El reto de sembrar en el desierto llega a México

12 diciembre 2011

* Empresas israelíes ven en México un mercado importante para traer sus sistemas de riego y software para controlar ambientes en zonas árida

12 de diceimbre de 2011
Fuente: Vanguardia

DESIERTO DE ARAVA, ISRAEL.- “El valor de la tierra es una función de la tenacidad del ser humano que la trabaja”, explica a modo de introducción Haim Tager, director de entrenamiento del Centro de Cooperación Internacional para el Desarrollo de la Agricultura (Cinadco) del Ministerio de Agricultura de Israel, cuando se limpia el sudor con un pañuelo.

Los 45 grados centígrados de temperatura que marca un termómetro colocado a las afueras de un invernadero, de decenas que pueden observarse desde una duna en este desierto de cuatro mil 500 hectáreas y que sirve de frontera entre Israel y Jordania, “no dista mucho en esta época de lo que podría ser la temperatura de un desierto mexicano, por lo que es factible con nuestra tecnología sembrar lo mismo que verás en unos instantes en tu país”, señala este especialista agrónomo que conoce Sonora y las posibilidades que hay en sus tierras áridas.

Entre kilómetros de arena entre café y rojiza, surge lo que puede considerarse un oasis en el desierto. No es un espejismo, es tecnología aplicada a la agronomía.

Al abrir un invernadero, surgen plantaciones de tomate, pimientos, fresas, papas y otros productos que gran parte serán exportados a Europa, Asia y Norteamérica (Estados Unidos, Canadá y México), pues de la producción de 650 toneladas de cada una de estas cosechas al año, 50 por ciento se queda al consumo local.

Los recursos obtenidos, aproximadamente mil 20 millones de shekels al año (271.2 millones de dólares), sirven para mantener la producción, mejorar la infraestructura, pagar salarios y dar una parte al gobierno por el apoyo que se recibe por agua.

Tager explica que nos encontramos en uno de los Kibbutz (comunidades organizadas donde familias enteras trabajan en la producción de alimentos o animales, repartiéndose las ganancias y mejorando su infraestructura) más importantes de la región.

“Han pasado 60 años desde que se formó este Kibbutz donde viven 300 familias y se capacita a gente de diversas naciones sobre como sembrar en el desierto, o en zonas áridas, a través de técnicas como el microgoteo controlado con computadoras, ambientes vigilados en invernaderos y poca agua”, comenta Natan Barak, director de la divisón de Ventas para Mercados Emergentes de la firma Netafim, encargada de producir y vender la tecnología que permite el éxito en la producción de plantas y vegetales en este desierto.

 

Fruto de la investigación

Mientras hileras de plantaciones de pimiento y tomate se observan en uno de estos invernaderos de 27 hectáreas, cuyo costo aproximado es de 400 mil euros (534 mil dólares), incluyendo todos los sistemas de riego, ambientación, infraestructura y monitoreo por computadora, Barak asegura que aunque el precio puede ser elevado para un agricultor mexicano, pero la inversión se recupera a corto plazo.

“La forma es organizarse como lo hacemos en Israel. Sabemos que México está pasando por una de las peores sequías de los últimos años, y estamos llevando parte de nuestras enseñanzas al país para que superen este problema. Productores de Sonora, Chihuahua, Tamaulipas, e inclusive Irapuato, ya trabajan con nosotros”, explica Barak.

Mientras se coloca un sombrero al estilo del personaje Indiana Jones, Barak se dice sorprendido de que México haya olvidado este sistema de riego por goteo, pues “los mayas fueron los primeros en utilizarlo”.

Agua preciada

El viento que pega al rostro fuera de los invernaderos en el desierto de Arava lastima el rostro por el polvo que levanta y seca los labios en segundos. A sólo un par de kilómetros se observa parte de Jordania, pero es imposible salir del terreno del Kibuttz para acercarse a la frontera, sin correr el riesgo de pisar una mina. Decenas de letreros rojos y amarillos a lo largo del camino alertan del peligro.

Una carretera de dos carriles nos lleva a otra zona de invernaderos, donde se realiza experimentación con nuevas cosechas, esta ocasión de orquídeas, melones y sandías, pues también son parte de la economía de esta comunidad que conjunta familias isreaelíes, jordanas y de otras naciones como Etiopía y Kenia.

La irrigación por goteo puede observarse en todos los invernaderos. Pequeñas mangueras con agujeros cada 20 centímetros que forman rectángulos, grandes tinacos que proveen el agua, antenas para monitorear por computadora el ambiente, sensores dentro de la tierra que alertan al software sobre si falta agua o hay que detener el programa de riego.

Según Aman Ofen, uno de los líderes e investigadores de este Kibuttz, se prueban diferentes tipos de riego, pero esta el momento el que da 99% de eficiencia y ahorro de agua es el de goteo, por encima de los esparsores (75%), pues asegura parte del líquido se evapora al salir al ambiente.

Asegura que esta tecnología la está comenzando a adoptar México, país en el que la firma israelí Netafim destina diez por ciento de su actividad mundial.

“Este sistema de monitoreo con computadora, goteo sin uso de químicos y fertilizantes especiales en tierra, elevan la producción y calidad de los productos. Por ejemplo, la cosecha de frutas y vegetales es de aproximadamente 650 toneladas al año, cuando anteriormente era de 100 toneladas con el sistema tradicional”, agrega Ofen.

En México, agrega Barak, se tiene pensado para la producción de hortalizas, aguacate, caña de azucar, maíz y algodón.

En busca del “oro líquido”

Sin agua, la economía y vida de este Kibbutz en medio del desierto se secaría en días.

Vale señalar que esta zona no está conectada al sistema nacional hídrico, por lo que los agricultores deben buscar su propio líquido a través de varias técnicas que han aprendido a los largo de más de 60 años de producir sus alimentos.

Esta necesidad ha llevado a los ingenieros isrealíes del Centro de Cooperación Internacional para el Desarrollo de la Agricultura (Cinadco) del Ministerio de Agricultura a edificar algunas represas de reserva del líquido de dos kilómetros de largo, que ayuda a captar la poca lluvia que se presenta en el año (alrededor de 20 milímetros) o a instalar al interior de las mismas largos plásticos especiales que son sudados por el sol, el calor y la poca humedad que originan cientos de árboles y palmeras colocados por todo el kibbutz, para obtener lo que llaman su “oro líquido”.

Desde un mirador pueden observarse las represas.

En esta epoca preinvernal están vacías, simulando grandes albercas ovaladas. Pero cuando se llenan, permiten riego para casi todo el año.

“Para nosotros es necesario ahorrar el líquido y reutilizarlo. Contamos con sistemas de filtrado y recolecta de agua de las mismas cosechas, sistemas que pueden costar hasta cien mil dólares, pero que valen el gasto. En México serían de mucho apoyo en zonas donde escacea el líquido, pues al igual que a escala mundial, el país gasta 70 por ciento de su agua en riego para la agricultura, 20 en industria y 10 en hogares. Con este sistema, se ahorra hasta 50 por ciento en agro, lo cual sería de gran apoyo para otras necesidades”, comenta Alon Gadiel, director del Departamento de Investigación y Desarrollo del Norte y Centro de Arava.

Como respuesta a esta necesidad, asegura, el gobierno de Isreal ha preparado su evento Agritech 2012, que se celebrará del 15 al 17 de mayo del próximo año, donde se esperan que varios productores mexicanos lleguen a comprar consultoría, equipos y sistemas de riego, con el fin de explotar las técnicas israelíes en sus tierras.

“Nuestros sistemas de irrigación son una oportunidad para los mexicanos”, agrega.

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