Luego de 40 años, Bogotá vuelve a enfrentarse a un racionamiento de agua por zonas. La última vez que algo así ocurrió fue en 1984, cuando la peor sequía en 20 años coincidió con un dramático descenso en el nivel de los embalses que abastecen a la ciudad y el cierre del túnel Palacio-Rioblanco, fundamental para el suministro del sistema Chingaza.
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