Ríos de Ibuprofeno

26 junio 2012

26 de junio de 2012

Fuente: iAgua.es

Blog de Jairo Fernández

Agua, es la palabra clave. Todos la conocemos, todos sabemos su utilidad, pero… ¿sabemos lo sensible que es ella a nosotros? La Directiva Marco del Agua (a partir de ahora DMA) cita textualmente “el agua debe ser tratada como un recurso natural y no como un bien comercial”. Y ahí está el gran problema, vemos el agua como un recurso con el que hacer mercado, pero no nos interesa nada más allá de lo que llega al grifo de nuestras casas. ¿Os habéis preguntado alguna vez qué hay antes de ese grifo?

Es cierto que en los últimos años, con el profundo desarrollo legislativo y científico tanto a nivel de la Unión Europea, como estatal, el impacto ambiental ocasionado en las aguas se ha visto disminuido, como por ejemplo en la Comunidad de Madrid, que ya dispone de una red integrada de depuración de sus aguas. No obstante, tenemos la tendencia a pensar que la contaminación del agua solo se produce cuando oímos esas noticias de vertidos de petróleo, fuel, metales pesados, etc. Además, ¿Por qué pensar en otros tipos de contaminantes si en nuestros reales decretos solo se habla de partículas radiactivas, nitritos, nitratos, pesticidas… entre otros? Os sorprendería lo que un HPLC o más comúnmente cromatógrafo, puede llegar a encontrar, incluso me atrevería a decir que en un análisis de agua natural, se ha llegado a detectar una farmacia con todos sus medicamentos.

El agua es la molécula fundamental del planeta tierra ya que es uno de los constituyentes principales del medio en el que vivimos y de la materia viva. Las aguas naturales (y las aguas potables) son imprescindibles para el desarrollo de la vida animal y vegetal, ya que intervienen en el transporte de sustancias, son fuente de alimento para los seres vivos, proporcionan ambientes de vida para distintos organismos y facilitan muchas de las actividades desarrolladas por el ser humano, es decir, sin ella la vida en la tierra no sería posible.

Las aguas naturales comprenden las aguas superficiales y subterráneas, según la DMA las aguas superficiales son las aguas continentales, siendo estas últimas todas las aguas quietas o corrientes en la superficie del suelo y todas las aguas subterráneas bajo la superficie de la tierra (ríos, lagos, embalses, lagunas, pozos, acuíferos, etc.).

Es cierto, que a pesar del aumento de la población, la industrialización y el desarrollo económico, la contaminación de las aguas ha disminuido en las últimas décadas. Sin embargo, han empezado a aparecer nuevos contaminantes en el medio denominados por numerosos autores como contaminantes emergentes. Estas sustancias son definidas por Farré et al. (2008) como compuestos que no están incluidos en las regulaciones existentes de calidad del agua porque no han sido estudiados, a pesar de ser amenazas potenciales para los ecosistemas, la salud y la seguridad humana. Y aquí es donde entra en juego nuestra farmacia, o mejor dicho, los medicamentos que podemos comprar en ella.

Y estaréis pensando: “¿Medicamentos en el agua?. Eso es imposible…”. Como consecuencia del envejecimiento de la población y el fácil acceso a fármacos, especialmente los que se consumen sin receta, se ha producido un incremento de su presencia en las aguas llegándose a considerar estos compuestos como contaminantes emergentes (Arbos, 2004; Pérez, 2004). Por esta razón, a partir de los años 90 el interés por los medicamentos empezó a entrar en auge, y con él las publicaciones científicas sobre residuos de medicamentos en aguas superficiales y de consumo (Halling-Sorensen et al., 1998; Lishman et al., 2006). Aunque siguen siendo pocos los estudios en el campo, paulatinamente esta preocupación se va extendiendo entre el mundo de la ciencia.

Ahora bien; ¿medicamentos en el agua? Sí, hay publicaciones científicas que lo avalan, pero ¿cómo es posible?. Tanto a nivel mundial como estatal, el acceso a los fármacos es muy común hoy en día. La población se ha acostumbrado a consumir medicamentos por todo tipo de patologías humanas, desde las más graves como pueden ser problemas cardiovasculares, a las más simples, como tomarse una aspirina por un dolor de cabeza.

Pongamos un ejemplo: tengo una irritación de garganta, voy al médico y me receta ibuprofeno, el cual he de estar tomándome durante una semana. El ibuprofeno me ayudará a disminuir la inflamación, pero lo que no sé es que mi cuerpo no está metabolizando todo el compuesto y que parte del antiinflamatorio será desechado con la orina.

Así, la historia continua. La orina se mezclará con las aguas grises y mediante un sistema de saneamiento llegará a una Estación de Depuración de Aguas Residuales (a partir de ahora EDAR). Debido al alto poder refractario del medicamento, este no será eliminado completamente. Como la EDAR tiene una autorización integrada de vertido (esperemos que así sea, por que si no estaríamos ante una ilegalidad), el rechazo estará llegando al Dominio Público Hidráulico, en este caso, nuestro río de ibuprofeno.

El mismo ibuprofeno que me ayudó a curar mi dolor de cabeza ahora ayudará a quitarle el dolor de cabeza a los peces que estén estresados.

Puede parecer poco, porque es un caso individual. Pero ahora piensa en toda la población española; aproximadamente 47.190.493 habitantes, de los cuales aproximadamente la mitad seguro que algún medicamento toman a lo largo del día y no solo ibuprofeno. ¿Os imagináis todo lo que se puede llegar a encontrar en una muestra de 50ml de agua de río?

A nivel nacional, uno de los estudios más importantes se realizó en el río Ebro. Barceló et al. (2009) demostraron la presencia de medicamentos y sus metabolitos en estas aguas naturales. En total se analizaron 17 medicamentos pertenecientes a 5 grupos químicos diferentes, recogidos en las aguas de los influentes y efluentes de siete plantas de tratamiento seleccionadas. También de las aguas del río recogidas de quince sitios diferentes a lo largo de la cuenca del Ebro en octubre de 2007 y julio de 2008. Observándose una alta concentración de medicamentos en la cuenca del Ebro entre los que se encontraban atenolol y sotalol.

Esta tabla corresponde a uno de los estudios más recientes que demuestra la existencia de medicamentos en aguas. Este estudio se realizó en los ríos de áreas metropolitanas de Madrid donde se analizaron 16 medicamentos y 7 metabolitos de mayor prescripción y consumo humano pertenecientes a 4 grupos distintos (antisicóticos, anticonvulsionantes, ansiolíticos y antidepresivos). Se demostró la presencia de medicamentos psicoactivos en los principales ríos de Madrid, destacando las altas concentraciones de venlafaxina y carbamazepina. También que la presencia de estos compuestos se debía a la descarga directa al rio principalmente de plantas de tratamiento de aguas residuales que no han conseguido eliminar estos compuestos en su totalidad debido a su alto poder refractario (González et al., 2009).

Si observamos la tabla, estamos hablando de nanogramos litro de medicamento detectado, puede parecer poco, hablándose solo de un medicamento, pero ¿y el sumatorio de todos los detectados? ¿y aquellos que no se analizaron?; antibióticos, antiinflamatorios, antidepresivos, etc.

La preocupación reside en que, como estos contaminantes, son definidos como emergentes, no están incluidos en las regulaciones existentes de calidad de agua, por lo tanto aún desconocemos sus efectos a corto/largo plazo sobre los ecosistemas acuáticos y sobre la salud humana.

Es cierto, que su presencia se ha demostrado, un HPLC puede hacer maravillas, pero no sabemos las implicaciones en el medio acuático. A pesar de ello, hay estudios que demuestran que la concentraciones de venlafaxina (antidepresivo), pueden provocar la muerte de esporas de polistichum psetiferun (esporas de helecho común) y embriones de pez cebra. Estamos en un caso en el que solo tenemos una concentración de venlafaxina adicionada a una disolución de agua limpia, pero como hemos visto antes, en un agua de río no solo tenemos ese compuesto, hay muchos otros que podrían afectar a la calidad del agua y que no solo son medicamentos.

Entonces, si cogiéramos una muestra de agua de río… ¿Provocaría efectos tóxicos a la hora de realizar un bioensayo con nuestras esporas y peces cebras? ¿Serían los medicamentos lo que pudiesen ocasionar ese efecto tóxico? ¿U otros compuestos que pueden encontrarse en el agua?

Tendremos que esperar a que los expertos en este campo del agua, encuentren una relación a estas implicaciones, de momento ya sabemos que si te duele la cabeza, no hace falta ir a una farmacia, bebiendo un poco de agua de río, posiblemente se acaben todos tus problemas.

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