Esto se debe a que, mientras que en 1950 había 25 millones de habitantes en México, que podían disponer de 18,000 metros cúbicos por persona, y en 2014 se disponía de 3,800 metros cúbicos por habitante, en 2030 la cifra, se estima, se reducirá en algunas regiones hasta a 1,000 metros cúbicos por persona (Conagua estima un promedio nacional de 3,250 para ese año); actualmente se usan 13,000 metros cúbicos en promedio al año por persona en México para cubrir todas las necesidades.
Especialistas entrevistados por Forbes aseguran que, de no tomarse medidas reales para resolver la creciente carencia de agua, el país no solo verá frenado su desarrollo económico y social, sino que la propia supervivencia de los habitantes estará en riesgo. Estas conclusiones también aplican para el resto del mundo, pues 12% de la población no tiene acceso al agua potable. En México esta cifra alcanza el 20%.
Datos que sustentan la problemática actual y que llevan a prever un futuro más complicado: de los 625 acuíferos existentes en el país, más de 100 están contaminados, principalmente con arsénico. Una gran parte de éstos se ubica en zonas como Sonora y Sinaloa, entidades muy importantes para las industrias agrícola y minera, que son de las que más agua consumen (el agro consume más de 70% del agua en México).
Ante este panorama, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) creó en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) el Laboratorio Nacional del Agua, que busca desarrollos tecnológicos, económicos y sociales para abordar los retos de escasez de agua.
Las acciones propuestas por el Laboratorio del Agua para evitar el escenario adverso de 2030 consisten en implementar sistemas de recolección de agua pluvial, desarrollar tecnologías para hacer más y mejores tratamientos, reuso del agua, crear sistemas para que el agua no se pierda en el camino por fugas, descontaminar con tecnología los mantos acuíferos de aguas fósiles subterráneas y revisar el precio del agua.
Y es que hoy en México, por ejemplo, la industria consume seis kilómetros cúbicos de agua al año, pero descarga 5.3 km de agua residual; en total sólo 25% del agua residual es tratada y descontaminada en algún grado. Solamente se conocen 114 contaminantes emergentes que están regulados; sin embargo, hay 202 más que actualmente no se sabe qué hacer con ellos, ni siquiera están clasificados y las normas no los toman en cuenta.
De no hacer nada al respecto, comentó a Forbes la directora del Laboratorio del Agua, Carolina Leyva, “su escasez y el exceso de contaminación serán el motivo de la siguiente guerra mundial, que no será por combustible o territorios, sino por el agua”.
De entre las variables que afectarán la disponibilidad de agua en el país y que dependen totalmente de nuestras decisiones están, de acuerdo con el estudio Escenarios futuros del sector agua en México:
- El incremento poblacional
- El crecimiento del PIB por sector y por región
- La eficiencia del uso del agua
- El consumo de agua per capita
- La demanda de alimentos
- La eficiencia de la agricultura, tanto de temporal como de riego
- Las importaciones de alimentos
- Las extracciones regionales de agua
- Los controles tarifarios
Entre las variables que están más allá de nuestro alcance pero que afectarán nuestra disponibilidad de agua en el futuro se tienen:
- Los cambios en temperatura y precipitación
- Los accidentes geológicos
- Otros factores naturales
Un mejor escenario es posible solo si…
Quien es menos pesimista al respecto, sin dejar de apuntar que se trata de un tema de seguridad nacional que urge resolver, es Víctor Orlando Magaña, autor del “Informe sobre escenarios futuros del sector agua en México”, para quien existe la posibilidad de resolver en las siguientes décadas la carencia de agua en el país, siempre y cuando se conjugue una cultura del agua más consciente con una política pública que procure la buena gestión de este recurso, más que el impulso de grandes inversiones de infraestructura que en monto, dice, son espectaculares, pero que poco ayudan a asegurar agua en el futuro.
“Podríamos enfrentar periodos de sequía más intensos o prolongados, pero si nuestro manejo de agua fuera adecuado, lograríamos resistir eso o quizá más. Entonces sentiríamos que el futuro en términos de agua no sería tan oscuro como lo vemos hoy. La clave está en el manejo que hagamos de ésta”, dijo en entrevista Víctor Orlando Magaña.
El también investigador de la UNAM aseguró que él mismo se dio cuenta tiempo después de hacer el estudio de los escenarios del agua, que no se puede prever el futuro de este recurso centrándose solo en el cambio climático o en las tendencias de sequías, ya que en México la gran mayoría del agua que se utiliza viene de los mantos acuíferos que están en el subsuelo y no, de forma inmediata, de la lluvia (su filtración puede tardar años).
“Por ejemplo, muchos modelos de cambio climático en el mundo sugieren que va a llover menos, y la gente ha comenzado a hablar de escenarios de sequía en el país; la realidad es que en el caso de México llueve más. Con esto lo que digo es que el cambio climático no ofrece un escenario certero, por lo que hay que concentrarnos en lo que sí podemos hacer, que es mejorar el monitoreo del agua y su administración”, comentó Víctor Magaña.
El investigador de la máxima casa de estudios propone que a través de políticas públicas y monitoreos como los que ya ofrecen los satélites se establezca un capital base de agua para México, y que solo se utilice el exceso de ese capital de manera cotidiana, y solo en caso de emergencia por sequía se recurra a los cuerpos de agua base para tomar más de lo que en realidad se estaría recuperando a través de los ciclos naturales de lluvia y filtrado.
Los métodos de estimación de agua podrían ser similares a los que ya existen para calcular los volúmenes de petróleo que hay en ciertos yacimientos, coinciden los expertos, pero en el caso del vital líquido implicaría desplegar infraestructura tecnológica y el recurso humano necesario para darle un sentido estratégico al agua a nivel nacional.
Una ciudad que aseguró el futuro de su agua
Un ejemplo de que puede cambiarse el patrón de consumo de agua y su disponibilidad con base en una gestión más eficiente es la ciudad de Barcelona, en España, dijo el investigador Víctor Orlando Magaña.
“Vivió una sequía de 10 años que puso a la población local en una verdadera situación crítica de disponibilidad de agua. Pero los catalanes aprendieron bien la lección en cuanto a que no podían seguir consumiendo agua al ritmo que lo estaban haciendo. Cambiaron su política de agua, generaron una cultura de medición y cuidado de las reservas, bajaron sus consumos promedio por persona a 100 litros al día y no al doble como sucedía, logrando resolver su problema”, comentó el experto de la UNAM. Tan solo en la Ciudad de México el consumo de agua promedio por persona al día es de 250 litros.
Sobre la forma en que las tecnologías pueden ayudar a construir un escenario más positivo del agua, Víctor Orlando Magaña mencionó que sin lugar a dudas las plantas desalinizadoras, por ejemplo, ya llevan aproximadamente 30 años solventando la falta de agua en ciudades cercanas al mar. Sin embargo, como otras tecnologías, se encuentran en etapa de desarrollo, pues todavía no se sabe que hacer con los residuos de las sales que se le quitan durante el proceso, ya que su mal manejo puede contaminar la tierra o el mar si se regresan en ese volumen.
“Otras tecnologías como los equipos que atrapan vapor del ambiente para convertirlo en agua, y que incluso ya se venden para los hogares, son una opción más. Aunque todavía es poca el agua que generan por minuto”, dijo el experto de la UNAM.
Son muchas las tecnologías que para Víctor Orlando Magaña podrían llevar a pensar en un futuro menos incierto del agua, pero lo menos costoso por el momento y más eficaz “sigue siendo el consumo consciente. Es la opción que daría una buena respuesta al país por muchos años más”. Esto implicaría para el experto que el agua se pague en lo que realmente vale, aunque esto tenga el riesgo de generar tensión social.
En la actualidad, el precio del metro cúbico del agua que se cobra en el país es muy barato. Dinamarca por ejemplo, cobra 94 dólares por cada 15 metros cúbicos de agua. En contraste, en la Ciudad de México por esos mismos 15 metros cúbicos se cobran 27 dólares.
Los expertos coinciden en que si se quiere tener un escenario positivo del agua en el futuro, es necesario poner orden a las concesiones que están teniendo lugar, pues “se está dando a concesión en muchos lugares más agua de la que hay. Existe un mercado de agua muy extraño y aunque aparece mencionado en la ley, nadie lo esta regulando, por ejemplo si otorgaron a alguien una concesión de 30 años y no la está usando, debe de tener la obligación de regresarla al ciclo hidrológico, no la puede estar vendiendo como si fuera un producto o servicio más”, comentó Teresa Gutiérrez, directora general de Agua.org, un centro de información virtual del agua formado en 2004.