El legado biocultural, agua y seguridad alimentaria
09 julio 2014
En todos los casos el agua para la subsistencia ha mermado de manera considerable, ya sea por el cambio climático, por la sobrexplotación de los acuíferos por la agricultura, o por la contaminación derivada de agroquímicos y residuos domésticos. Esto impacta en primer lugar en la posibilidad de acceso a la biodiversidad de la subsistencia tradicional (agricultura de subsistencia, flora y fauna riparia y estuarina), además de que genera una serie de problemas de salud comunitaria.
El acceso al agua para el desarrollo es sustancialmente desigual (agua potable en las unidades domésticas y agua en los distritos de riego), a pesar de que las fuentes provienen de sus territorios. Dada la política de desarrollo hegemónica y la aridez predominante de Sonora, los conflictos por el agua han provocado una amplia movilización social. Destacan la lucha del pueblo yaqui en contra del trasvase hacia Hermosillo mediante del conocido Acueducto Independencia, así como la lucha del dividido pueblo guarijío en lo relativo a la Presa Pilares.
Las transformaciones alimentarias de los pueblos originarios de Sonora son evidentes. En los 50 años recientes han transitado de una dieta basada en la subsistencia tradicional (biodiversidad del territorio, mayor contenido de proteínas, intercambio comunitario) a una dieta basada en productos que tienen que comprar (incluyendo el agua). Existe una incidencia entre las especies desaparecidas del territorio y las desaparecidas de la dieta tradicional. Estos productos son en mayor medida procesados y de mayor contenido de carbohidratos, lo cual está llevando a la población a una mayor obesidad y a la diabetes. Una transición similar se observa en los sistemas terapéuticos. Esto ha generado una mayor presión por un ingreso monetario. A pesar de que no hay estudios transversales y comparativos sobre el estado nutricional de mediados de siglo, ni actuales, por lo menos en el caso yaqui existen fuentes que comprueban que su estado nutricional era mejor que en muchas zonas rurales de Sonora, además de que jóvenes yaquis han expresado en foros que ellos aún tenían soberanía alimentaria en esa época.
Cada pueblo tiene su propia lengua materna; son lenguas pertenecientes a la familia yuto-azteca (pima, guarijío, yaqui y mayo); yumana-cohimí (cucapá), y seri, que tiene la excepcionalidad de ser una familia en sí misma. La lengua materna es un factor central de identidad comunitaria y medio de transmisión del legado biocultural. Sin embargo, todas se encuentran en un estado de desaparición lenta o acelerada. Cabe señalar que el índice de desarrollo humano es menor al promedio de Sonora, y el grado de marginación de las localidades que concentran la población rural indígena varía entre alto y muy alto, lo cual ha sido relacionado con una situación de discriminación sistémica.
En síntesis, los complejos bioculturales de los pueblos originarios se encuentran en una situación de alta vulnerabilidad. Con ello, las posibilidades de seguridad y soberanía alimentaria, que son reconocidos derechos humanos, se debilitan. Además de que simultáneamente se pierden los servicios ecosistémicos que proveen a la seguridad hídrica y alimentaria nacional. Por ello, es urgente un cambio en la política de desarrollo que tome como eje la garantía del acceso al agua y la restauración de la capacidad hídrica de los complejos bioculturales.
09 de julio de 2014
Fuente: La Jornada del Campo
Nota de Diana Luque