Zapotillo: El debate por el agua

15 abril 2014

 

 Fue cuando José Elías Chedid, director general del Organismo de Cuenca Lerma Santiago Pacífico de la Comisión Nacional del Agua, declaró que sería el gobierno estatal quien definiría si la cortina de la presa que se construye en el municipio alteño de Cañadas de Obregón, iría a 80 o 105 metros.

Luego del tuit que fue considerado como un error incluso por miembros de su equipo de transición,  el 1 de agosto de 2013 la Comisión Estatal del Agua pidió a Conagua, en el oficio DG-1298/2013 al mismo funcionario federal, dejar la cortina a 80 metros y analizar la viabilidad de 18 sitios alternativos de captación en el río Verde.

Paradójicamente es hoy esa misma dependencia la que se atribuye el dictamen técnico que cancela la posibilidad de salvar Temacapulín porque los diques no garantizan los parámetros de seguridad para sus habitantes.

Esta determinación del gobierno federal ayuda a atenuar el costo político al incumplimiento del gobernador y a su vez que cumpla con su promesa de campaña de traer agua a Guadalajara, luego de más de dos décadas que no se logra.

Desde luego que el inundamiento de Temacapulín no puede venir sin antes quedar concluidos los litigios que abrieron los afectados, por considerar que la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 93/2012 para dejar la cortina en 80 metros es inatacable.

Pero lo más importante en esta hora del debate por el agua en Jalisco es escuchar las voces que parten de otras concepciones de desarrollo y que cuestionan la sustentabilidad de las presas. Es decir, el hecho de que finalmente se construya a 105 metros la cortina de la presa El Zapotillo, es necesario atender muchas de las observaciones de sus detractores que nos ayudarían a mejorar el manejo y la administración del agua, un recurso cada vez más escaso.

Por eso es más que oportuna la discusión entre los técnicos del gobierno y los académicos que ven incluso una crisis inducida en el Lago de Chapala, para justificar las construcción de grandes presas, estimulados más por una visión de negocio, que de desarrollo sustentable.

Habrá que ver las alternativas que se ofrecen a los productores alteños preocupados por la decisión de Conagua, y qué políticas vienen acompañadas a la construcción de la megapresa, sobre todo en materia de un uso más racional del agua y optimizando su conducción y administración.  De nada sirve gastar millonadas para traer el agua de lejos si cuando llega a la metrópoli casi la mitad se desperdicia en tuberías en mal estado. 

Por eso, ojalá que junto con la presa El Zapotillo, venga un verdadero debate por el agua.


15 de abril de 2014
Fuente: Milenio
Nota de Jaime Barrera Rodríguez

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