Antes de que la guerra por el agua nos alcance
10 septiembre 201710 de septiembre de 2017
Fuente: Informador
Nota de: Redacción
El profesor Bernando Gudiño hace una interesante tesis como propuesta alterna para limpiar el vital líquido; su solución pondría fin a una pesadilla contaminante como la que vive el Río Santiago.
GUADALAJARA, JALISCO (10/SEP/2017).- El acceso al agua potable es una preocupación fundamental en las sociedades contemporáneas. O deberían serlo. Por ello, el pasado marzo, la Universidad de Guadalajara fue sede del North American Water Conference, con conferencias, seminarios y exposición de tecnologías relacionadas al agua. Entre los proyectos reconocidos estuvo el de Bernardo Gudiño, una propuesta de tratamiento en las aguas del Río Santiago.
Con el título de “Remoción de metales pesados por electrocoagulación en el canal de riego La Aurora, Juanacatlán, Jalisco”, Bernardo Gudiño presentó su proyecto de tesis para su título en la Maestría en Ingeniería del Agua y la Energía, ofertada por el Centro Universitario de Tonalá.
Licenciado en Química y profesor del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías, Gudiño platicó en entrevista sobre el origen de su investigación, tras detectar el problema ecológico en la cuenca del río. Su tesis se basó en analizar “uno de los problemas: el Río Santiago, que participa en la actividad agrícola en el Norte de Juanacatlán y al Sur de Zapotlanejo a través del canal de La Aurora, irrigado por sus aguas”.
Al comienzo de su investigación se encontró con notas en EL INFORMADOR que daban cuenta de esa contaminación. Al ir al campo comprobó la información, incluso desde el sentido del olfato. Más allá de los olores, un motivo de preocupación por la contaminación es el uso del agua: “Conagua tiene concesionado el uso del agua para riego de sembradío de avena, sorgo y caña, plantas de tallo largo utilizadas para forraje (consumo animal). El tallo largo, en teoría, evita que la contaminación llegue hasta al fruto”.
La calidad del agua cumple con la mayoría de criterios técnicos para ese uso, aunque “los resultados en laboratorio analizados en éste trabajo indican que el agua, desde su derivación del Río Santiago, trae consigo algunos contaminantes de considerable impacto y persistencia, que se encuentran fuera de norma de acuerdo a la Ley Federal de Derechos y los criterios de calidad de la CNA, como son: organismos coliformes, fluoruros, cloruros, sulfatos, zinc y mercurio” se lee en el documento que Bernardo presentó en North American Water Conference.
A raíz de su muestreo, descubrió el nivel de metales pesados en el agua: “Muchos de los contaminantes están fuera de norma: como el mercurio y zinc, y en ocasiones plomo, fluoruro y cloruro”. Además, el uso que marca la norma es nuevo: “Ese uso exclusivo en animales es reciente: hace treinta años lo mismo se usaba para regar hortalizas y para pesca, pues había más diversidad ecológica. En la actualidad siguen existiendo cultivos clandestinos, que producen frutas y verduras que se comercializan en la ciudad”.
¿Cómo funciona el prototipo?
Con su experiencia en la electroquímica, creó un prototipo de tratamiento. En su presentación del proyecto señala que si bien han sido muchas las propuestas de saneamiento de la cuenca, la ingeniería electroquímica ha estado poco presente. De su prototipo, detalló: “Esta tecnología existe desde el siglo XIX, es un proceso de electrocoagulación con electrodos de aluminio y de hierro. Se les hace pasar corriente eléctrica: el electrodo se oxida y forma hidróxidos insolubles, que forman flóculos. A su vez, estos atrapan a los contaminantes, generando partículas que crecen y se separan como sedimentos y espumas. En la electrólisis se forma también gas hidrógeno, por lo que se crean burbujas que flotan. Así, el agua en tratamiento se divide en tres zonas: la superior e inferior (flotantes y sedimento) son los residuos, en medio se ubica el agua tratada. En las pruebas en laboratorio con tres minutos de tratamiento es necesario para que los niveles de metales pesados desciendan y entren en normal, aunque la bibliografía recomienda que sea un tratamiento de 15 minutos”. El prototipo trata dos litros de agua, con una remoción obtenida de 96 por ciento en zinc, 94 por ciento en cadmio, 61 por ciento en plomo, 58 por ciento en cobre, 73 por ciento en arsénico y 53 por ciento en mercurio.
Para el investigador, el problema es multifactorial: “Aunque se tienen identificadas a las empresas que descargan residuos peligrosos en el río, no hay suficiente vigilancia para evitar que suceda. Además, el agua ya está contaminada, incluso desde el Estado de México, de donde se origina el Río Lerma: tratarla es una necesidad. Se requiere la voluntad política para inversión en este tipo de tecnologías”.
El costo del prototipo y todas las experimentaciones previas fue relativamente barato, pero para crecerlas y aplicarlas es necesaria una mayor inversión. Al canal de La Aurora se suman dos mil litros por segundo. Además, aunque la investigación de Gudiño se centró solo en La Aurora, se tiene conocimiento de que otros canales están contaminados también (Atequiza y Zapotlanejo).
El costo de su aplicación
En sus cálculos, “un metro cúbico de agua se podría tratar con 70 centavos de energía. Además de la instalación y mano de obra, se necesitaría la mano operativa o la automatización del sistema. Conagua o la Comisión Estatal del Agua deberían hacerlo. Es barato y fácil. Hay una ligera afectación en el pH, como en todo tratamiento de agua, pero es mínimo”. Otro tema es el tratamiento posterior, con los residuos generados de limpiar el agua. Por eso Bernardo considera que esta es una primera etapa.
El lugar de instalación debe ser estratégico: un sitio ideal sería en El Salto-Juanacatlán, donde está la compuerta: “Allí está una planta de tratamiento de la Comisión Estatal de Agua, pero se podría ubicar un módulo extra. La planta de tratamiento existente es secundaria, un tratamiento biológico que no elimina del todo los contaminantes”. Bernardo agregó que se necesita un tratamiento terciario, como el propuesto.
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