2014: año seco

11 marzo 2014

  

Los adultos humanos inmaduros reaccionan ante las crisis primero negándolas y luego culpando a alguien ajeno a ellos de la misma crisis. Mientras más inmaduro más niega y más culpa. El ser humano maduro acepta cuando enfrenta una crisis y  asume su papel en la solución de la misma. Los mexicanos necesitamos madurar rápidamente si queremos resolver las crisis que actualmente tenemos enfrente. Quitarnos tantas y tantas telarañas que nos impiden ver objetivamente dónde estamos parados y hacia dónde debemos ir..: La sequía debida al calentamiento global que está llegando silenciosa pero avasalladoramente al noroeste de nuestro país. Este tema está ausente de todo el discurso político actual. Con excepción de la Conagua (que es su tema), ningún actor o ninguna actriz política parece interesarse en éste.

Los Diálogos por el Agua y el Cambio Climático (D4WCC, por sus siglas en inglés) es parte de un esfuerzo de alcance internacional  con el que se busca incorporar el tema del agua en las discusiones sobre cambio climático propiciando el reconocimiento de su relevancia como el vehículo de impacto de este fenómeno en los sectores productivos, la salud y bienestar de la sociedad en general.

La ocurrencia de la sequía reduce drásticamente los volúmenes de agua almacenados en presas y disminuye la recarga de acuíferos, poniendo en riesgo el abastecimiento de agua potable, afectando las actividades agrícolas, ganaderas, industriales y la generación de energía eléctrica, además del impacto en la flora y la fauna.

El Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, el IMTA de Cuernavaca, una joya para la correcta gestión el agua, y un orgullo para México, publicó recientemente este excelente resumen de nuestra relación como mexicanos con la sequía:

Nuestro país ha padecido los efectos de la sequía a lo largo de su historia. Aún cuando no se conocen con exactitud las fechas en que ocurrieron, se sabe de la existencia de periodos de sequía en el México antiguo. Se tiene conocimiento de una severa sequía ocurrida en 1450. “En esos años llovía fuego, se perdían las cosechas y bajaba el nivel de la laguna”.

Diego Durán en su Historia de las Indias de la Nueva España e islas de tierra firme señala que, viendo el rey la mortandad que había, “dioles licencia y permiso para que pudieran salir del reino a buscar qué comer y de esta vez dicen que salieron muchos que nunca más volvieron”.

Hambre, migración y muerte eran el resultado de estos periodos de ausencia de lluvias, que alteraba no solo la actividad agrícola sino la vida misma de las comunidades. Pero, ¿qué es la sequía? ¿cuáles son las causas de este fenómeno natural?

En términos generales se refiere a la percepción que una sociedad puede tener acerca de la ausencia o escasez de precipitaciones pluviales en un periodo y en un lugar determinados, respecto a lo que históricamente ha ocurrido. En la región norte de nuestro país, los habitantes piensan que hay sequía cuando deja de llover cinco o seis años. En algunos países, como Francia o Alemania, para que eso ocurra basta con un mes sin lluvias.

La sequía es una condición normal y recurrente del clima. Ocurre o puede ocurrir en todas las zonas climáticas, aunque sus características varían significativamente de una región a otra. No hay que confundir la sequía, que es una aberración temporal, con la aridez, ya que esta última prevalece en las regiones con bajas precipitaciones y es una condición permanente del clima.

La sequía se define como un conjunto de condiciones ambientales atmosféricas de muy poca humedad que se extienden durante un periodo suficientemente prolongado como para que la falta de lluvias cause un grave desequilibrio hidrológico y ecológico. El agua deja de fluir en ríos que normalmente no se secan y los lagos y lagunas se convierten en valles áridos. La vida se complica.

A mayor tiempo sin la presencia de lluvias, la sequía tiende a ser más aguda. Una sequía puede ser incipiente, moderada, severa, crítica y catastrófica. La frecuencia, duración, magnitud, extensión espacial y severidad de la sequía son analizadas nivel de cuenca.

En 1521, Hernán Cortés tomó Tenochtitlán. Sin embargo, el mundo prehispánico permaneció vivo, aun a pesar de las sequías. Se estima que entre 1725 y 1727 perecieron de hambre más de 17 mil personas en Yucatán a causa de las malas cosechas por la falta de lluvias.

Durante la época colonial se registraron un total de 75 periodos de sequía entre 1521 y 1821. Se sabe de prolongadas sequías en el Bajío y en Coahuila que llegaban a durar hasta cinco o siete años. Los alimentos escaseaban y, por tanto, su precio aumentaba. La falta de alimentos era la causa de epidemias entre la población. La presencia de mendigos y desempleados se multiplicaba en las principales ciudades de la Nueva España. Una sequía en particular se ha caracterizado como la más grave del periodo colonial: la ocurrida entre 1785 y 1786, que abarcó casi todo el territorio novohispano.

Fue la más grave crisis agrícola experimentada por los pobladores de la Nueva España. A partir de ella se desató una espiral inflacionaria que duraría 20 años. Estos sucesos, aunados a los descontentos sociales y a los problemas políticos que existían en la Nueva España y en la metrópoli, fueron factores detonantes en el estallido de la guerra de independencia en los primeros años del siglo XIX.

En la periferia de la ciudad ocurrió un gran número de incendios forestales. Entre ellos se encuentra el ocurrido en el Desierto de los Leones el mes de abril de 1998. La contingencia ambiental ocasionó crisis entre los habitantes de la ciudad debido a la escasez de agua y a los altos índices de contaminación. Una situación similar prevaleció en gran parte del país.

Desde 1996 hasta 2003 han sido años deficitarios en lluvias, por lo que desde 1993 y, en buena medida, hasta la fecha ha sido uno de los periodos más drásticos y prolongados de deficiencia de agua. La sequía en muchas partes del norte aún no termina.

Los desastres naturales, tales como la sequía en su fase más crítica, constituyen detonadores de situaciones sociales, económicas y políticas preexistentes. En el momento de la emergencia afloran conflictos, relaciones y situaciones que no aparecen con tanta claridad cuando la vida no es alterada por la ausencia o escasez de agua.

Por otra parte, desde el inicio de las investigaciones se reconoció que el cambio climático aumentaría la frecuencia y severidad de las sequías, con efectos mayores en las zonas áridas.

Esto es “Lo mero principal”. Exijámosles a los aspirantes a que enfrenten esta crisis, y maduren.


09 de marzo de 2014
Fuente: La Crónica de Hoy
Nota de Luis Manuel Guerra

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