Un estudio revela los efectos del cambio climático sobre los ecosistemas a altas latitudes

05 febrero 2014

Las variaciones de la temperatura del aire y de los niveles de las precipitaciones invernales a lo largo de las últimas cinco décadas han alterado los ciclos, la duración y el espesor de los hielos que se forman sobre los lagos árticos.

En esta región, un clima más cálido provoca que la cubierta de hielo sea más fina y, como consecuencia, que un menor porcentaje de los lagos permanezca congelado durante todo el invierno.

Estos cambios afectan al clima local y regional, a la dinámica del permafrost y a la disponibilidad de agua para usos residenciales e industriales durante el invierno. La variación del espesor del hielo también provoca cambios en las propiedades físicas, térmicas y químicas del agua de los lagos, alterando su ecosistema.

Sin embargo, hasta ahora nunca se había documentado este fenómeno de forma exhaustiva con la ayuda de los datos recogidos por los satélites.

Un reciente estudio de la Ladera Norte de Alaska, publicado en The Cryosphere, documenta los regímenes de hielo en lagos poco profundos basándose en las imágenes radar tomadas por los satélites ERS-1 y ERS-2 de la ESA.

Este estudio desvela una reducción del 22% del ‘hielo anclado’ – el hielo que alcanza el fondo de los lagos – entre los años 1991 y 2011. Esta cifra sería el equivalente a un adelgazamiento generalizado del hielo de 21-38 centímetros.

“Antes de comenzar este estudio ya nos esperábamos encontrar con una reducción en el espesor del hielo flotante y anclado, como anunciaban los registros de temperatura y de precipitaciones de las últimas cinco décadas en la estación meteorológica Barrow”, explica Cristina Surdu, autora principal de esta investigación.

“Pero al concluir el estudio nos quedamos sorprendidos: los análisis de tendencias mostraban una disminución dramática del hielo en tan sólo 20 años”.

Los mayores cambios se registran a finales del invierno (abril-mayo), con una disminución gradual del hielo entre 1991 y 2005. Durante los últimos seis años que cubre este análisis se registró un declive muy abrupto, alcanzando un valor mínimo en 2011.

Los instrumentos radar embarcados en los satélites ERS de la ESA pueden ‘ver’ a través de las nubes y en la oscuridad, lo que les permite recoger datos de forma ininterrumpida sobre regiones como el norte de Alaska, donde predomina el mal tiempo y las noches de invierno son especialmente largas.

Al estudiar la forma en la que las señales rebotan contra la superficie de la Tierra se puede determinar si el hielo todavía está flotando (con agua líquida por debajo) o si ya ha alcanzado el fondo del lago.

Las operaciones de ERS-1 terminaron en el año 2000 y ERS-2 se retiró en 2011.

Las imágenes radar de estos dos satélites y las de la misión Envisat – que finalizó en 2012 – permitían monitorizar la evolución de los lagos congelados. Asegurar la continuidad de este tipo de datos es fundamental para poder continuar los estudios de los regímenes de hielo a altas latitudes.

La misión Sentinel-1 del programa Copérnico visitará estas regiones con más frecuencia y mantendrá la continuidad de las observaciones radar para los servicios de monitorización del hielo de los lagos.

El primero de los dos satélites que componen esta misión se lanzará esta primavera.


5 de febrero de 2014

Fuente: iAgua.es

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