¿Escasez de agua en México?

16 agosto 2017

16 de Agosto 2017
Fuente: Animal Político
Nota: Gloria Vilaclara

Claramente los problemas de falta de agua se manifiestan en el norte y centro del país, mientras que el sureste destaca por presentar problemas recurrentes de inundaciones, en un entorno con menor desarrollo del PIB.

Foto tomada de Animal Político

Una gran mayoría de los que buscamos y leemos información en medios digitales vivimos en núcleos urbanos donde los servicios básicos (agua, drenaje, electricidad, entre otros) están mínimamente garantizados por el gobierno y/o por empresas de servicio, mediante los pagos correspondientes. En relación con el agua y a menos que vivamos en colonias donde a menudo hay cortes en su suministro, es raro que en nuestro día a día reflexionemos acerca de lo que implica abrir una llave y tener a nuestra disposición toda el agua que queramos, a un costo relativamente módico; o incluso que seamos plenamente conscientes de que cada vez que jalamos el agua del escusado, convertimos un agua limpia, usualmente potable, en aguas fecales altamente contaminantes.

Pero es hasta que se pierde aquello que consideramos un derecho a disfrutar durante toda nuestra vida, que nos preocupamos y ponemos atención y esfuerzo para recuperarlo. Vale la pena entonces ocuparnos desde ahora y analizar qué tan razonable es pensar que tenemos asegurado un continuo e ilimitado suministro de agua de buena calidad.

Dicho suministro depende, en primera instancia, de la disponibilidad de agua renovable que tenga cada “entidad” (país, región, zona, persona, etc.). El agua disponible renovable se calcula con base anual y procede de las aguas interiores renovadas por el ciclo global del agua, aunque solo una parte de estos caudales es aprovechable y realmente usada en actividades humanas debido a diversos factores heterogéneos. La CONAGUA calculó el agua renovable en 2015 para México (los valores cambian cada año dentro de intervalos poco amplios, por ejemplo, según se trate de años más húmedos o más secos), en aproximadamente 447 km3/año. Un valor como éste alcanza su pleno significado cuando lo comparamos con la población que ejerce demanda sobre el recurso; para México se estimó una población de 121.9 millones de habitantes a mediados de 2015, por lo que los cálculos arrojaron una disponibilidad de agua renovable de 3,692 metros cúbicos por persona y año (m3/habitante [hab.] o cápita/año) (2). Una cantidad de tal magnitud implica que, globalmente como país, no tenemos problemas importantes con el agua, como se aprecia en la figura donde se comparan los valores hídricos promedio para los países del mundo. Nuestro promedio se encuentra bien por encima de la señal de alarma del estrés hídrico (menos de 1,700 m3/hab./año) y alejado de los valores de escasez de agua (inferiores a 1,000 m3/hab./año).

A pesar de esto, todos sabemos que en México tenemos problemas con el agua, ya sea por defecto (sequías, suministro insuficiente) o por exceso (inundaciones). Aunque el cálculo promedio para México es correcto, no considera la diversidad de climas, de densidades poblacionales y de actividades que impactan el Producto Bruto Interno (PIB) en las diversas regiones. En la siguiente figura podemos discriminar estas diferencias para México e hilar más fino al incluir parámetros como los mencionados: Se observa que la zona Norte, Centro y Noreste tiene menos agua renovable, una mayor densidad poblacional y PIB más alto, al contrario de la zona Sureste. Claramente los problemas de falta de agua se manifiestan en el norte y centro del país, mientras que el sureste destaca por presentar problemas recurrentes de inundaciones, en un entorno con menor desarrollo del PIB. Y enfocándonos todavía más en espacios críticos, como la Región hidrológica-administrativa XIII (Valle de México), nos encontramos con situaciones extremas en una cuenca originalmente cerrada a más de 2,000 metros sobre el nivel del mar, con una muy elevada densidad poblacional (superior a 1,000 personas por km2) que ejerce una demanda masiva sobre la escasa agua renovable de la cuenca, con valores de escasez hídrica inferiores a 150 m3/hab./año.

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