El Río Santiago: aguas residuales y contaminación
27 febrero 202027 de febrero del 2020
Redacción/Agua.org
El Río Santiago ha estado en la mira de diversos grupos de la sociedad mexicana en las últimas semanas. Esto se debe a los niveles de contaminación que ha alcanzado este cuerpo tan importante de agua en fechas recientes. El Río Santiago nace en el lago de Chapala en Jalisco y su cuenca abarca parte de los estados de Aguascalientes, Durango, Guanajuato, Jalisco, Nayarit y Zacatecas. La contaminación del Santiago viene desde la zona industrial de Lerma en el Estado de México. Según noticias recientes, el volumen de saneamiento en la cuenca del Río Santiago tuvo este mes su peor registro de los últimos seis años.[1] En Nayarit, este problema ha llevado a miembros de las comunidades indígenas wixárika y náyeri a exigir un estudio para determinar la contaminación del río, pues han aumentado gravemente los problemas de salud en la región.[2] En esta coyuntura vale la pena hablar del problema de la contaminación del agua.
Cada año se vierten a los cuerpos de agua millones de metros cúbicos de aguas residuales, descargas municipales, industriales y agrícolas tratadas de forma inadecuada o sin tratamiento alguno. Esto tiene un severo impacto en los ecosistemas y en la salud humana.
En México, las descargas de aguas residuales se clasifican en municipales, que son generadas en los núcleos de población y colectadas en los sistemas de alcantarillado urbanos y rurales, y en no municipales, que son aquellas generadas por otros usos, como puede ser la industria autoabastecida y que se descargan directamente a cuerpos de agua nacionales sin ser colectadas por sistemas de alcantarillado. Según cifras oficiales, se trata el 63% de las aguas municipales y el 32% de las aguas no municipales.[3] Es un avance, pero aún existe un volumen indeterminado de aguas contaminadas que no son colectadas, que se pierden en las redes de desagüe o que se descargan de forma ilegal.
Es preciso reducir los volúmenes y mejorar los procesos de tratamiento, no solo para procurar el bienestar social y la protección ambiental, sino también por razones económicas y de seguridad nacional. Se calcula que en 2015 el costo económico de la contaminación causada por aguas residuales no tratadas fue de 57 403 millones de pesos, equivalentes al 0.3% del producto interno bruto.[4]
La reducción de la contaminación del agua requiere una fuerte inversión en infraestructura para el tratamiento de las aguas residuales y representaría un ahorro en cuanto a la atención médica que debe darse al tratamiento de enfermedades diarreicas provocadas por agua y productos agrícolas contaminados. En Nayarit, los pobladores asocian el aumento de casos de cáncer en los últimos diez años con la contaminación del Río Santiago; por ello piden una investigación más profunda para determinar si es el caso.
Invertir en la infraestructura necesaria para incrementar la capacidad de tratamiento de aguas residuales representa una ganancia a largo plazo al disminuir los costos de contaminación, sobreexplotación y transportación del agua. Estos costos irán aumentando progresivamente con el crecimiento de la población –particularmente en áreas urbanas–, al intensificarse la presión sobre los recursos hídricos. Según las proyecciones, en 2030 habrá 9.2 mil millones de metros cúbicos de aguas residuales que, de ser tratadas y reusadas, reducirían en un 40% la demanda.[5]
Hay dos tipos de sistemas de tratamiento de aguas residuales sustentadas en procesos biológicos: aerobios y anaerobios. Los primeros proporcionan un medio de alto contenido de oxígeno para que las bacterias puedan degradar la materia orgánica de los desechos, son altamente demandantes de energía, generan muchos lodos y pocos gases resultantes. Los segundos utilizan bacterias que al descomponer la materia orgánica en ausencia de oxígeno, producen menos lodos y liberan más gases (metano y dióxido de carbono, amoniaco y ácido sulfúrico) que, en el marco de una aprovechamiento integral, pueden usarse como combustible.La situación actual del Río Santiago nos recuerda sobre la importancia de exigir el tratamiento y el saneamiento de las aguas residuales. Mediante el tratamiento de aguas residuales se genera un ahorro considerable al liberar el agua de primer uso para actividades como limpieza y riego, se disminuye la presión hídrica y la sobreexplotación de los acuíferos y se previene la contaminación de los cuerpos de agua y las enfermedades diarreicas, lo cual tiene un efecto positivo en el ambiente y en el bienestar de las comunidades.
[1] “Saneamiento del Santiago, el más bajo en seis años”, El Informador, 24 de febrero de 2020, [en línea: https://www.informador.mx/Saneamiento-del-Santiago-el-mas-bajo-en-seis-anos-l202002240001.html], [consultado 25 de febrero de 2020].
[2] “Indígenas piden estudio para determinar contaminación del Río Santiago en Nayarit”, Aristegui Noticias, 20 de febrero de 2020,[en línea: https://m.aristeguinoticias.com/2002/mexico/indigenas-piden-estudio-para-determinar-contaminacion-del-rio-santiago-en-nayarit/?fbclid=IwAR3nh1mDgab1p3_bQ85viKnhBRASEfxvHKEqxwZ21v3p9Vro7izDFX0584A], [consultado 25 de febrero de 2020].
[3] Porcentaje de aguas residuales tratadas de los totales generados de aguas municipales y no municipales, según Conagua (2018), Estadísticas del agua en México, p. 126.
[4] Inegi, búsqueda estadística en su sitio bajo PIB y Cuentas Nacionales de México/Económicas y Ecológicas/2015.
[5] Conagua (2011), Agenda del agua 2030, p. 6, 17.