel de las presas de la región suba y se salgan de control.
Zona restringida
Debido al peligro asociado a los trabajos que decenas de máquinas pesadas realizan, directivos de la CFE restringieron desde este domingo el paso de reporteros a las áreas de mayor profundidad del canal, que tendrá 800 metros de longuitud y 100 de ancho. “Tenemos que cuidar todos los detalles para evitar que ocurra un accidente”, comentó un funcionario de la paraestatal encargado de logística.
Concluida la primera etapa, durante la cual se ha retirado medio millón de metros cúbicos de tierra, los trabajos se enfocarán a bajar la cota, actualmente arriba de 100 metros, agregó el informante. Explicó que la idea es hacer el canal a una cota de 92 metros sobre el nivel del mar. La cota normal del río Grijalva es de 88 metros.
Precisó que las máquinas no van a retirar la tierra hasta el nivel del agua, sino que será arrastrada por las fuertes corrientes cuando se abran las compuertas de la presa Malpaso, que permanecen cerradas.
“La fuerza del agua va a arrastrar la tierra y el cauce que ahora está tapado por la tierra volverá a la normalidad”, dijo, al explicar que el canal será en forma ascendente, a manera de embudo o pirámide invertida, para evitar que se caiga la tierra de ambos lados.
Los funcionarios no han dado a conocer cuántos recursos se destinarán para abrir el paso y dejar el cauce como estaba antes del 4 de noviembre, cuando desapareció gran parte del poblado Juan de Grijalva, donde murieron 19 personas y seis continúan en calidad de desaparecidas.
Tampoco han querido informar a cuánto ascienden las pérdidas económicas por la suspensión del sistema hidroeléctrico del Alto Grijalva, parado desde hace casi un mes.
Luis Toribio Martínez Ramírez, superintendente de la central hidroeléctrica Peñitas, informó en días pasados que se suspendió la operación de las presas La Angostura, Chicoasén, Malpaso y Peñitas, para no afectar los trabajos de construcción del canal en la zona del taponamiento, por lo que la electricidad que actualmente reciben los estados de Tabasco y Chiapas proviene de Yucatán y Veracruz.
Un área al extremo del tapón se ha convertido en unidad habitacional con campamentos, oficinas, baños, cocina, comedor y dormitorios para alojar a las 700 personas que trabajan en el lugar. El ruido de máquinas y camiones, que excavan y acarrean la tierra –y de helicópteros durante el día– no cesa las 24 horas.
Hay una clínica móvil de salud con personal del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para atender a los trabajadores de CFE, Petróleos Mexicanos, la Comisión Nacional del Agua y de la Secretaría de la Defensa Nacional, así como de las diez constructoras –entre ellas Ingenieros Civiles Asociados (ICA)– que realizan los trabajos.
Muchos de los empleados son campesinos de la región que de esta forma podrán obtener algún ingreso extra. Por ello muchos lugareños aún llegan en busca de trabajo, pero regresan con las manos vacías. “Nosotros ya estamos apuntados en la lista desde temprano, pero vinieron otras personas y pasaron antes que nosotros”, afirmó desconsolado Leocadio Hernández Vázquez, originario de la vecina comunidad de Lázaro Cárdenas, quien arribó con otros labriegos.
La mayoría de las 62 cocineras son campesinas de la región que ganan 250 pesos diarios, y no comparten la urgencia de que se concluyan los trabajos para retirar el tapón. No es el caso de los trabajadores de las dependencias federales que están en la zona. “Ya estoy harto, quiero regresar con mi familia”, dijo un empleado que lleva casi un mes sin salir.
Nueva vida, hastío constante
Alejados de la tranquilidad de sus antiguos hogares, la mayoría de los pobladores de Juan de Grijalva resiente “fastidio” en albergues ubicados en la cabecera municipal de Ostuacán.
“Llevo casi un mes de estar aquí y no me acostumbro a esta vida”, afirma Francisco Bouchot Jiménez, de 73 años, quien desde el 5 de noviembre se encuentra en el albergue ubicado en la escuela secundaria técnica número 52, que aloja a 289 personas del ejido Juan de Grijalva.
“Ya estoy fastidiado, como la mayoría, y me quisiera ir a mi lugar, no estoy contento porque no tengo qué hacer, y allá tenemos algo que perder”, dice mientras varios niños juegan en la cancha, aparentemente ajenos a su nueva vida.
En ese albergue, el más concurrido de los cinco instalados en Ostuacán, es donde la tristeza es más profunda, pues los 19 muertos y los seis desaparecidos el 4 de noviembre a causa del derrumbe del cerro Encantado hacia el caudaloso río Grijalva eran originarios de Juan de Grijalva. En los otros refugios hay personas de comunidades aledañas que no sufrieron daños, pero fueron evacuadas de manera preventiva.
Por: Elio Henríquez (Corresponsal)
Fuente: La Jornada
Sitio web: http://www.jornada.unam.mx/2007/12/03/index.php?section=sociedad&article=051n1soc