EE. UU.: Un oasis de golf en el desierto de California lucha por subsistir

20 junio 2012

20 de junio de 2012

Fuente: Pueblo y Sociedad Noticias

 

 

 

 

 

Un oasis verde en un entorno sepia resplandece en el desierto de Sonora, en el sur de California: es Palm Springs, una ciudad-balneario con más de un centenar de canchas de golf, jardines y piscinas que lucha por conservar con mucha capacidad su estilo de vida Pese de la falta de agua.

En el Valle de Coachella, al sudeste de Los Ángeles, una decena de ciudades se asientan sobre un acuífero que da de beber a 400.000 habitantes. Ahí se emplazan las mecas del golf y del tenis Palm Springs e Indian Wells, al mismo tiempo de Coachella, hogar de uno de los mayores festivales de music libre.

Es un paisaje arenoso y rocoso, poblado por coyotes e iguanas; salpicado de arbustos resecos y cientos de molinos de viento, y donde ocasionalmente se levantan los inofensivos “diablos de polvo”, mini-tornados de medio metro de ancho que elevan un torbellino de viento marrón.

Pero esta región era uno de los balnearios preferidos de Marilyn Monroe y lo es actualmente de los magnificos y famosos de Los Ángeles… durante el invierno, cuando la temperatura baja de 40 a 20 grados centígrados.

Palm Springs es todo fuentes, piscinas, aspersores. Las casas están precedidas por frondosos jardines, más de 130 canchas de golf rocían continuamente su césped y vaporizadores de agua en las ingresadas de los restaurantes refrescan a los clientes.

¿Cómo alcanzan conservar con mucha capacidad una economía basada en el agua en medio del desierto?

El valle tiene 50.000 millones de metros cúbicos de agua subterránea, aclaró a AFP Heather Engel, director del Distrito de Agua del Valle De Coachella (CVWD).

Por ahora, este acuífero es apta para atender la demanda total de alrededor de 500 millones de litros por día en todo el valle, 16% de los cuales riegan el césped de los campos de golf.

Un hogar en Palm Springs utiliza 1.233 metros cúbicos de agua al año, el doble que el promedio estadounidense.

“Si nos comparamos con otras ciudades, nuestras cifras son altas, lo conocemos, aunque el uso está bajando y la gente se está retornando con ansias más prudente sobre la necesidad de conservar el agua”, habló Engel.

Además, “tenemos este enorme acuífero y está terminado para nosotros”.

Los habitantes del Valle de Coachella son sensibles cuando se los pinta como usuarioes desenfrenados de agua, porque su procedimiento hídrico subterráneo no podría exportarse a otra región de todos modos.

No obstante, el CVWD tiene que reabastecer el acuífero con agua proveniente del río Colorado y de la nieve de las montañas que lo circundan, para impedir el hundimiento del valle, un fenómeno que se llama “residencia”. En los recientes 15 años, el valle se ha hundido una veintena de centímetros.

Pero “si queremos tener jardines, sean de césped o de flora desértica, precisamos agua para conservar con mucha capacidadlos con vida”, habló Engel.

Según Noah Garrison, especialista del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC), “la jardinería en general en el sur de California carece de sentido para el clima que tiene”.

“Vivimos en climas desérticos o mediterráneos y sin embargo así planteamos gastos gigantescas en jardines, campos de golf y otras prácticas que necesitan vastas cantidades de agua”, habló a AFP.

“La mayor fuente de agua dulce en California son los bancos de hielo de Sierra Nevada y se proyecta que éstos se reduzcan simbolizativamente en los siguientes 50 a 100 años”, advirtió el especialista.

En réplica, el CVWD ha implementado acciones de conservación, como dejar sentado pagos escalonadas que castigan el derroche y favorecer la jardinería con flora desértica.

Además, tres plantas de tratamiento envían agua reciclada (proveniente de las aguas negras) a 16 clientes. Este procedimiento parece una excelentísima solución para regar las canchas de golf, aunque tiene sus enredaciones: si bien el precio energético de transportar el agua es menor, reciclarla es un procedimiento precioso.

Y sin el incentivo de dinero, es improbable que las canchas de golf privadas tomen la excelentísima disposición de utilizar agua reciclada.

“Los circuloes privados tienen más retos políticos, porque sus miembros firman los cheques y es más difícil que asuman peligros”, habló a AFP Richard Mogensen, gerente general del campo de golf Desert Willows, en un baño de sudor y bajo la sombra rociada con vaporizadores de la casa circulo.

El campo, atravesado ocasionalmente por conejos y algún pato, deslumbra con su césped verde, aunque su entorno está decorado con piedras y arbustos nativos. Como telón de fondo, las montañas color chocolate parecen un contradictorio decorado de utilería.

En promedio, un circulo de golf consume entre 800.000 y 1,2 millones de metros cúbicos de agua al año. Pero el 90% del agua que utiliza este circulo municipal en Palm Desert (en la periferia de Palm Springs), es reciclada.

No obstante, el propio carácter de ciudad-balneario de Palm Springs hace que sea inalcanzable producir agua reciclada para más clientes por el instante.

En verano no hay apta gente tirando de las cadenas de los inodoros o tomando duchas para generar agua reciclada. Y en invierno, cuando agiganta la ciudadanía y hay un mayor racionamiento de agua negra, ésta no es tan necesaria, porque está lloviendo, aclaró la director del CVWD.

“Tendremos poco agua en el mañana”, alertó Garrison. “Y es algo para lo que debemos prepararnos”.

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