La guerra por el agua
13 mayo 2015Si esto sucede en dos países poderosos, cómo no preocuparnos en Colombia, uno de los países más frágiles, por su conformación geográfica, al calentamiento global, según los estudios del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU. Además, cuando fenómenos como los descritos atrás, pululan a diario en todos los continentes y regiones geográficas de la Tierra. Hechos todos, que debieran estar sacudiendo la conciencia o la intuición ante el peligro de todos los habitantes de este planeta, que desafortunadamente, continuamos impávidos ante la amenaza latente.
Si nos ubicamos en nuestro entorno cercano, la única movilización ciudadana de envergadura, por la participación masiva de ciudadanos, fue la firme defensa de la cuenca del río Las Ceibas, ante la amenaza inaudita de permitir la exploración y explotación hidrocarburífera en su cuenca. Empezamos a entender lo que está en juego, pero, no más. Aún el peligro persiste. Porque el riesgo no proviene solamente de la locomotora minera, aunque es una de las más dañinas, sino del uso que el hombre a lo largo de la historia le ha dado a los suelos y al agua. El efecto antrópico (el peso de las actividades humanas en la naturaleza), ha sido negativo. Visiones del pasado reciente, o aún del presente, nos inducían a creer en la ilimitada riqueza de la naturaleza, por lo que cuidarla no era una prioridad para nadie. Conceptos culturales de la ocupación de nuestro territorio, como la colonización de tierras en donde el principio de valor de las fincas se medía por la cantidad de potreros, que no por los bosques o el agua, nos han llevado a la deforestación ilimitada y sin control. Así como el uso del agua para cultivos y ganadería. Este es precisamente el problema en California, donde la huella del agua, en ganadería y agricultura, demanda el 80% del total disponible, superficial y en acuíferos subterráneos.
Estamos, por primera vez, ante la disyuntiva del uso del agua para las necesidades específicas de la especie humana (beber, aseo, preparación de comidas, etc.), o para la producción de alimentos de otras especies que nos proveen los alimentos. El recurso hídrico no es suficiente, sobre todo si seguimos con la cultura del derroche del capitalismo de la acumulación infinita de riqueza, como objetivo de vida. Son propuestas antagónicas. Nos toca escoger.
13 de mayo del 2015
Fuente: Diario del Huila
Columna de opinión de Carlos Tobar