No todos se animan a probar el agua
23 enero 2008martes 22 de enero, 06:00 PM
Fuente: LANACION.COM
FRAY BENTOS (De un enviado especial).- Era el objetivo de muchos de los periodistas invitados a la recorrida por Botnia: que un gerente de la empresa se tomara un vaso del agua que luego iría a parar al fondo del río Uruguay. Esa foto no se pudo sacar, pero apremiado por las posibles consecuencias, un asesor de prensa de Botnia se animó a hacerlo.
Para la producción del millón de toneladas de pasta celulosa anual que Botnia espera alcanzar son necesarios unos 300 millones de metros cúbicos del río Uruguay por año.
Este es el principal argumento del gobierno argentino contra su par oriental por la supuesta violación del Tratado del Río Uruguay: el uso de un recurso de ambos países.
El 20 por ciento del agua se pierde en el proceso y el resto regresa al río, a través de un caño que recorre 600 metros del fondo, con un promedio de 800 litros por segundo.
Antes de volver, el agua pasa -entre otros procesos de purificación- por dos piletas de tratamiento donde se criaron microorganismos, que son los encargados de filtrar el agua.
"Es una planta viva", se jactó el gerente de Medio Ambiente, Gervasio González, el mismo que en marzo de 2007 había dicho a LA NACION que "por supuesto bebería el agua".
Ayer perdió su oportunidad. Junto a los piletones donde el agua pasa por su último proceso, González se excusó: "No es agua potable. Tampoco tomaría agua del río Uruguay. Sí me bañaría pero tomar el agua no".
"Si la tomás, no te va a pasar nada. Lo peor que puede ocurrir es una diarrea", explicó. El recuerdo de la visita de periodistas argentinos a Finlandia, donde los directivos de Botnia habían tomado agua estaba presente.
Por eso y ante la negativa de González, el asesor de prensa de Botnia Aldo Leporati se sacrificó por la causa. "Bueno, yo la tomo, pero si vos la sacás", fue la condición al cronista de LA NACION. El agua corría por una canaleta muy profunda. Tras algunos intentos fallidos, Leporati se quedó sin alternativa. Mientras los flashes de las cámaras iluminaban el líquido amarillento oscuro del vaso, el asesor lo tomó rápidamente.
"¿Dónde está el baño?", preguntó luego, entre risas. Hasta el cierre de esta edición, no había requerido ayuda médica.