Una Laguna con agua envenenada

30 agosto 2010
30 de agosto de 2010
Fuente: El Siglo de Torreón
Por Arturo González González

La presencia del arsénico en el agua de la red pública de Torreón va en aumento. Así lo revelan los datos más recientes del monitoreo llevado a cabo por el Simas. El problema crece no sólo en el aspecto ambiental, sino también en el de salud pública. Esta preocupante realidad evidencia un hecho irrefutable: hasta ahora las autoridades de los tres niveles de gobierno han sido incompetentes y/o negligentes para frenar el envenenamiento del agua de La Laguna.

De acuerdo con los datos del análisis elaborado entre febrero y marzo de este año por el Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento (Simas) de Torreón, 19 de las 78 norias de la red rebasan los 0.025 miligramos (mg) de arsénico por litro (l), que es el máximo permisible para consumo humano establecido en la Norma Oficial Mexicana NOM-127-SSA1-1994. Es decir que el 24 por ciento de los pozos está fuera de norma en cuanto a arsénico se refiere.

Estas cifras resultan por sí mismas alarmantes. Y en perspectiva lo son aún más. En 2007, el número de norias que violaban la norma era de 13, seis menos que hoy y un 16 por ciento del total de pozos habilitados en ese entonces. El comparativo da una idea de la rapidez con la que crece el problema.

Por eso no es extraño que las dos últimas norias que se han abierto en Torreón para dotar de agua a nuevos sectores habitacionales presenten altos niveles de contaminación del tóxico metaloide. El pozo perforado en el sector popular Zaragoza Sur, con el que Simas pretende abastecer de líquido a unas 6 mil familias, arrojó agua con 0.060 mg/l. Ante esta situación, el organismo operador decidió destinar el recurso hídrico sólo para higiene y quehaceres domésticos.

El otro caso es el de la colonia de clase media Senderos. Ahí se abrió una noria en 2007 en la que se detectó un nivel de arsénico de 0.076 mg/l, por lo que el Simas tuvo que instalar un filtro que costó 800 mil pesos, según la información proporcionada por el organismo.

Las dos formas de abordar el problema muestran los caminos que puede seguir la empresa descentralizada en el futuro inmediato para tratar de paliar, que no remediar, la cada vez más grave situación. La solución ofrecida en el caso de Zaragoza Sur, es decir, dejar el agua de la red sólo para labores del hogar, implicaría que todos los ciudadanos consumieran agua embotellada, con el consecuente impacto en la economía familiar. Además de pagarle al Simas el suministro a través de la tubería, tendrían que desembolsar para comprar garrafones, como lo hace ya el 53 por ciento de la población, de acuerdo a un estudio elaborado por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA).

La salida contemplada para el caso de Senderos, o sea, colocar filtros en las norias que rebasan el límite establecido en la NOM, representaría un gasto fuerte para el Simas, el cual se vería reflejado en última instancia en el recibo de los usuarios. Para instalar 26 filtros, considerando los pozos que exceden el nivel máximo y los que están a punto de excederlo, la empresa tendría que invertir casi 21 millones de pesos.

De todas formas, estas soluciones son parciales, insuficientes. Porque la causa de fondo de la mala calidad del agua en la región está en la sobreexplotación del manto acuífero principal. Mientras que la recarga de éste se calcula en 520 millones de metros cúbicos (Mm3), según datos de la Comisión Nacional del Agua, la extracción alcanza los mil 100 Mm3; el déficit es pues de 580 Mm3. Esto hace que, de acuerdo a los estudios del IMTA, el nivel del acuífero baje cada año hasta 3 metros.

Este abatimiento de los mantos freáticos es consecuencia, por una parte, del sistema de presas con el que se retiene el agua del río Nazas desde hace más de seis décadas, lo que ha impedido la filtración natural hacia el acuífero; y por la otra, del abuso criminal que han hecho las empresas agroindustriales del recurso hídrico para sostener en el semidesierto a la cuenca lechera más grande del país. Paradójicamente, dos factores que han detonado el crecimiento económico de la región pueden ser hoy causas de su ruina.

El arsénico es una sustancia cancerígena que puede ocasionar neoplasias en piel, vejiga, hígado, riñones, pulmones y colon. Además, es causante de hiperqueratosis (formación de callosidades en las palmas de manos y las plantas de los pies), y está asociado a la hipertensión arterial y la arteriosclerosis. Por eso, la Organización Mundial de la Salud recomienda que el agua de consumo humano no rebase el nivel de 0.010 mg/l, cuando en México se permite hasta 0.025 mg/l.

Pese a lo anterior, muy poco o nada han hecho las autoridades para resolver el problema de raíz. Los intereses económicos, la falta de voluntad y capacidad, y la negligencia de los gobiernos tienen hoy a La Laguna al borde de la crisis ambiental y de salud más grave de su historia reciente. ¿Qué están esperando para actuar?

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