Imparable la degradación de suelos en México

19 octubre 2009

19 de octubre de 2009
Fuente: El Sol de México
Por Por Nidia Marín

Alarma la reducción de suelos productivos, debido a la erosión, desertificación, salinización, contaminación y el empleo excesivo de fertilizantes y pesticidas. Foto: Archivo / El Sol de México
Ciudad de México.- En México, la degradación de los suelos por erosión hídrica ocupa el 11.8 por ciento (23 millones de hectáreas), la degradación química el 17.9 por ciento (34.9 millones de hectáreas), la degradación física el 1.8 por ciento y la erosión eólica el 9.5 por ciento (18.5 millones de hectáreas). Estos procesos afectan a 76.4 millones de hectáreas. Apenas un 54.6 por ciento del territorio nacional puede considerarse sin degradación de los suelos.
Además padece uso irracional, pérdida y deterioro de los recursos naturales renovables y no renovables; ausencia significativa de evaluaciones de la aptitud natural del suelo, lo que determina una elevada incompatibilidad entre el uso potencial y el uso real del suelo, con su consiguiente degradación. Actualmente el 45.4 por ciento del suelo nacional está degradado.
Asimismo, tiene sensible degradación del suelo en las áreas de uso agrícola de regiones colinosas, premontañosas y montañosas, donde los procesos geomórficos presentan altos gradientes energéticos, y gran capacidad destructiva y de transporte. También en las áreas con explotación minera a cielo abierto y en canteras de explotación de minerales no metálicos.
No es todo… Registra reducción de suelos productivos por afectaciones de la erosión, procesos de desertificación y salinización en las regiones del Norte, Centro y del Sur-Sureste; contaminación de los suelos agrícolas por actividad intensiva, empleo excesivo de fertilizantes y pesticidas, cercanías a zonas mineras y gaso-petrolíferas.
Presenta aumento de la desertificación, producida por la pérdida de la cobertura vegetal, en particular, en los estados centro-septentrionales del país; pérdida de la cobertura vegetal, fundamentalmente de las selvas húmedas y subhúmedas y los matorrales xerófilos, por explotación y cambios de uso del suelo; pérdida de la vegetación por fragmentación acelerada de su cobertura; y aumento de la tasa anual de incendios forestales.
Este no es un escenario catastrofista. Es la realidad asentada en el Pronóstico para el Ordenamiento Ecológico General del Territorio (POEGT) de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat); Instituto Nacional de Ecología (INE); Instituto de Geografía, Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental y Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias UNAM.
El acucioso trabajo fue realizado por el doctor José Ramón Hernández Santana (coordinador) y la maestra en ciencias Ana Patricia Méndez Linares del Instituto de Geografía, de la UNAM; el doctor Manuel Bollo Manent (subcoordinador) del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM; licenciada Celia Miguel López, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, de la misma institución; y el doctor Enrique Ongay Delhumeau (responsable de análisis de atributos sectoriales, aptitud sectorial y áreas de interés sectorial) y los licenciados Eric Barrón López y Lorena García Chino (geógrafos, especialistas en Geomática) de Consultores independientes.
Además lo llevaron a cabo los maestros Arturo Aréola y Gortrán Villalobos (facilitadores de los talleres sectoriales y regionales) del Instituto para el Desarrollo Sustentable en Mesoamérica, A. C.
* CAUDA DE PROBLEMAS
En el segmento "Principales problemas ambientales actuales y perspectivos en el territorio nacional", los especialistas señalan otra cauda de problemas:
Señalan la pérdida de la diversidad biológica por deforestación de bosques templados, bosques de neblina y de selvas tropicales, en particular en la Selva Lacandona, Los Chimalapas, los Tuxtlas, el Uxpanapa, la Huasteca y el entorno de Tuxtepec.
Igualmente tiene aumento de la deforestación y de la frontera agrícola por crecimiento demográfico, con situación crítica en los estados de Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Guerrero.
Y para llorar… las selvas han sufrido históricamente las mayores transformaciones y afectaciones por las actividades humanas, tanto en la extensión que ha sido eliminada para dedicarla a otros usos del suelo (potencialmente unos 20 millones de hectáreas), como en la proporción que ésta representa de su probable extensión original (38 por ciento), como en la extensión de la degradación que han experimentado (sólo el 35 por ciento de las selvas actualmente existentes son primarias).
Y para seguir sufriendo… la extensión de los matorrales desérticos se ha reducido aproximadamente de los 60 millones de hectáreas, estimadas originalmente, a sólo 51 millones de hectáreas en la actualidad (incluyendo comunidades primarias y secundarias).
También para reflexionar… el proceso de desertificación abarca mayores superficies en la mitad septentrional del país y, en menor proporción, en el sur. Zacatecas, San Luis Potosí y Coahuila son las entidades que registran en más del 40 por ciento de su superficie, zonas sin degradación aparente por influencia humana. Baja California tiene en más del 80 por ciento de su superficie zonas desérticas. Tabasco es la única entidad donde no se registra desertificación, por el contrario Aguascalientes es el que presenta en mayor proporción de su superficie este fenómeno.
* H2O SITUACIÓN MUY GRAVE
En materia de agua, hay deterioro de cuencas de recarga con afectaciones al abasto de agua; escasez actual del líquido y evidentemente perspectiva, en diversas entidades federativas ante crecimiento de su demanda: Distrito Federal, Estado de México, Monterrey, Saltillo, Guadalajara, Tijuana, Ciudad Juárez, y la región norte del país, entre otros.
También existe sobreexplotación de acuíferos en las regiones centro y norte del país; falta de equidad en la distribución de los recursos hídricos y pérdida por contaminación y desaprovechamiento ("fugas"); y ausencia de tratamiento del agua en muchas ciudades grandes y medianas, y también a nivel de estados y municipios.
Por si fuera poco, México padece contaminación del agua por residuos industriales en la zona fronteriza septentrional del país; falta de visión en la integración territorial del manejo de los recursos naturales, por parte de los diferentes niveles de gobierno; y crecimiento de la población en regiones con déficit de recursos naturales, esencialmente hídricos, en el Valle de México, la región del Bajío, la planicie central (incluyendo a Durango, Zacatecas y Aguascalientes) y los estados fronterizos.
En el territorio, por otra parte, se presenta diseminación de asentamientos irregulares en áreas prioritarias para la preservación; expansión desordenada de las manchas urbanas más importantes del país, sin respetar los usos dominantes del suelo; y mal manejo, deficiente tratamiento e inadecuada localización de los reservorios de los desechos sólidos, líquidos y gaseosos.
Otros problemas son: ausencia de cultura media y conciencia ambientales; presencia de contaminación atmosférica, en ocasiones alarmante, en los principales centros urbano-industriales del país (DF, Guadalajara, Monterrey, Toluca y otros); ampliación de focos de contaminación en grandes ciudades por aumento desmedido de la población; e incremento de los niveles de pobreza y su repercusión en la degradación de los recursos naturales, en general.
Una severa situación se presenta en la creciente generación y manejo inadecuado de residuos peligrosos, en el Distrito Federal, Estado de México, Puebla, Guadalajara, Monterrey, Saltillo, La Laguna, Tijuana, Ciudad Juárez, Veracruz, Tabasco y Guanajuato.
Y se expone la falta de compromiso de una gran parte de los actores económicos con el desarrollo sustentable y el equilibrio ecológico, así como la necesidad de reforzamiento de las disposiciones legales, en materia ambiental, y de la observancia de su cumplimiento, con la aplicación de sanciones rigurosas a los violadores.
Además, plantean el desarrollo acelerado de focos de contaminación atmosférica e hídrica en grandes ciudades, con la repetición incipiente de dicho patrón en ciudades medianas, debido al aumento de emisiones, descargas y desechos.
Así, precisan que las condiciones de sequía severa se registran en siete entidades federativas, resaltando Aguascalientes y Tamaulipas, con más del 70 por ciento de su territorio. Las condiciones muy severas predominan en los estados de Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Sonora y Coahuila. En este último se registran en el 97.7 por ciento de su superficie. Las condiciones de "fuerte" predominan en ocho estados: Campeche, Chiapas, Estado de México, Guerrero, Michoacán, Tlaxcala y Yucatán, en Tabasco en la totalidad de su superficie.
* DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Respecto del cambio climático puntualizan que, para el año 2002, las emisiones de gases de efecto invernadero, de los seis gases enunciados en el anexo "A" del Protocolo de Kyoto, se estimaron en 643 mil 183 gigagramos (Gg) (Un gigagramo equivale a mil toneladas), en bióxido de carbono equivalente (CO2eq.). A su vez, explican, los resultados del análisis 1990-2002 indican que el acrecentamiento de las emisiones totales de los sectores económicos avanzó un 30 por ciento, lo que significa un crecimiento promedio anual del 2.2 por ciento.
Los especialistas señalan en el documento que los resultados de los escenarios climáticos generados con modelos de circulación general concluyen que el clima del norte de México será más cálido para los años 2020, 2050 y 2080; las precipitaciones disminuirán presentando cambios distributivos temporales, con valores cercanos al 15 por ciento en el centro del país y menos del 5 por ciento en la región del Golfo de México.
El ciclo hidrológico, advierten, se intensificará, con aumento de tormentas severas y largas sequías, y con alto riesgo de inundaciones en la zona costera del Golfo de México.
También, el incremento de la temperatura aumentará la evapotranspiración y disminuirá la humedad del suelo, con una disminución del escurrimiento entre el 10 y el 20 por ciento, con tendencia a las sequías, sobre todo en el norte del país.
Especifican que los frentes fríos disminuirán su frecuencia con disminuciones en las precipitaciones, fundamentalmente en la zona costera del Golfo de México y que la temperatura superficial del mar aumentará, reforzando la intensidad de los huracanes y tormentas severas en el Golfo de México y en el Océano Pacífico.
Y desde luego habrá incremento del nivel medio del mar como resultado del cambio climático, así como cambios en la morfodinámica costera del Golfo de México y afectaciones a los humedales costeros con pérdida de biodiversidad, al uso del suelo, a la infraestructura económica y a los asentamientos urbanos costeros.
La intensificación y duración de las inundaciones y penetraciones marinas en la zona costera del Golfo de México, fundamentalmente en la cuenca del Río Pánuco, en la cuenca costera de Veracruz, en Coatzacoalcos-Minatitlán, en Tabasco y en Campeche, ocurrirá.
De igual manera, la contaminación de zonas costeras (cuerpos lagunares y las planicies bajas y muy bajas) en ambas costas, por actividades petroleras, de generación de energía eléctrica, de desarrollo portuario y turístico, entre las principales, sucederá y la costa del Golfo de México pudiera alcanzar valores críticos.
Hay, dicen, riesgo de falta de competencia productiva ecológica ("etiquetado verde") a nivel de los mercados internacionales, debido a ausencia de innovación tecnológica como por violación de la disposición ambiental vigente.
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