Amenaza clima a hidroeléctricas

21 noviembre 2007

Ciudad de México  (21 de noviembre de 2007).-   El desastre que se registra en Tabasco y Chiapas es una muestra de la vulnerabilidad del sistema de presas del país ante el cambio climático.

Las plantas hidroeléctricas, en particular las de las cuencas del sur-sureste, resentirán en el mediano plazo los cambios que se registran en la temperatura y en las lluvias, advierte el estudio "Efectos del cambio climático en los recursos hídricos de México".

El informe, elaborador por Polioptro Martínez, director del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), detalla que un impacto del cambio climático se producirá en la propia estructura de las presas.

"El sistema de presas de México está bien construido, sin embargo, fue planeado suponiendo que el clima no cambiaba, y ahora se debe realizar un nuevo análisis", dijo en entrevista.

El desbordamiento de los ríos Grijalva y Carrizal, a consecuencia de las fuertes lluvias, y el desfogue de la presa hidroeléctrica Peñitas, ubicada en el norte de Chiapas, dejaron miles de damnificados en esa entidad y en municipios de Tabasco.

En esta zona del país se encuentra el complejo de plantas hidroeléctricas (Complejo Hidroeléctrico Grijalva) más importante de México, ya que generan el 40 por ciento de la electricidad hidroeléctrica.

Aquí se ubica también una de las zonas de mayor precipitación, con poco más de 4000 mm anuales.

Para enfrentar este fenómeno, Martínez llamó a desarrollar programas integrales de previsión sobre las condiciones de operación de las presas y de protección a la población que habita en zonas inundables.

"Es necesario cambiar el diseño hidrológico para condiciones de emergencia, porque en algunos sitios se necesitará infraestructura para avenidas de agua más intensas. Una de las previsiones del cambio climático es periodos de lluvias más intensos", indicó Martínez.

Michel Rosengaus, director del Servicio Meteorológico Nacional, reconoció, por su parte, que el cambio climático propiciará que algunas hidroeléctricas operen por debajo de su capacidad, y que otras (como Peñitas) se vean rebasadas.

"Puede haber lugares donde llueva un poquito menos, y entonces podría terminar estando sobrada una cortina. En otros lugares podría estar lloviendo más", manifestó.

Indicó que el cambio de la temperatura no solamente va a aumentar la demanda de electricidad y de agua, sino que también va a afectar la evotranspiración, es decir, el agua que las plantas regresan a la atmósfera una vez que la han transpirado.

"Si usted cambia 10 por ciento de la evotranspiración porque subió la temperatura, al final está afectando la cantidad de agua total que se va a quedar como escurrimiento o como recarga a los acuíferos, en el caso de las presas, sería la recarga a la presa".

Según Rosengaus, es posible hacer algunas adaptaciones a las presas del país para reducir el impacto del cambio climático.

Lo más fácil, indicó, es adaptar la política de operación de las presas, que depende de la CNA y de la Comisión Federal de Electricidad.

"Puede llegar a haber en un sitio un cambio en el régimen de lluvias; puede haber sitios en México en donde empiece a llover un poquito más de la fracción; que una fracción más grande de la lluvia total del año caiga en invierno en lugar de caer una fracción tan grande en el verano y entonces la política de operación óptima para la presa sería diferente", ejemplificó.

De acuerdo con Gustavo Castro Soto, integrante del Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas, las hidroeléctricas se verán afectadas por el calentamiento global, debido a que ellas mismas emiten gases de efecto invernadero.

"Es un círculo vicioso, porque las presas al mismo tiempo generan río abajo deforestación, generan más calentamiento global; incluso, ya está comprobado que las presas generan casi 5 por ciento de los gases de efecto invernadero en todo el mundo".

Los estudios hidrológicos para calcular la construcción de las presas, consideró, son cada vez menos factibles, pues estimar el agua que va a haber en la cuenca, el caudal, la cantidad de almacenaje y el potencial hidroeléctrico depende de un ritmo estable de lluvia que ya no existe.

"No hay condiciones ya para calcular eso, y menos en la medida en que siga aumentando el calentamiento global".

Las inundaciones van a crecer, abundó, y México carece de planes de mitigación de desastres.

Rosengaus reconoció el efecto invernadero.

"El material orgánico que se encuentra cubierto por el agua eventualmente se va descomponiendo y toda la materia orgánca que se va descomponiendo, produce bióxido de carbono. Entonces, definitivamente sí puede haber una aportación por parte de las presas (al calentamiento global)".

De acuerdo con una investigación del Instituto Nacional Brasileño para Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en inglés) -efectuado en mayo pasado-, las grandes represas emiten 104 millones de toneladas de gas metano cada año.

Según los cálculos, las 52 mil presas en el mundo contribuyen más de 4 por ciento al calentamiento global. El metano -según el texto es un gas más potente que el dióxido de carbono para atrapar calor.

El Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas se integró en el 2004 con la finalidad de aglutinar a frentes estatales, organizaciones sociales y civiles y a comunidades de todo el país afectadas por la construcción de presas: hidroeléctricas, de irrigación, de abastecimiento y de usos múltiples. Se oponen a estas estructuras por los impactos devastadores a nivel ecológico, social y cultural.

Por: Adriana Alatorre y Silvia Garduño

Fuente: Reforma

Sitio web: http://www.reforma.com/estados/articulo/415/829685/

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