La furgoneta que lleva agua limpia

10 mayo 2016

La autocaravana antes de salir de Los Ángeles.

A Eduardo Salvo (Zaragoza, 1988) se le puede considerar el prototipo de español que triunfa en Silicon Valley. Tras terminar ADE bilingüe en Navarra y hacer prácticas en Kodak en Stuttgart, se vino a San Francisco para estudiar un Máster en Finanzas en Berkeley. Era 2011, el valle vivía un momento dulce. En 2012 se consagró como ‘trader’ de patrimonio de fortunas .com. En la capital de Silicon Valley conoció a Jorge Horno, de su misma edad, arquitecto obsesionado con las bondades de la energía solar.

Uno de los veranos de Salvo en California se acercó Diego Félez, uno de sus mejores amigos, arquitecto a pasar unos días. Trabajaba en Amazon. “Es el más inquieto y artista del cuarteto”, explica Salvo. Para completar el equipo solo faltaba Chechu Pajares, abogado con afición a editar vídeos y sacar partido a su cámara de fotos.

Los cuatro miembros de The Water Van Project.

“Nos sentíamos privilegiados, pero con ganas de aportar, de cambiar lo que no está bien”, explica Salvo, “en Silicon Valley conocí a gente con grandes fortunas y mucha conciencia, con ganas de impactar en el mundo y hacerlo mejor”.

Pensaron varias ideas y se dieron cuenta de que la ausencia de agua potable era una de las grandes pandemias. Poco a poco comenzaron a dar forma a una idea que fundía ánimo aventurero y un alivio. Así nació The Water Van Project, como una autocaravana que quería recorrer América Latina ayudando a hacer que el agua sea segura. En España recibieron formación para poder instalar los filtros con facilidad y seguridad.

¿Por qué esta región? “Quizá lo fácil sería pensar en África, pero el vínculo cultural con América, con el español, con tanto históricamente en común, nos llamaba mucho”, insiste Salvo.

El primer escollo fue dar con una furgoneta barata y en condiciones, después meter el equipaje y los filtros. Por último, medicinas, víveres y permisos para poder pasar las fronteras sin problemas.

Consigo llevan 400 filtros para instalar. Los más modestos sirven para una familia y cuestan 50 euros. Los comunales son capaces de limpiar 100.000 litros durante su vida útil. Por lo que, por 320 euros, servirán durante cinco años a 300 personas. Su plan consiste en poner estos últimos en hospitales y escuelas.

Comenzaron en Los Ángeles, donde adquirieron su vehículo. De ahí salieron rumbo a Chiapas, donde han pasado todo el mes de abril. La siguiente parada será Antigua en Guatemala. De ahí, a Esmeralda en Ecuador, para terminar Cuzco y Arequipa, en Perú.

Para poder financiar el viaje hicieron una campaña en IndieGogo, muy al estilo de Silicon Valley. La petición inicial era de 25.000 euros. El 10 de febrero, día que cerraron la colecta, contaban con 42.239 euros. La compensación que recibirán los que han dado apoyo será más un reconocimiento que algo material: desde postales, acceso a contenido o gratitud dentro del blog en el que van contando su aventura.

¿Y después? Salvo no se propone metas concretas: “Sabemos que es algo que si no lo hacíamos ahora, quizá nunca íbamos a encontrar el momento para ello. Lo primero es llegar con salud y cumpliendo el objetivo. Somos consciente de que somos unos privilegiados, pero queremos dar la oportunidad de que la gente tenga una vida sana”.


3 de mayo del 2016

Fuente: El País

 

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